En medio de una solitaria calle de Madrid, Martin recordó que debía llamar a su padre para informarle de que ya volvía. Así que, estiró su brazo hacia atrás para tratar de palpar su maleta, la cual, para su sorpresa, no estaba.
- ¡Mierda! ¡Joder! Soy un desastre.
Encima el móvil sin batería y no tengo dinero, paso.Sus pies estaban cubiertos de heridas causadas por los odiosos zapatos de vestir, los cuales se había visto o ligado a ponerse aún siendo el defensor número uno de las deportivas de montaña. Si fuera por él, no se las quitaría nunca, pero en esa ocasión no había tenido otra opción.
Probablemente era una pésima decisión dado que el suelo estaba mojado por la lluvia y él no llevaba chaqueta, pero optó por quitarse los zapatos y transitar en calcetines.
Pasó por un mercadillo, de esos que le cautivaban, que mostraban todo tipo de ropa algo antigua, algunos cuadros, zapatos, imanes, y mucha decoración.
Igual estaba a punto de parecer un loco, pero no le quedó otra que tratar de conseguir calzado cómodo , así que se acercó a un pequeño puesto que vendia zapatillas.- Buenas tardes, perdone pero, ¿Habría alguna posibilidad de hacer un trato y cambiar mis zapatos por uno de los suyos? Le aseguro que son de una calidad excelente y no se lo estaría pidiendo si no fuera una situación de vida o muerte.
Aunque no fue una tarea fácil, logró convencer al vendedor y salir de allí con unas deportivas de segunda mano, pero cómodas como ninguna.
Aún así, seguía perdido y sin dinero ni identificación. No conocía Madrid, nunca había estado allí, salvo en el viaje de fin de curso de sexto de primaria, del cual solo era capaz de recordar la visita a la Warner.Cuando sus piernas le estaban empezando a fallar, se topó con una pareja muy simpatica, que le dejó usar su teléfono para llamar a su padre.
- ¿Diga?
- Papá...
- ¡Martin! ¿Estás bien hijo? Acabamos de llegar al restaurante, te he llamado incontables veces pero no cogías el teléfono.
- Se me quedó sin batería. Lo siento mucho, de verdad.
- ¿Qué pasa?
- Me he perdido papá.
- Dime el nombre de la calle y no te muevas de ahí, en seguida voy a buscarte.
Lágrimas empezaron a brotar de los ojos del chico, se sentía fatal, por su culpa su padre se estaba perdiendo su gran día.
Para colmo había perdido su maleta, y a saber dónde estaba ahora y quién la tenía.
Pero lo peor sin duda, era que había ido a buscar a Juanjo para nada. Aquello le hacía sentir débil y tonto, una vez más que se hacía ilusiones para nada, aunque Martin hubiera jurado que con él era diferente.Se sentó en una de las mesas exteriores de un cafetería cercana, buscando la calma en las melodías que emitían un grupo de músicos callejeros que tocaba y cantaba frente a él, pues a fin de cuentas, la música siempre había sido su escapatoria.
Recordaba al Martin niño, esa época donde sus padres le comunicaron que se separaban. La manera en la que se cargó todo el peso al hombro, y las imágenes de sus hermanos menores haciendo preguntas y con muecas tristes.
Fue ahí cuando empezó a bailar, cuando empezó a viajar, a salir. Poco tiempo después viajó a Francia, y se pilló de un chico por primera vez (con resultado negativo). Y ahí estaba ahora, de nuevo perdido, llorando y con el corazón roto.
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La probabilidad del amor
RomantizmHistoria inspirada en "Love at first sight" (Netflix) versión Majos 💗✈️