Apariencias

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Su cuerpo impactó con el rígido pavimento de nuevo, provocando un dolor agudo pero familiar

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Su cuerpo impactó con el rígido pavimento de nuevo, provocando un dolor agudo pero familiar. Temblaba como una débil hoja con la brisa nocturna y casi podía notar como se formaban nuevos moratones en su piel a causa del impacto. Perdió la percepción del tiempo conforme recibía golpe tras golpe; sin embargo, al analizar sus ropas ensangrentadas, su cabello desordenado y su ojo amoratado, pudo deducir que ya llevaban un buen rato.

Mantuvo la cabeza baja mientras escuchaban las carcajadas de los oponentes sobre él. Antes de que pudiera recoger el coraje para enfrentarles de nuevo, uno de ellos le agarró fuertemente de sus mechones plateados y le forzó a dirigirle la mirada.

La mirada del contrario era arrogante, como la de alguien tan consumido por su superioridad y poder que disfruta comportándose con altivez.

No había cosa en el mundo que le hiciera sentir peor que aquello, pero a la vez, sabía que no estaba en posición de actuar. No había nada que un hijo de comerciantes minoristas podía hacer en contra de los futuros herederos de grandes chaebols.

Se agachó hasta llegar a su nivel y notó su estómago revolver con repulsión cuando este le dedicó una sonrisa con suficiencia.

─¿Realmente creíste que después de cambiarte de escuela estabas a salvo, Beomgyu-ya?─

Habló con una entonación falsa y el mencionado tragó el reflujo de su estómago revuelto. Tenía razón; pensó que la situación no se repetiría si simplemente cambiaba de ambiente, pero no era tan simple, nunca lo fue.

El chico se mofó antes de soltar el agarré en su cabello bruscamente, cayendo de nuevo al suelo. Se levantó de nuevo, riéndose con sus cómplices de su circunstancia como si se tratara de la situación más cómica en la que podría encontrarse.

Cuando volvió a observarlo, el rubio juró ver como la furia se acumulaba en su cuerpo antes de descargarla contra él en forma de una potente patada contra su pecho, sus acompañantes imitando su acción y golpeando repetidamente su frágil figura. Para cuando se dieron por satisfechos, el rubio estaba cubierto de severos hematomas y respiraba con dificultad.

Si una cosa pudo aprender de aquellas situaciones es que llorar era el detonante de sus agresores y que solo le llevaría a recibir más, así que utilizó sus últimas fuerzas para contener sus lágrimas.

El chico murmuró un insulto por lo bajo antes de sacar una cajeta de tabaco del bolsillo de su pantalón uniformado y extraer un cigarrillo de su interior. Lo prendió para seguidamente tomar una larga calada, exhalando el humo en frente suya.

─¿Has hecho amigos?─ preguntó repentinamente en modo de burla. El chico rió al no recibir una respuesta. ─No me mientas, Beomgyu-ssi─ Dijo con un falso puchero en sus labios antes de inhalar de nuevo el contenido de su cigarrillo.

─¿Choi Yeonjun? ¿Es ese tu amigo?─ Beomgyu levantó la mirada, sorprendido ante la mención del mayor. ─Joder, ese idiota ni siquiera sabe con quién le conviene juntarse— rio de nuevo con superioridad.

Cuando sintió una lágrima caer por su dañado rostro, la secó rápidamente con el dorso de su mano antes de enfrentar al contrario de nuevo.

─No-no le hagáis daño...─ Musitó, su voz rasposa y entrecortada. Se colocó de rodillas y esperó una reacción violenta, pero no recibió ningún golpe. El chico, quien no le estaba prestando atención, tatareó con curiosidad.

─¿Qué dices, Beomgyu-ssi?─ Burló. El rubio tragó saliva.

─No le hagáis daño, por favor. Si os queréis desahogar, hacedlo conmigo. Pero, por favor, no vayáis a por él ni a por ninguno de ellos.─ Repitió, observando como los oponentes reían incrédulos ante su valor. Como pudo deducir, recibió un fuerte golpe en su cachete.

─Pues claro que nos vamos a desahogar contigo, cabrón─ dijo con seriedad, y a pesar del dolor en su cuerpo, Beomgyu no pudo evitar sentirse aliviado. ─Diviértete con esos perdedores, imbécil─ Se burló entre risas y apagó la colilla de su cigarro en el delgado brazo del rubio antes de marchar con sus cómplices.

Observó la quemadura circular en su piel, siseando de dolor una vez que perdió a los chicos de vista. Se levantó de dónde estaba arrodillado, sus músculos dificultando la acción. Arrastrándose por los solitarios callejones, finalmente llegó a su domicilio después de mucho esfuerzo.

Giró las llaves en el cerrajero de la puerta y deseó que sus padres no hubieran escuchado el sonido. Una vez dentro, lanzó su mochila sobre su cama antes de también dejar caer su cuerpo sobre ella.

Al despertar a la mañana siguiente, optó por darse un baño, sintiéndose sucio y pegajoso por la mezcla de sangre, sudor y lágrimas sobre su tez. Entró al cuarto de baño y comenzó a descartar sus prendas como habitualmente hasta que se topó con su propio reflejo en el espejo.

Una paleta de tonos oscuros pintaba su piel blanquecina, cada marca con una historia que siempre tenía el mismo desenlace. Escocían con un ligero roce, ya que se trataban de heridas recientes. Dejó de intentar curarlas, lo veía un acto innecesario a sus ojos, ya que las lesiones nuevas pronto reemplazarán a las antiguas.

Por mucho que los moratones podían desaparecer sin dejar rastro en su piel, el sentimiento relacionado con ellos nunca se iría. Seguiría encontrando repugnante su propio reflejo en el espejo, seguiría escondiendo su cuerpo de los demás, y seguiría recibiendo más y más hasta volver a recubrir toda la superficie de su piel.

¿Cómo reaccionarían sus amigos si lo vieran de esa manera? Su mente estaba llena de miles de escenarios. ¿Si observaran su cuerpo una vez, recibiría miradas de desagrado? ¿Después de averiguar la verdad, desearían seguir siendo sus amigos?

Entre aquellas situaciones, el recuerdo de Soobin no pudo evitar pasar por su cabeza. En el breve tiempo que pasó en la escuela, él y el mayor lograron establecer una relación aún más cercana entre ellos, o al menos eso quiso creer después de crear una canción con la ayuda de su colaboración.

¿Él pensaría igual? ¿Le encontraría repulsivo como el resto lo hacen?

Aquellos pensamientos provocaron que una lágrima solitaria cayera por su mejilla, dejando su rastro tras ella. La secó rápidamente con el dorso de su mano, pero las lágrimas seguían cayendo pese a aquello. Fuertes sollozos escapaban de sus labios agrietados; trató de sofocarlos presionando su mano sobre sus labios, evitando que el fuerte sonido escapara.

Mordió su labio inferior, saboreando el gusto metálico de su sangre de nuevo. Lejos de sentir pesar o tristeza, sus lágrimas estaban cargadas de rabia. Rabia por no poder protegerse, por dejarse pisotear, pero, sobre todo, por saber que nadie lo ayudará y que la situación seguirá sucediendo. Despegó sus ojos de su reflejo después de lo que parecieron años y finalmente aseó su cuerpo, viendo la suciedad desaparecer por el desagüe.

Una vez limpio, rebuscó el estuche amplio entre los cajones del tocador y suspiró de alivio al encontrarlo en el mismo lugar donde lo dejó. Abrió la cremallera y agarró el objeto que sobresalía sobre los demás.

Con su falta de experiencia en maquillaje, extendió el líquido semifluido sobre las marcas visibles de su rostro. Por suerte para él, el producto logró disimular los grandes hematomas y ojeras de una manera en la que no atraerían tanta atención del público.

Su uniforme cubrió el resto de heridas en la extensión de su cuerpo, por lo que no tuvo que preocuparse mucho más por su apariencia antes de agarrar su mochila y salir de su casa para asistir al colegio de nuevo como si nada hubiera pasado la noche anterior.





Capítulo cortito pero se me olvidó publicarlo JAJAJAJ 

¡Espero que lo disfruten! <3

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