Capitulo 10

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1999.

Era pleno año nuevo, los fuegos artificiales estallaban en el cielo mientras todos festejaban.

¿Y yo? Pues estaba sola.

Hee-ran y Yeon-Jin estaban en Corea divirtiéndose, lo más seguro. Mamá aun seguía trabajando. En la televisión pasaban su reporte y como sonreia diciendo esas palabras como cada año.

"Les deseo un grato año lleno de felicidad, ¡Es hora de festejar!"

Y alzando su copa, las noticias terminaban.

Me había unido a la liga de patinaje LiWoun. Los comerciales y entrevistas eran algo más común que el entrenamiento. Simple Marketing...

Hace un año festejaba el año nuevo en mi antigua escuela con Areum y Sun Bae, divirtiéndonos y tomando. Ansiaba tanto una buena cerveza ahora mismo.

Aunque mis deseos fueron desprendidos por culpa de un niño.

—¡Oye tu! ¿No eres la patinadora Sunji? —.Pregunto un niño corriendo a mi lado, estaba despeinado y su pelo rubio se alzaba por el viento, sus mejillas coloradas y una sonrisa en su cara.

—Es Sun-Hee, no Sunji —Respondi tratando de dejarle en claro que no quería entablar una conversación.

Su boca se abrió por la sorpresa observándome con fanatismo. Y sonrio aun más.

—¡Sunji! —Repitió el niño mientras daba pequeños brincos.

—Sun-Hee —Repeti empezando a frustrarme. Pero la voz grave y algo cansada de un hombre se hizo presente.

—¡Marco! Te he dicho que no molestes a las personas —Un hombre de por lo menos unos veinte y tantos se acercaba tomando al niño, ahora Marco, entre sus brazos.

Algo sorprendida de ver a alguien cercano a mi edad con un hijo. Aun recordando las palabras de mi abuela.

"¡Aprovecha para tener hijos! ¡Sino cuando quieras tenerlos, estarás toda seca!"

Un escalofrío leve recorrio mi columna, tener un hijo era algo que no planeaba en esta ni otra vida.

—Lo siento señorita... ¿Sun-Hee? —Algo sorprendida de que supiera pronunciar mi nombre, levante la vista para verlo. Sonreia algo apenado, aunque era igual que su hijo. Rubio y de ojos azules.—Nunca creí encontrar a una campeona de patinaje en año nuevo.

—Nunca creí encontrar a alguien que sepa decir correcto mi nombre.—Unas risas intercambiamos aunque su hijo nos veía confundidos.

—Soy Thomas Baxter, y este es mi hijo, Marco. —Dijo extendiendo su mano.

—Park Sun-Hee. Un gusto —Y también extendi la mano dando un leve apretón de manos.

—Lamento si Marco le dijo algo ofensivo o la molesto.

—No se disculpe, no dijo nada malo ni me molesto.

Y una sonrisa se extendio en el rostro de Thomas.

Era pleno año nuevo en Nueva York. Los edificios estaban brillando mientras Marco dormia en los brazos de Thomas y él y yo platicábamos.

—Todo eso hacías a los 18, ¿En serio? —Una risa suave salio de sus labios mientras me miraba con sorpresa.

—Bueno, las peleas callejeras estaban muy de moda —Hacia mucho que no bromeaba con alguien de esta forma, excepto con Yijin...

Rascando mi cuello deje de pensar en el y empecé a escuchar las anécdotas de Thomas a sus 18.

Yijin.

Habian pasado algunos meses después de año nuevo, le habia dicho a mi madre que me iría a conseguir trabajo algo que no me nego.

Mis pies ansiosos hacían ruido mientras chocaban con los tapetes del tren. La noticia de que Sun-Hee estaba en Estados Unidos no era fácil de pasar.

Apenas me había enterado por la entrevista que le habían hecho apenas hace unas horas.

Por ahora trate de calmarme mirando por la ventana, que funciono tanto que me dormí.

Volvia a casa después de tanto tiempo para tratar la pasantia de periodismo, cuando iba en la universidad, junto a unos amigos tuve un canal de radio, algo que me gustaba.

Había sido aceptado y ahora iniciaría la semana de prueba.

Algunas semanas después, la sensación de culpa se iba yendo de poco a poco en mi, ver a Sun-Hee triunfando en los torneos, sus trucos, la delicadeza y rudeza con la cual podía hacerlos dependiendo de ella, o su pelo cafe recogido en una coleta mientras patinaba era lindo.

Aunque tenia que volver a la realidad, la había hecho llorar, y ni siquiera una simple carta le había hecho.

La rigidez en mi cuerpo volvió y trate de calmarme, aunque fui incapaz por culpa de las palabras de mi jefe.

—Yijin, hay una vacante para una entrevista con la patinadora Sun-Hee en la sección deportes, la tomas? —Pregunto entregandome unos papeles, lo normal que te entregan para las entrevistas.

Yo no era de deportes, reportaba sobre el clima, pero esta era una oportunidad

¡Gracias destino! Por fin sirves de algo.

La entrevista seria en Los Angeles, después de la competencia donde se dará a tomar a la ganadora nacional.

La pista estaba llena, los asientos ocupados por fanáticos, camara, guardias de seguridad. Todo lo necesario para la competencia.

Había sido reñida, las competidoras a su modo lo habían hecho perfecto, pero era turno de Sun-Hee y Sung-Min.

La rapidez de Sung-Min ocultaba un poco los nervios que se veía en su cara, no la conocía, pero sabia que había estado en la escuela de Sun-Hee y que ahora estaban en la misma agencia.

Su traje azul con destellos casi plateados era hermoso, pero no pude evitar mirar a otro lado, a Sun-Hee.

Estaba recargada en la puerta de entrada, casi era su turno, y su traje negro la hacia más hermosa de lo que ya era, los nervios se juntaron en mi al no saber que decirle cuando la viera nuevamente. Si, tenia que decir las preguntas que había escrito en el viaje de Corea a Estados Unidos, pero volver a vernos cara a cara después de meses era difícil.

Sin darme cuenta, Sun-Hee había entrado a la pista patinando, su mirada no iba para mi, gracias a dios no se había dado cuenta de mi presencia entre los demás periodistas.

La competencia fue buena, y cuando le pusieron la medalla de oro a Sun-Hee, una sonrisa se asomo en mi rostro. Aunque fue borrada cuando se dirigió a un hombre rubio y a un niño, estos la recibieron con abrazos.

¿¡Que carajos, se había conseguido un sugar daddy!?

No, han de ser amigos. Jure para mis adentros y trate de tomar de mi agua, aunque un grito ahogado salió de mi cuando los vi besarse.

Con furia quería ir a separarlos, pero no pude. Ella ya había hecho su vida, no había lugar para mi.

Algo incomodo en mi asiento tuve que esperar mi turno, los demás periodistas me habían dejado hasta el último de las entrevistas.

—Buenas tardes, señorita Park. —Dije apretando mi micrófono mientras ella quedaba sorprendida al verme.

—Buenas tardes —Respondio con indiferencia cruzándose de brazos.

—Buenas tardes —Respondio con indiferencia cruzándose de brazos

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