𝓛𝓪 𝓼𝓸𝓶𝓫𝓻𝓪 𝓭𝓮𝓵 𝓼𝓲𝓵𝓮𝓷𝓬𝓲𝓸

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-Cellbit Lange miraba por la ventana de su oficina, su reflejo mezclándose con el oscuro horizonte de la ciudad. Las luces titilaban a lo lejos, como pequeñas llamas perdidas en la inmensidad. Pero en la mente de Cellbit, esas luces eran insignificantes, eclipsadas por la oscuridad de su plan.

El silencio en la habitación era sepulcral, solo interrumpido por el suave zumbido del ventilador en el rincón. Sobre la mesa de madera oscura, una hoja de papel estaba desplegada, cubierta de notas escritas a mano, diagramas, y una foto en blanco y negro: el ex de Roier.

Habían pasado meses desde que Cellbit y Roier habían comenzado su relación, un vínculo tan profundo como peligroso. Pero había un problema, una sombra que acechaba constantemente su felicidad: su ex. Aquel hombre que había dejado cicatrices en Roier, físicas y emocionales, seguía siendo una amenaza. Y Cellbit no era alguien que dejara cabos sueltos.

Había una línea fina entre la justicia y la venganza, y Cellbit la había cruzado sin dudar. Ya no se trataba solo de proteger a Roier; era una cuestión de orgullo, de demostrar quién tenía el control.

El teléfono vibró en la mesa, rompiendo el silencio. Cellbit lo tomó, observando el mensaje que acababa de llegar. Era una confirmación. Los dos sicarios que había contratado, hombres de confianza, ya estaban listos.

Junto a ellos, Cellbit había trazado un plan meticuloso, calculado al detalle. Cada movimiento, cada decisión, había sido planificada con una precisión quirúrgica. No podía haber errores. Sabía que una vez que pusiera esto en marcha, no habría vuelta atrás.

El lugar seleccionado para la emboscada era una vieja fábrica abandonada en las afueras de la ciudad, un espacio desolado y olvidado, perfecto para un trabajo que debía permanecer en las sombras. Cellbit había elegido este sitio no solo por su aislamiento, sino porque simbolizaba el destino que había decidido para el ex de Roier: ser olvidado, desaparecer

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Roier descansaba en casa, ajeno a la tormenta que se gestaba a su alrededor. Había algo en su mirada, en la forma en que sus ojos brillaban cuando hablaba con Cellbit, que denotaba una paz que hacía mucho tiempo no experimentaba.

Cellbit lo había notado desde el primer día; Roier no solo era su pareja, sino también su razón para mantener el control en un mundo donde la locura podía apoderarse fácilmente de alguien como él. Pero esa noche, Cellbit no podía quedarse a su lado. Había algo más grande en juego, algo que iba más allá del amor. Salió de la habitación sin hacer ruido, dejando a Roier dormido, y se dirigió al lugar donde lo esperaban.

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En la fábrica, los dos sicarios, Bruno y Lucas, lo aguardaban en la penumbra. Ambos hombres eran profesionales, entrenados para no hacer preguntas.

Habían trabajado con Cellbit en el pasado y sabían que cuando él les asignaba una tarea, debían cumplirla al pie de la letra.

- ¿todo listo? -Pregunto cellbit, mientras encendia un cigarrillo su voz rosonando en el eco de la fábrica vacía.

Bruno asintió, su rostro serio bajo la luz parpadeante de una lámpara vieja. Lucas revisaba una vez más las armas que habían traído, asegurándose de que todo estuviera en orden.

- El objetivo llegará en cualquier momento -Dijo bruno mirando hacia la entrada.

Cellbit asintió, tomando una larga calada de su cigarrillo. Sentía la adrenalina comenzando a correr por sus venas, una mezcla de anticipación y determinación. Este era el punto sin retorno.

Sabía que una vez que este trabajo estuviera terminado, no habría marcha atrás.

-Recuerden, esto no solo es un trabajo. Este es un mensaje-. Murmuró cellbit, Sus ojos brillando con una frialdad que hasta los sicarios sintieron.

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El plan era simple, pero brutal. El ex de Roier había sido atraído hasta la fábrica bajo pretextos engañosos, convencido de que se trataba de una reunión de negocios.

Pero lo que le esperaba no era un trato, sino una sentencia. Los minutos pasaron lentos, cargados de tensión. Cellbit podía escuchar el latido de su propio corazón, cada pulsación un recordatorio de lo que estaba a punto de hacer.

Finalmente, el sonido de un coche aproximándose rompió el silencio. Bruno y Lucas se movieron a sus posiciones, invisibles en la oscuridad

La puerta de la fábrica se abrió con un chirrido metálico. El ex de Roier entró, su silueta recortada contra la luz de la luna. Miró alrededor, algo desconfiado, pero sin sospechar la trampa que le había sido tendida.

-¿Hay alguien aquí? -.Pregunto, Su voz resonado en la Fabrica vacia. Cellbit dio un paso para que la luz revela su presencia. Miro natalan la presencia, la confucion mezcladas con el temor en su rostro.

--¿Qué... qué haces aquí? -. Dijo entre Balbuceos retrocediendo unos paso atras.

-Terminar lo que tú empezaste-. respondió Cellbit con frialdad, tirando el cigarrillo al suelo y apagándolo con la punta de su bota.

-Antes de que natalan pudiera reaccionar, Bruno y Lucas aparecieron desde las sombras, moviéndose con precisión. Lo rodearon, cortándole cualquier posibilidad de escape.

-Esto no tiene por qué ser así... comenzó a decir Natalan, su voz temblando, pero Cellbit lo interrumpió con un gesto de la mano.

-Sí, sí tiene que ser así. -replicó Cellbit, su tono cortante como una cuchilla.

-El silencio volvió a caer sobre la fábrica, solo roto por el sonido de la respiración acelerada del hombre. Cellbit se acercó, su figura imponente bajo la luz.

-Roier es mío -dijo en voz baja, pero con una determinación que hacía estremece.

-El silencio volvió a caer sobre la fábrica, solo roto por el sonido de la respiración acelerada del hombre. Cellbit se acercó, su figura imponente bajo la luz.

-El trabajo fue rápido, eficiente, y despiadado. Cellbit observó en silencio, sin apartar la mirada, asegurándose de que cada detalle se ejecutara según sus instrucciones

-No era solo la violencia lo que importaba, sino el mensaje. Uno que sería imposible de ignorar. Cuando todo terminó, el silencio volvió a llenar la fábrica.

-El cuerpo de natalan yacía en el suelo, inerte, rodeado por un charco de sangre que se oscurecía con cada segundo que pasaba. Cellbit dio un último vistazo, sus ojos fríos y calculadores.

-Limpien todo. Que no quede rastro ordenó antes de girarse y salir de la fábrica.

-Mientras caminaba hacia su coche, sintió una extraña calma apoderarse de él. Había hecho lo que debía hacerse. Ahora, Roier estaría seguro, libre de cualquier sombra del pasado. Encendió otro cigarrillo y tomó una bocanada, dejando que el humo llenara sus pulmones.

La noche era tranquila, el aire frío. El trabajo estaba hecho, pero sabía que las consecuencias no se harían esperar. En su mundo, la sangre atraía más sangre, y aunque hoy había ganado.

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-Cuando volvió a casa, Roier seguía dormido, ajeno a lo que había sucedido. Cellbit se deslizó en la cama a su lado, observando su rostro sereno bajo la luz de la luna que entraba por la ventana. Lo acarició suavemente, su corazón latiendo más lento ahora que estaba de vuelta a salvo, junto a la única persona que importaba.

Cerró los ojos, dejando que el cansancio finalmente lo venciera. Mañana sería otro día, pero por ahora, podía disfrutar de ese breve momento de paz, sabiendo que había hecho lo necesario para proteger lo que amaba.

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Holaa, porfin otro capítulo jajaj, ahora si a desaparecer otro mes,
byeee(cambiaré la portada)

𝓜𝔂 𝓵𝓲𝓽𝓽𝓮 𝓫𝓸𝔂 (Guapoduo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora