𝐅𝐀𝐕𝐎𝐑𝐈𝐓𝐄 𝐆𝐈𝐑𝐋

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"Gojo Satoru como padre es mi favorito entre todas sus versiones."

– Gojo Himari


[ * * * ]


Satoru y Himari, como padres, sabían y sentían que algo andaba mal. Tsumiki pasaba callada la mayor parte del tiempo, preocupada por algo de lo que ellos no estaban enterados.

—Bueno, ¿vas tú o voy yo? —Himari posa sus manos en sus caderas mientras mira fijamente a su esposo.

—Tengo miedo de la respuesta —responde Gojo con un suspiro—. ¿Qué si es sobre un chico? ¿Qué hago? ¿Lo asesino?

—No vas a asesinar a nadie, Toru. Sólo hay que preguntar qué es lo que tiene a la niña tan preocupada.

Al final, se acercan los dos. Tocan la puerta dos veces y a la tercera, Tsumiki les abre. La habitación de la niña había sido remodelada hace unos meses, ahora era rosa y blanco con un montón de decoraciones de flores de cerezo que su padre había mandado a hacer para ella. El escritorio estaba revuelto, como si un huracán hubiese pasado por allí.

—¿Sí? —ella pestañea hacia sus padres.

—¿Pasa algo, cariño? —pregunta Himari.

—¿No? —la niña luce dudosa—. No, no. No pasa nada, mamá. De verdad.

Gojo intenta una vez más, pero su hija insiste en que nada pasa. Ellos salen de la habitación en silencio, y entonces empiezan a llamar. Gojo Satoru se vuelve un poco loco al no obtener respuestas de la escuela.

Nada ha pasado, nada ha ido fuera de lo normal.

—La academia —Himari golpea el hombro de Gojo—. Llamemos a la academia.

La docente de Tsumiki contesta y al inicio no da las respuestas que esperan. Sin embargo, después de unos segundos sólo dice que la actitud de su hija se debe al recital de piano de la próxima semana. No por nervios, o por falta de preparación. Es porque los recitales ya no son tan populares, y las entradas no se estaban vendiendo bien.

A Gojo casi se le revienta una vena del cuello.

Era el recital en donde Tsumiki iba a hacer el acto más largo e importante de la noche.

—Déjame ver lo de las entradas —le dice él cuando la llamada se cierra.

Sobraban un montón de asientos cuando vió en la página del teatro.

—Ah, maldición —Himari cierra los ojos mientras se sienta al lado de Gojo en el comedor de la casa.

—Yo me encargo —dice él.

—¿Cómo? —Gojo sólo se encoge de hombros—. ¿Qué? ¿Qué vas a hacer, Toru?

—Nada ilegal —él le guiña un ojo.


[ * * * ]


El teatro era de tamaño medio, no era el más grande de Tokio, pero tampoco era el más pequeño.

En casa, Himari había elegido el vestido más bonito de todo el armario de su hija y le había hecho una corona de trenzas decorada con flores silvestres pequeñas. Lucía preciosa.

—Todo va a salir bien, mi amor —Himari le besa la frente a Tsumiki, y luego le borra la marca de gloss que ha dejado.

—¿Y si sólo vienen cinco personas? —la niña se retuerce las manos.

𝐑𝐀𝐈𝐒𝐈𝐍𝐆 𝐌𝐄𝐆𝐔𝐌𝐈 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora