𝓵𝓪 𝓬𝓪𝓼𝓪 𝓭𝓮 𝓬𝓮𝓵𝓵𝓫𝓲𝓽

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Roier y Cellbit llegaron finalmente a la casa de este último. Al ver la inmensa estructura frente a él, Roier no pudo evitar que sus ojos se abrieran de par en par, sorprendido por la majestuosidad de la mansión.

—Wow, Cell... esta casa es enorme. ¿Acaso te pagan por matar o qué? —dijo Roier, impresionado, mientras observaba los detalles de la construcción.

—¿Eres brujo o qué? ¿Cómo lo supiste? —respondió Cellbit, con una sonrisa enigmática mientras lo miraba de reojo.

—Ah... solo bromeaba —Roier soltó una risa forzada, intentando disimular su nerviosismo.

—Ya veo... Ven, pasa —dijo Cellbit abriendo la puerta con un gesto.

Ambos entraron, y Roier no pudo evitar maravillarse aún más. El interior de la casa era igual de impresionante, con un diseño moderno y elegante, distribuido en dos pisos.

—Tu casa es muy bonita, Cell —comentó Roier, esbozando una sonrisa tímida.

—Gracias, supongo. Te mostraré tu cuarto, está en el segundo piso —dijo Cellbit mientras comenzaba a subir las escaleras.

—Ah, claro, gracias... —respondió Roier, aún sintiendo una ligera incomodidad, pero tratando de no demostrarla.

Los dos subieron las escaleras y caminaron por un pasillo amplio hasta llegar a una puerta al fondo. Cellbit la abrió y dejó ver una habitación espaciosa y bien decorada.

—Este es tu cuarto, niño —dijo Cellbit con una sonrisa burlona.

—Wow... está muy bonito. Gracias, Cellbit, por ayudarme —respondió Roier, devolviéndole la sonrisa.

—No hay de qué, niño —repitió Cellbit.

—¡Oye! Tengo nombre, ¿sabías? No me llames niño —protestó Roier, frunciendo el ceño.

—¿Ah, sí? ¿Y qué me vas a hacer, niño? —insistió Cellbit, disfrutando de la pequeña provocación.

—¡Que no me digas niño! ¡No soy un niño! —Roier cruzó los brazos, visiblemente molesto.

—Pareces un niño, estás bien pequeño. ¿Acaso no te desarrollaste bien? —bromeó Cellbit, mirándolo con una ceja levantada.

—Tch... —Roier resopló, ahora más enojado, pero tratando de contenerse.

—Está bien, ya no te molesto más. Me voy a bañar —dijo Cellbit con una sonrisa triunfante, mientras abría la puerta para salir.

—Uh, está bien... —respondió Roier, tratando de calmarse.

—Ah, y otra cosa... Si necesitas algo, solo dímelo. Sé que no confías mucho en mí por lo que viste en el parque, pero espero que con el tiempo lo hagas... —dijo Cellbit, antes de cerrar la puerta tras él.

Roier suspiró y miró alrededor de la habitación, finalmente comenzando a instalarse. Tras acomodar sus cosas, decidió darse una ducha para relajarse y despejar su mente.

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𝓜𝔂 𝓵𝓲𝓽𝓽𝓮 𝓫𝓸𝔂 (Guapoduo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora