𝓓𝓮 𝓬𝓸𝓶𝓹𝓻𝓪𝓼 𝓵𝓸𝓼 𝓭𝓸𝓼

125 17 0
                                    

______________________________________

Desperté lentamente, sintiendo el calor envolvente a mi alrededor. Al abrir los ojos, me encontré en una posición que me dejó sin aliento: estaba recostado sobre el pecho de Cellbit. El ritmo de su respiración era lento y constante, y el calor de su cuerpo me envolvía de una manera que me hizo sentir muy expuesto.

—Oh, por Dios… —susurré, sintiendo el calor subir a mis mejillas, que de inmediato se tornaron de un rojo intenso.

—¿Mmh?... Al parecer ya despertaste, Roier —dijo Cellbit, con una voz ligeramente ronca por el sueño mientras me miraba fijamente.

—¡Perdón, Cell! Oh Dios, lo siento mucho… —me apresuré a levantarme de su pecho, completamente avergonzado.

—No pasa nada, Roier. —Su sonrisa apareció de nuevo, y con ese tono tan casual que siempre me desconcertaba, añadió—: Te ves lindo sonrojado, ¿eh?

—E-eh… yo… tengo que irme, sí, claro, tengo que hacer unos trabajos… —dije rápidamente, con una sonrisa nerviosa, intentando escapar de la situación lo antes posible.

—Bueno, le diré a Natalia que prepare el desayuno. —Cellbit se levantó del sofá y caminó hacia la cocina como si nada hubiera pasado.

—Está bien, Cell… —respondí, y sin poder evitarlo, casi corrí hacia mi cuarto.

En el cuarto de Roier

Cerré la puerta detrás de mí y me apoyé contra ella, llevando una mano a mi rostro, que aún ardía.

—¡Dios! ¡Dios…! No puede ser que dormí con Cellbit… Esto es demasiado confuso. ¿Realmente me gusta Cellbit? ¿Le gusto yo a él? No, definitivamente no… —Suspiré y me metí en la ducha, dejando que el agua fría calmara el torbellino de pensamientos que me asfixiaba.

Salí de la ducha, me vestí rápido y bajé a desayunar con Cellbit.

...

Al llegar a la cocina, lo encontré peleando por teléfono. Estaba discutiendo… pero no en español, sino en portugués. Me sorprendió escuchar lo fluido que sonaba, ni siquiera sabía que Cellbit hablaba portugués.

—¿É que vocês são estúpidos?! Ele pegou a mercadoria de hoje!! Filhos da puta, é melhor chegar hoje porque senão ele vai cortar a cabeça de você… —dijo furioso antes de colgar el teléfono. Respiró hondo y se sentó en el comedor, como si nada hubiera pasado.

—Uuh… Cellbit, ¿estás bien? —pregunté mientras me sentaba a su lado, con algo de preocupación.

—¿Ah? Sí, estoy bien, Roier —dijo, ya más relajado.

—Bueno… —murmuré, mientras comenzábamos a desayunar en silencio.

—Roier, después de comer, vamos a hacer algunas compras. Parece que la luz no va a volver por la tormenta. Necesitamos velas y algunas lámparas, además de algo de comida. —Cellbit parecía decidido mientras tomaba otro bocado.

—Ah, sí, claro. Está bien —respondí, tratando de concentrarme en la comida, aunque mi mente aún no podía sacarse de encima la sensación de lo ocurrido esa mañana.

𝓜𝔂 𝓵𝓲𝓽𝓽𝓮 𝓫𝓸𝔂 (Guapoduo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora