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Y allí se encontraba él, observado fijamente al amor de su vida, ambos intercambiando miradas que denotaban el más incondicional amor.

– ¿Fang, aceptas a Sherkgod como tu legítimo esposo? –preguntó Ryu, parado al centro de los dos con una biblia entre las manos, derramando unas cuantas lágrimas.

– Sí, acepto.

– ¿Sherkgod, aceptas a fang como tu legítimo esposo? En la enfermedad, pobreza o algo así.

– Sí, acepto.

– Bueno, si nadie se opone a esta unión entonces los declaro mari-

– ¡Yo me opongo! –gritó alguien desde el público.

Era su madre.

– ¡Carajo, Fang! –la escuchó gritar nuevamente, y fue allí que despertó de aquella pesadilla.

Con cansancio restregó sus achinados ojos, asegurándose que todo había sido tan solo un mal sueño.

– ¡Apúrate o vas a ver, te llamaré por tu nombre frente a tus amigos! –volvió a gritar su madre desde el piso de abajo.

– ¡Un rato más! ¡Aún estoy temprano! –le gritó de vuelta, tapándose el rostro con sus mantas.

– ¡Ven ahorita mismo, tienes que ayudarme a lavar!

– ¡Pero mamá!

– ¡Sin peros! ¡Ven ahorita mismo o te juro que te llamo así frente a Buster!

– ¡Ya vooooy!

– ¡Responde bonito!

Cagandose de sueño tuvo que levantarse de su acogedora camita y dirigirse al primer piso, sintiendo el frío otoñal contra su piel.
Llegó todo despeinado y con su pijama de un show más, observando a su madre ordenar unos utensilios.

– Ya tienes que cortarte ese pelo, está más largo que el mío.

– A mi me gusta así, mamá.

La mujer tan solo rodó lo ojos, continuando con lo suyo. No quería discutir con su único hijo tan temprano.

– Ponte a lavar rápido para que te puedas ir a alistar, peínate bien ese nido que tienes.

El menor solo pudo obedecer de mala gana, sabiendo que no tenía escapatoria. Con molestia comenzó a lavar aquellos platos, aunque de manera minuciosa, puesto a que sabía que si lo hacía mal su madre le obligaría a arreglarlo.

– No sé por qué tenemos un chifa pero no puedo hacer kung fu –se quejó con la vista puesta en el plato que se encontraba enjabonando.

– No es culpa mía que no hayan lugares de eso en este pueblo.

– ¡Pero sí hay! Está ese arriba del otro chifa.

– Los dueños de ese kung fu son también los del chifa ese, no vas a darle de comer a la competencia. Además ya te metí en taekwondo, es lo mismo.

– No es lo mismo.

– Similar, sólo que no es negocio de la competencia.

– ¡Pero mi profesor aprendió todo en youtube!

– Y a mi qué, Fang. Apúrate en lavar y ya vete a estudiar, no quiero criar otro delincuente.

De ahí no dijo nada más. Le enojaba cuando su madre se refería a su hermano de aquella manera, pero no podía hacer nada al respecto. Sabía que si abría su boca tan solo ocasionaría más problemas, así que solo terminó de lavar, para después retirarse en silencio.

club penguin ❞ bustangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora