Por los pelos

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Ya les habían entregado su comida, y está vez, Martin se decidió a ser quien empezara la conversación

- Entonces, ¿Vuelves a casa después de unas vacaciones o qué?

- Si, pero preferiría quedarme. ¿Tu que hacías aquí?

- Pues es una larga historia, hace un tiempo pasé un año en un internado aquí e hice amigos, y en ocasiones los vengo a visitar. Vale, igual no era una historia tan larga.

- Pues no, no lo era jajaja.

Mientras seguían con su animada conversación sobre que hacían en aquel aeropuerto, Martin se percató de cómo Juanjo abría e inspeccionaba su bocata.

- ¿Que le pasa al bocata? ¿Es que no te van los hidratos?

- No, es que no me gusta nada la mayonesa, es asquerosa, parece...

- No digas más, yo también la odio, de hecho es una de mis principales fobias

Juanjo vio esa aclaración como una oportunidad para indagar más en la vida de aquel chico que tanto le había llamado la atención ese día.

- ¿Y las otras?

- Dentistas y espacios pequeños

- WoW, yo diría...

- Oye te está sonando el teléfono

- Oh, perdón, dame un segundo

Se levantó y caminó hacia la entrada de la mini cafetería dejando a Martin solo en aquella mesa. Se apresuró a descolgar el teléfono al ver que era una llamada de su hermano, Javier, el cuál no le dio tiempo ni a saludar antes de empezar a hacerle preguntas.

- Oye Juanjo, ¿Llegas a las once, no?

- A las diez. Te mandé un correo.

- ¿Ah sí? La wifi del gimnasio es horrible.

- Javi, solo tienes un trabajo, recogerme a las diez.

- Allí estaré... Y, por cierto, tengo una pequeña sorpresa para ti.

- Sabes de sobra que odio las sorpresas.

- Es de las buenas, no puedes enfadarte. De hecho si te he avisado a sido para que luego no te cabrees.

- Javier, por última vez, no quiero sorpresas.

- Anda, la wifi está fallando, adiós.

Una vez más su hermano demostrando inmadurez, nada nuevo para Juanjo, quién ya se había acostumbrado a convivir con ello, por suerte, hace años que había comenzado a viajar solo, lo cual le había dado herramientas para ser cada vez más y más independiente.
Al terminar la llamada, volvió a la mesa dónde Martin le esperaba.

- Perdona, ya estoy aquí. A ver, si los espacios pequeños te aterrorizan... ¿Porqué vas a embarcar en un vuelo en pleno diciembre? Van llenos.

- Buena pregunta, tengo una boda.

Martin vio como de la silla de Juanjo colgaba un traje que el chico había colocado anteriormente y preguntó:

- ¿Tu también?

- Eh si, en realidad es mi ropa cómoda, siempre me ha relajado un traje bien planchado.

Desde los altavoces comenzó a escucharse una voz la cual llamaba a los pasajeros del próximo vuelo a Madrid. Al darse cuenta de que era el suyo, Martin y Juanjo recogieron las cosas y salieron corriendo por los pasillos, de nuevo, chocándose con la gente a su paso. Esta vez, cogieron el vuelo por los pelos.

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