𝓮𝓵 𝓽𝓻𝓪𝓫𝓪𝓳𝓸 𝓭𝓮 𝓬𝓮𝓵𝓵𝓫𝓲𝓽

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Roier apenas se estaba despertando cuando escuchó que tocaban a la puerta. Aún medio dormido, murmuró:

—Umm... ya voy... —se levantó lentamente, adormilado, y se dirigió a abrir. Al abrir la puerta, encontró a Cellbit.

—Oh, hola Cellbit —dijo Roier, rascándose la cabeza—, ¿pasó algo?

—Buenos días, Roier —respondió Cellbit con una sonrisa—. No, no pasa nada grave. Solo venía a decirte que bajes a comer.

—Ah, está bien, ahora bajo —respondió Roier, su voz aún algo pesada por el sueño.

Después de que Cellbit se marchó, Roier salió de su habitación y bajó las escaleras con pasos pesados. Al llegar al comedor, vio a Cellbit señalando la mesa, donde el desayuno ya estaba servido. Se sentaron juntos a comer en silencio, pero al poco rato, Cellbit lo miró, pensativo.

—Oye, Roier... —dijo Cellbit, interrumpiendo el silencio—. ¿Te puedo hacer una pregunta?

Roier lo miró curioso, mientras tomaba un sorbo de café.

—Claro, dime, Cell. ¿Qué pasa?

—Tú ya habías empezado la universidad, ¿verdad? —preguntó Cellbit, inclinando la cabeza ligeramente.

Roier dejó la taza sobre la mesa y suspiró.

—Sí, estudiaba, pero tuve que dejarlo. Mis padres ya no podían pagar mis estudios.

Cellbit lo observó detenidamente por unos segundos, pensando en lo que acababa de escuchar.

—¿Te gustaría volver a estudiar? —preguntó Cellbit, arqueando una ceja, intrigado.

Roier desvió la mirada, como si la pregunta lo incomodara.


—La verdad... sí, me gustaría mucho.
—Su voz se apagó un poco al final de la frase.

Cellbit asintió, comprendiendo la situación.

—Entiendo, Roier... —dijo con una sonrisa amable, antes de retomar el desayuno.

El ambiente en la mesa quedó en un silencio cómodo, mientras ambos continuaban comiendo.

...

Más tarde, Cellbit se encontraba en la sala revisando algunos papeles cuando su teléfono móvil comenzó a sonar. Miró la pantalla y, con un suspiro, contestó.

—¿Aló? —dijo con voz calmada.

—Hola, jefe... —respondió una voz nerviosa al otro lado de la línea—. Umm, lo llamo porque... tenemos un problemita.

Cellbit frunció el ceño, anticipando malas noticias.

—¿Qué pasó ahora? —preguntó, alzando un poco la voz.

—El chico que capturamos... bueno, se escapó —dijo la voz, titubeando.

—¿¡Cómo que se les escapó?! —gritó Cellbit, poniéndose de pie de inmediato—. ¡¿Entonces para qué demonios los tengo a ustedes?! ¡Son unos inútiles!

—¡L-lo sentimos, jefe! No volverá a pasar, lo prometo...

—¿Perdonarlos? —la furia crecía en su voz—. ¡Mejor vayan y búsquenlo ahora mismo! ¡Voy para allá!

𝓜𝔂 𝓵𝓲𝓽𝓽𝓮 𝓫𝓸𝔂 (Guapoduo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora