Amelie

28 2 1
                                    

Seguía sin entender la razón de estar en ese lugar. A pesar de que conocía a todas las personas presentes, me sentía como una extraña intentando encajar en alguna parte. No hace falta aclarar que soy muy mala en las situaciones sociales, porque me causan mucha ansiedad. Luego de una hora de estar de pie mirando a la gente con un vaso en mi mano, decidí que era momento de alejarse. Entré en la casa y me dirigí rapidamente a la sala de estar. Por suerte no había nadie allí.

Cuando me senté en el sofá, me quedé mirando un punto fijo en la mesa de centro, pensando en lo estúpida que era por no poder hablar con la gente como una persona normal. Mi vaso estaba lleno, porque mi estómago estaba tan estrujado que no me permitió beber ni un sorbo. Culpé a mi madre por obligarme a aparecer en esa estúpida reunión, y además me abandonó para estar con sus amigas. Sinceramente ni siquiera sabía qué estaban celebrando, razón suficiente para querer huir.

- ¿En qué piensas tanto? - mi cuerpo se tensó y destensó al oír aquella pregunta. Miré a mi alrededor y entonces divisé a la chica que se encontraba sentada en el sofá individual ubicado a un lado. Me sentí confundida, no solo por su pregunta, si no porque no noté cuando apareció.

- Nada - murmuré agarrando mi vaso de plástico con fuerza.

- ¿Qué es eso? - preguntó observando el vaso con curiosidad. - Mi tía no me permite acercarme a la barra.

- Ten, no lo he tocado - le ofrecí mi bebida y ella aceptó con una sonrisa. Entonces me di cuenta de algo; no tenía idea de quién era esa chica. Yo conocía a todas las personas de ese lugar, excepto a ella.

- Mmh. Asqueroso - murmuró luego de beber un sorbo. Dejó el vaso en la mesa de centro, y me hizo reír. - ¿Por qué estás aquí? La fiesta es en el jardín - su rostro reflejaba curiosidad, lo que me dió a entender que en vez de juzgarme, decidió interesarse.

- No lo sé, me sentí incómoda - respondí encogiéndome de hombros, intentando restarle importancia. No quería revelar demasiada información acerca de mí, después de todo, ella era una desconocida.

- ¿Tampoco conoces a las personas que están allá? - cuestionó haciendo un gesto hacia la puerta corrediza que daba al jardín trasero de la casa.

- Si los conozco, pero aún así - me acomodé mejor en ese sofá y de reojo vi que ella se movió. Se puso de pie, caminó frente a mí y se sentó a mi lado, no demasiado cerca, pero lo suficiente para detectar el olor de su perfume.

- Yo no conozco a nadie, por eso me estoy ocultando aquí - explicó. La observé cruzar sus piernas e inclinarse en mi dirección. Apoyé mi cabeza en el respaldo del sofá, sin apartar mi vista de su rostro.

Aquella chica comenzó a hacerme muchas preguntas. Eran preguntas simples, pero aún así fue dificil responder, al menos al principio. Me sentía en una especie de entrevista, aunque ella también reveló cosas de si misma, por lo que aprendí mucho sobre aquella desconocida.

Mientras ella hablaba, yo observé sus facciones, intentando memorizarlas. Tuve un extraño presentimiento que me obligó a hacer lo posible para no olvidar su rostro.

Normalmente las personas no hablan conmigo por más de un minuto, pues se dan cuenta de que no tengo muchas cosas que decir, pero ella continuó interesada en mí. Me dediqué a responder todas sus preguntas, distrayéndome de todo lo que estaba sucediendo fuera de esa sala.

Me atreví a preguntar una sola cosa esa tarde.

- ¿Cuál es tu nombre? - sus ojos hicieron contacto con los míos. Pude ver un poco de inseguridad en ellos al principio, pero finalmente respondió.

- Amelia - susurró con una sonrisa.

Justo después de que revelara su nombre, mi teléfono comenzó a vibrar. Era una llamada de mi madre. Al responder, me ordenó volver a la fiesta para despedirme de todos.

Jerrie Thirlwards//One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora