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Charlie Morningstar era la princesa y única heredera al trono del infierno. Una posición sumamente deseada por cualquiera de sus súbditos, más de uno había intentado quitarle lo que por derecho le pertenecía, pero ella jamás permitió que eso pasara.
La demonio realmente había crecido en una familia amorosa y comprensiva, sus padres eran su mayor adoración, la epítome de lo que significaba un amor real y puro, los responsables de que su mayor sueño, incluso ahora, sea encontrar a la persona indicada, esa que complete su vida, que pueda amar y ser amada de la misma forma que había visto a sus padres desde su nacimiento hasta la actualidad.
Lucifer y Lilith se habían esforzado porque Charlie creciera en el mejor ambiente posible, con los valores y principios que la convertirían en una gobernante justa y amable, realmente nunca pusieron el peso de su título sobre sus hombros, deseaban que su preciada hija tuviera una infancia normal y feliz, que pudiera experimentar todas sus etapas sin la presión de cumplir las expectativas de terceros o tener que comportarse a la altura de su cargo, y lo habían conseguido, pero esa felicidad no duró mucho tiempo.
Por mucho que quisieran protegerla de la maldad exterior, no podían mantener a la princesa encerrada en el castillo, debían dejar que que se relacionara con los demás, que reconociera su territorio, que hablara con sus subditos, que comenzara a ampliar su circulo social más allá de ellos y las criadas del palacio, debían dejar que fuera independiente.
Pero, después de todo, vivían en el infierno, ningún alma se mantiene pura mucho tiempo, y Charlie ya había superado ese rango.
Al inicio, las cosas parecían marchar bien, no habían aparecido mayores amenazas a su seguridad, las personas a las que se había acercado eran de familias nobles, tal vez por eso fue que se confiaron, bajaron la guardia lo suficiente como para que una de esas amistades pudiera cometer un intento de asesinato, el primero de muchos que la princesa sufriría a lo largo se su vida.
Ver a su adorada hija en cama, agonizante por el veneno, no sabiendo si su cuerpo sería lo suficientemente fuerte para resistirlo, fue un punto de quiebre para Lucifer y Lilith. Parece que habían sido demasiado benevolentes con su reino, tanto que sus subditos creían que podrían intentar algo así y salir con un simple castigo, pero habían cometido un enorme error, se metieron con su mayor tesoro, su pedacito de cielo, el fruto de su amor, su futura gobernante, y eso no lo iban a permitir.
Una vez que la salud de Charlie se estabilizó, ordenaron de inmediato la búsqueda y captura de la familia responsable y todos aquellos con los que se relacionaran, ordenaron una tortura diaria y prohibición de toda forma de alimento o bebida que pidiera llegar a sus manos. Luego de dos semanas, con Charlie de nuevo en pie, organizaron la ejecución de los traidores, tomaron la ayuda de los Overlords Alastor y Vox, transmitiendo por todo los medios lo que le pasaba a aquellos que intentaban dañar a su familia.
El evento fue presenciado por todo el infierno, las consecuencias eran claras para cualquiera que quisiera hacer una estupidez como esa, pero, solo para aclarar las dudas, usaron las cabezas como decoración del portón principal del castillo, el mensaje era claro, pero muchos tenían un ego superior a sus ganas de vivir, continuando con los fallidos intentos con cada año que pasaba.
A partir de ese suceso, el entrenamiento de Charlie comenzó, sus padres se aseguraron de que la princesa estuviera entrenada en todos los estilos de artes marciales, tuviera dominio de cualquier arma que cayera en sus manos, manejara a la perfección sus poderes demoniacos, y desarrollara inmunidad a cualquier tipo de veneno existente.
La pureza que la caracterizaba abandonó su ser en el momento en que puso un pie fuera del castillo, su ingenuidad salió huyendo con cada nueva traición que tenía que afrontar, sus esperanzas murieron al saber la realidad que su posición le implicaba.
Para cuando cumplió sus 1800 años, no quedaba ni un solo rastro de aquella niña dulce e inocente que una vez fue, su lugar había sido tomado por aquel ser solitario y despiadado, importando poco para ella causar una masacre si de eso podía sacar algo de diversión.
Todas las personas que se habían acercado a ella, realmente iban tras su corona, no solo conformándose con ser soberanos consortes, Charlie sabía que la sacarían de la ecuación en cuanto tuvieran la oportunidad, y ella no pensaba dárselas. Los mayores intentos de asesinato habían provenido de los que consideraba sus amigos, ahora solo eran una decoración más del portón.
Si eso era lo que tenía que aguantar por compañía, prefería mil veces estar sola, perdiendo poco a poco su empatía en el proceso.
Ahora ocupaba gran parte de su tiempo ayudando a su padre con los documentos, aprendiendo del oficio que tendría en un futuro muy cercano. Pero era imposible no agobiarse entre tantos deberes y tantos ojos atentos al mínimo fallo que cometiera, necesitaba un respiro, dejar salir sus frustraciones, así que, comenzó a frecuentar la Tierra.
Aprovechaba la poca vigilancia y cordura que tenían los humanos durante sus festivales para hacer y deshacer a su antojo. Su método de entretenimiento variaba mucho dependiendo del estado en el que se encontrara, pero lo que mayormente la liberaba, era poder cogerse a cualquier chica o chico que diera la talla, o hacer una obra benéfica y ahorrarle al reino mortal algunos desperdicios de oxigeno, a veces se sentía lo suficientemente benevolente como para hacer ambas; ese era el caso de hoy.
Charlie estaba volviendo a ponerse su ropa con una expresión de fastidio en su rostro, la desafortunada elegida yacía inerte sobre la cama, los humanos tendrían muy difícil el reconocerla, su rostro había quedado totalmente desfigurado, sus huesos se salían de su lugar, las prendas que aún llevaba puestas había quedado rasgadas, bañadas en su totalidad por su sangre, pobre del desgraciado que la encontrara.
- Espero que en tu próxima vida aprendas a ser un buen polvo. - Había terminado de vestirse, con su magia quitó todo rastro de sangre. - Vine a liberar estrés y tú me dejas peor que cuando llegué, es que ni para puta servías. - Comenzaba a pensar que fue muy amable con su muerte, si la llegaba a encontrar en el infierno, se aseguraría de darle el castigo apropiado por terminar de joder su día.
Por un momento pensó en buscar a alguien más, pero sus ganas se fueron por culpa de esa perra, no tenía el ánimo de lidiar con nadie más, así que se dirigió al bosque, dispuesta a abrir el portal y regresar al infierno. O eso pensaba hacer, cuando una suave risa la distrajo.
Sabía que nadie se adentraba al bosque por las supersticiones que tenían de él, no podía tratarse de uno de los humanos. Intrigada por saber el origen de aquella risa, se adentró más en el bosque, siendo guiada por una luz que veía no muy lejos de donde se llevaba a cabo el festival del pueblo.
Fue ahí que la vió, una hermosa criatura de largos cabellos plateados, portando un inmaculado vestido blanco con muchos pliegues ajustados a sus curvas, pero con la libertad de movimiento necesaria para su baile. Tenía un aura brillante rodeando cada parte de su cuerpo, tanta belleza no podía ser humana.
Su estado anímico había cambiado en cuestión de segundos, la ira siendo reemplazada por la admiración y añoranza transmitidas por la chica frente a ella. Era la escena más sagrada y etérea que sus impuros ojos alguna vez habían visto.
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La Charlie en modo: No más niñita tierna jajajajaja la sociedad gente, la sociedad nos jode a todos </3 la forzaron a volverse salvaje :<
Pero no os preocupéis, ya llegó el ángel que devolverá la luz a su oscuro corazón <3
~ Kath
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Dance With Me [Chaggie]
Fiksi PenggemarLa demonio solo había subido a la tierra en búsqueda de diversión. No se espera quedar encantada por aquella hermosa criatura bailando en medio de la oscuridad del bosque. ♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡ Créditos de Imagen: Aku__0130 en X