16.- ¿Qué es tan gracioso?

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Elena Castañeda

No pensé que las carreras aquí serían tan divertidas, aunque no corrieras. Pero en verdad me estaba divirtiendo, aunque la mayor parte del tiempo estaba con Han, también tuve tiempo para platicar con Takashi, tenía mucho que no teníamos una conversación amigable, aunque noté que había cambiado su forma de ser, no sé si para bien o para mal pero sí que había algo raro en él.

Me alejé un poco de los chicos para disfrutar un poco más de la música, sé que estaba a salvo pues los que se estaban haciendo pasar por corredores de Takashi no se atreverían a venir a este lado de la ciudad.

Llego Alex y comenzamos a platicar, pero note como un grupo de asiáticas se burlaba de mí, cuchicheando entre ellas, señalándome. Me estaba comenzando a enojar así que camine hasta ellas y les grite — ¿Qué es tan gracioso?

Una asiática pelinegra se acercó hacia mí — Pero si es la nueva gaiyin — dijo en japones ¿Qué significa eso? — ¿Así que eres la nueva zorra de Han?

Reconocí su rostro, era la misma chica que me había hecho estar celosa de Han, una ex que dulce — Ah ya veo que es lo que sucede — camine alrededor de ella mirándola con detenimiento — Eras una de las que estaba con el cierto.

Tenga en cuenta que las demás chicas se hacían a un lado dejándome con ella en el centro — ¿Crees que va a dejar su forma de ser por ti? Él no va a cambiar por una prostituta como tú.

Mi mandíbula se tensaba más y ponía sentir como mis puños se cerraban con fuerza — Eres unas más, como todas — se burló con una risa falsa — Mírate, apuesto que una vaquera como tú no puede ser más que una narcotraficante.

Trate de contenerme, pues observe como la gente nos rodeaba, estaba llamando la atención y ese no era el plan — Mejor sigue practicando a ser una puta. Por qué créeme que eso vas a ser toda tu vida.

Me di media vuelta para alejarme cuando sentí como me tomaron del pelo provocando que tropezará, que hija de perra.

La asiática se subió encima de mí y comenzó a cachetearme — Tu eres la prostituta aquí — me escupió.

Con todas mis fuerzas logré empujarla, callo del otro extremo y corrí hasta ella invirtiendo los papeles — china de mierda — con mi puño cerrado comencé a pegarle en la cara, la ira me consumió, no podía detenerme pues me causaba tanta satisfacción ver su cara rebotar contra mi puño.

La tomé del pelo y me puse de pie — pídeme perdón — Le di una patada en el estómago provocando que callera al piso.

Seguí golpeándola hasta que con débil voz pronunció — Perdóname por favor — Noté como sus pómulos se humedecían.

La volví a tirar y seguí golpeándola, no sé por cuento tiempo hasta que sentí como unas manos rodearon mi cintura y me elevaron.

— Suéltenme — grite mientras pataleaba y vi cómo se acercaba el chico al cual le gane su auto a la pelinegra que estaba sentada en el suelo.

El peliazul le revisaba su rostro ensangrentado — Esto no se va a quedar así — me grito mientras se ponía de pie.

Seguía intentando zafarme de aquel agarre que por fin reconocí — Suéltame Han no eh terminado con esa pendeja.

A pesar de soltarle un par de puñetazos a han en su espalda para que me soltara el no hizo ni el más mínimo ruido ni señal de molestia. Me llevo hasta un lugar sin gente y por fin me bajo

En el momento que mis pies tocaron el suelo intente correr, pero Han me detuvo — Tranquilízate bambi, ya es suficiente.

—No, tiene que aprender a respetar — le dije, podía notar que mi ira disminuía.

Tomo mi cara entre sus manos y me miro directamente, ¿recuerdas lo que me contaste ayer? — con su pulgar masajeaba ligeramente mi pómulo y note que mis ojos comenzaban a inundarse — Tienes que aprender a controlarte bambi, no dejes que tus emociones se apoderen de tus actos.

Puse mis manos sobre las suyas — ¿Es eso lo que soy para ti Han? Una más — no pude evitar preguntarle, tal vez la asiática tenía razón ¿Quién me creía yo para querer cambiarlo?

Con su semblante serio me susurro — ¿Eso es lo que te he demostrado? — No, esa era mi respuesta corta. Han era un hombre espectacular, pero es imposible no pensar cosas negativas, esa maldita me hizo dudar.

Lo empujé contra la pared que estaba detrás de nosotros y le puse una mano en su cuello — Después de lo que acabas de ver ¿Aun quieres estar conmigo? — Mi voz temblorosa delataba mi temor a que él se alejara de mí, pero no iba a atarlo a nada que él no quisiera.

Para mi sorpresa él me sonrió — Créeme, con tus manos en mi cuello — me acercó hacia el tomándome de la cintura — lo último que quiero hacer es alejarme de ti.








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Hola, me encantaría que comentaran que les está pareciendo la historia y si es así me regalen un voto.

Les quiero, nos vemos en la proxima actualizacion.

Mi México || Han LueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora