Cap 2

80 8 0
                                    

Bueno, su satisfacción había durado poco, habían ido al pueblo, habían hablado sobre eso, mostrado algunas cosas pero el chico parecía… no entenderlas, como si nunca hubiera ido a un lugar como ese. Le daba la sensación de que quizás… Era parte de una familia rica, nunca había visto lugares como un pueblo, más que nada por el simple hecho de haber estado en esa cafetería ya 20 minutos, el rubio ni siquiera había probado bocado de su hamburguesa o papás.

—emm… Will… ¿no tienen hambre? — Estaba algo nervioso, no quería pensar en su nuevo amigo como alguien que le diría que es comida campesina o esas cosas, más que nada por lo bien que había ido todo hasta ahora.

—¿hambre? — volvió la vista a su comida, olvidaba que era necesario comer, pero era tan extraño usar su boca— está bien… creo.

Bueno, ahora se retiraba lo pensado anteriormente, el rubio delante de él podría haber escapado, ¿porque este pensamiento en particular? Solo verlo respondía la pregunta, parecía ni siquiera masticar. Le había dado un bocado y al momento de tragar empezó a llenar rápidamente su boca con comida, desesperado, como si no hubiera comido en días, ni siquiera parecía que le negaron una cantidad buena, era como si le negaron la comida en sí

Mientras para Bill era exactamente eso, desde siglos cada vez que usaba esa forma, le negaba el alimento, nunca había comido y solo consumía su té,  esto causó que se acostumbrará, que ese dolor desapareciera por completo, dejara de sentir que sus tripas lo comían a él. Aquella tortura desde el punto de vista que le dieron fue necesario para quitar las necesidades de su cuerpo. Ahora, después de décadas negándose a una necesidad, probar eso de repente fue como un detonante para que su cuerpo recordará, para que una pequeña lágrimas salieran de sus ojos, y solo detuvo su frenético almuerzo cuando aquel castaño sostuvo sus manos.

—ey… calma, intenta masticar al menos…— se preocupó al ver eso, el lo noto tan desesperado… tratando de no ensuciar, no tirar nada, pero sin esconder aquella necesidad — si comes tan rápido podrías… ummm… mejor descansa un poco, te daré más…

— pero… —miro la comida antes de verlo a él, aunque ya sin nada, había terminado aquella hamburguesa, quizás por poco y se comió la servilleta — está bien… sólo tenía hambre…

Y eso terminó por hacer sentir una opresión en el pecho del castaño, ¿tenía hambre? ¿Cuánto tiempo estuvo así? Eso… eso debió haber pasado por algo, terminó en ese pueblo después de todo, un lugar puesto en la nada.

—Deberíamos comer más seguido… — no sabía si era pena o otra cosa, pero sentía algo de lástima por aquel chico, y después de todo necesitaba amigos de su edad — podrías venir conmigo seguido…

Bien, el principio del plan había salido como lo planeó, ese día fue simplemente precioso, ahora mismo vestía una camisa amarilla, pantalones de vaquero y unos zapatos muy cómodos, incluso logró pagarlo sin que su pino haya notado que uso un poquito de magia,  si se sintió nervioso pero verlo sonreír, hablarle amablemente y hasta reír con él y más aún de sus chistes era mejor de lo que pensó, ¿porque no lo había invocado él en vez de ese niño con aspiración a la telepatía? Hubiera sido tan diferente, pero eso ya era pasado, ahora quedaba planear el resto del día de mañana, si bien tuvo que despedirse podrían verse mañana, quizás pueda ayudarlo, conseguir trabajo allá, para él sería trabajo fácil.

Se detuvo un momento analizando cada pensamiento, ¿él trabajando en esa cabaña? Y más aún, ¿rebajarse a eso solo para estar cerca del enemigo? ¿Qué estaba pasando con él? Había algo muy grave, primero esos sentimientos, esas sensaciones extrañas y ahora esas ideas ridículas. Llevo una mano al pecho y negó, hace mucho, cuando era un demonio menor se obligó a reprimir su corazón para no sentir nada innecesario, ese corazón no existía, eso no era algo de un demonio, no podría ser eso, y no era posible.

La otra cara de la moneda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora