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Un estudiante excepcional, con calificaciones excelentes y grandes capacidades para resolver problemas, según sus docentes. Para sus padres, un hijo ejemplar: obediente, educado y metido en sus libros. Sus amigos le ven como el tierno maknae, que también es la única esperanza del grupo para aprobar sus exámenes. Aunque para un simple desconocido, solo es un joven estudiante más. Pero la lamentable realidad es que Taehyun no sabía quién era fuera de sus conocimientos.
Los estudios siempre fueron su única personalidad, no tenía otros intereses similares a los de otros jóvenes de su edad ni actividades extraescolares que desear hacer después de un largo día de escuela (aparte de su academia de inglés, por supuesto). Tampoco jugaba a videojuegos y solo consumía contenido relacionado con sus asignaturas.
Por años, Taehyun ha tenido dificultades a la hora de encontrar su identidad, sobre todo entrando en esa etapa de su vida en dónde empieza cambiar mentalmente, emocionalmente, socialmente y sexualmente. Por suerte, conoció a la persona que, por primera vez, le hizo sentir como si fuera algo más. Yeonjun pudo ver algo en él más allá de su imagen "perfecta".
Al principio, le incomodaba estar con él, porque aquello suponía salirse de su zona de confort hacia lo desconocido. Pero conforme al tiempo y gracias a la seguridad que el peliazul le proporcionaba, Taehyun estaba aprendiendo a conocerse poco a poco, a encontrar sus gustos e intereses y salir de su monótona rutina.
Por esa misma razón, notó su sangre hervir cuando la mujer pronunció aquellas palabras.
—No creo que sea una buena influencia para ti, cariño— Dijo en un tono suave acompañado de una mirada empática mientras acariciaba su hombro delicadamente, brindándole un (falso) apoyo.
Nunca se había molestado tanto con las palabras de su propia madre, pero aquello se sintió como un golpe en su orgullo que tanto le costó construir. Su madre comenzó a notar la repentina proximidad entre su hijo y el mayor del grupo, cosa que le preocupaba no solo por su estatus social, sino también por su mala reputación entre los residentes.
Como si su tacto quemara después de oírlo, se separó de las caricias de su madre con una clara expresión de asombro en su rostro. Viendo su reacción, su madre suspiró.
—Es decir... Es el único hijo de los Choi, ya sabes, los de la alta sociedad. Y ellos siempre nos brindan problemas a nosotros, los menos afortunados.— Intentó explicarse ahora pasando sus largos y esbeltos dedos entre la cabellera de su hijo. —A demás, ¿No le has visto? Tiene las orejas perforadas y el pelo teñido... También escuché que repitió curso.— Dijo entre susurros. —No creo que te debas juntar con él ni con sus amigos, no quiero que acabes siendo como ellos, hijo.— Aconsejó.
Taehyun sabía que aconsejarle era uno de los deberes que tenía una madre y apreciaba el esfuerzo, pero eso no significaba que iba a tolerar que hablara de sus amigos de esa forma. Los chicos eran como una segunda familia para él, una familia en la que no tenía que enorgullecer a nadie ni ser perfecto. Y como miembro de esa familia, ciertamente iba a defenderles, por mucho que su voz tiemble.
