¿𝓟𝓸𝓻𝓺𝓾𝓮 𝓶𝓮 𝓮𝓷𝓬𝓸𝓷𝓽𝓻𝓮 𝓬𝓸𝓷𝓽𝓲𝓰𝓸?

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El sol apenas asomaba en el horizonte cuando la alarma de Roier sonó. Las 5:00 am. Aún somnoliento, estiró la mano para apagar el molesto sonido y suspiró. Era otro día de universidad, y aunque no era fácil acostumbrarse a las madrugadas, sabía que debía levantarse. Se alistó rápidamente y se metió a la ducha. El agua caliente le ayudaba a despejarse, aunque su mente ya estaba alerta, pensando en todo lo que tendría que hacer durante el día.

Cuando terminó de bañarse, se vistió y bajó las escaleras en dirección a la cocina. Eran las 5:49.

Pov's Roier

Caminé directo a la cocina, como siempre lo hacía. Sabía que necesitaría algo para no morirme de hambre mientras estudiaba. Natalia, la encargada de la limpieza, ya estaba allí, ocupada preparando algo. Era increíble cómo siempre parecía estar un paso adelante de mí. Aunque no le había pedido desayuno, allí estaba, sirviendo un plato con una sonrisa amable.

-Gracias, Natalia -le dije después de terminar de comer. Ella me sonrió y asintió mientras recogía mi plato.

Con el estómago lleno, fui a lavarme los dientes. Al entrar al baño, casi me paralizo. Allí estaba Cellbit, mojado y con una toalla alrededor de su cintura, su pecho al descubierto. Un calor subió por mi rostro, y no pude evitar sonrojarme. Nunca lo había visto así antes.

-Oh... Dios, lo siento, Cell -dije, nervioso, evitando mirar directamente. -No pensé que estabas aquí.

-No pasa nada, Roier -dijo con su voz tranquila, sin parecer afectado por la situación. -Ya me iba, entra si necesitas. Yo ya terminé.

Me miró con esa calma que siempre tenía, y yo no podía evitar sentir cómo mi corazón latía más rápido. Vaya, este hombre... qué atractivo es... Mis pensamientos me traicionaban. Espera, ¿qué estoy pensando? ¡Roier, cálmate!

-Cuando termines, te espero para llevarte a la universidad -añadió Cellbit antes de salir del baño.

Cuando finalmente terminé de lavarme los dientes, agarré mi mochila y salí del baño.

-Ya terminé, Cell -dije, intentando mantenerme neutral.

-Perfecto. Vamos -me respondió con esa voz grave que, de alguna manera, me tranquilizaba. Me abrió la puerta y me dejó pasar primero, un gesto pequeño pero que siempre me hacía sentir especial.

En el auto

El trayecto hacia la universidad fue tranquilo, aunque en mi mente seguían resonando las imágenes de Cellbit en el baño. ¿Por qué sigo pensando en eso?, me pregunté mientras miraba por la ventana, intentando despejar mi mente.

De repente, empezó a llover, pequeñas gotas golpeaban las ventanas del auto. Cuando llegamos, Cellbit me señaló el paraguas que estaba en el asiento trasero.

-Roier, lleva el paraguas para que no te mojes -me dijo, siempre atento.

-Gracias por traerme, Cell. Nos vemos más tarde -dije, tomando el paraguas y abriendo la puerta para salir.

𝓜𝔂 𝓵𝓲𝓽𝓽𝓮 𝓫𝓸𝔂 (Guapoduo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora