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El lugar estaba a reventar, a dónde fuera que te movieras chocabas con personas ya sea que estuviesen bailando, cantando, gritando y ve a saber que otra cosa estaban consumiendo en esos vasos rojos de plástico sin vergüenza alguna. Cuando eran los fines de semana, es donde más trabajo tenía, pero también, dónde más esfuerzo debía invertir en su servicio al cliente, ya que en días así, es cuando llegaba a ganar el doble de su sueldo semanal, y era algo que debía obtener para seguir subsistiendo.

Aunque habían más veces de las que quisiera recordar dónde a duras penas recuperaba el precio de una sola botella cuando no fue la única que consumieron, y esto por no poder evitar decir lo que pensaba, sobre todo a los alfas que siempre creían que podían hacer con él lo que quisiesen al darle propuestas indecorosas, ya que para eso estaban los omega ¿no?. Para complacerlos, actuar sumisos y hacer lo que se les ordene sin cuestionamiento alguno.

Pero para él esa idea era la más errónea que existía, nadie más que él mismo podía dictar lo que haría o no, no era de nadie más que de si mismo, se pertenecía.

Y eso era algo que constantemente tenía que demostrar, cómo en estos momentos.

- ¿Por qué no dejas un rato tu trabajo y te liberas de ese estrés con nosotros, precioso?; te aseguro que con lo que te pagaríamos no tendrías que venir por una semana.- jactó con burla y lujuria uno de los alfas a quienes atendía en esa mesa mirándolo directamente, en un tono de voz demandante nada discreto a su oído que se encontraba cerca de su boca, ya que se encontraba encorvado sobre la mesa retirando los vasos y botellas vacías.

Los demás acompañantes a su alrededor de ese sillón de media luna lo escucharon y empezaron a soltar pequeñas risas, algunos haciendo comentarios nada discretos sobre las cosas que querían hacerle y otros simplemente sonriendo ante sus pensamientos pecaminosos mientras se lo comían con la mirada. Todos lo superaban en al menos 10 años de edad.

- Disculpe que rechace su propuesta, pero tengo más trabajo que hacer.- sin querer hacer contacto visual con ninguno, respondió de la forma más educada que pudo, pero eso no pudo evitar que saliera tajante, mientras seguía limpiando la mesa con un trapo todo el líquido que estaba vertido sobre ella.

Como apestaba.

Y no solo la mesa.

- Niño no te lo voy a repetir dos veces, quédate aquí.- el mismo alfa que le había hablado anteriormente sin estar conforme con su respuesta negativa, se vió en la necesidad de agarrar su antebrazo para que el omega le prestara atención, y el olor delataba que se encontraba molesto.

Pero Jeongin jamás volteó a verlo a pesar de que había detenido el brazo con el cuál limpiaba; a vista de los demás parecía que tenía una actitud sumisa ya que se rehusaba a alzar la mirada, y eso les encantaba.

Solo que él sabía que si lo miraba, iba a demostrar con sus ojos lo mucho que odiaba que lo tocara y no iba a resistir darle un fuerte golpe en la cara.

Su paciencia ya se estaba cansando cuando notó que inconscientemente alzó levemente la esquina de una de sus comisuras, mostrando su pequeño pero afilado colmillo. Con suerte para él, las luces eran distractoras y te impedían ver hasta lo que tenías enfrente.

Respiró profundo tratando de calmarse o todo lo que había aguantado en la noche habría sido en vano, y se iría a casa sin un quinto.

Porque una regla del club era que cualquiera de los trabajadores, especialmente los meseros que provocara una pelea con los clientes, tenía que pagar los daños con sus miseros sueldos.

Y con la situación de su madre, no era algo que estuviera en sus planes.

- Lo siento, pero mi trabajo es ser estrictamente su mesero y nada más que eso.- finalmente terminó su labor de limpiar levantándose y poniendo el trapo húmedo encima de la bandeja donde se encontraban todas las demás cosas que había que tirar, ocasionando que se liberara de ese agarre a su antebrazo de forma brusca.

✿ Hanahaki ✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora