Prólogo.

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En esta vida y la siguiente estas destinado a ser mío.

Tu cuerpo y tu alma siempre me van a pertenecer.

Y voy a reconocerlo.

Gracias a esas hermosas esmeraldas que llevas en tus ojos, tus labios finos y delgados están listos para decir unas palabras muy simples pero fuertes.

Te pertenezco.

Y así sellar todas las gotas del planeta.

Por eso te amo.

Mi gran primer amor.

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Una dulce lluvia rociaba con sutileza el jardín abierto en el exterior. Las gotas eran suaves y puras. Tal como aguas de las rocas. Un kimono hermoso de tela lisa. Colores oscuros como su color de cabello, pero de vibra brillante como los ojos del portador. Eran manchados con el agua, oscureciendo aquella prenda.

Una mariposa se quedó sutilmente sobre su nariz. El Omega azabache sonrío. Pues todo se del era una energía hermosa. Que decía mucho de las personas sin siquiera tocarlas. Pues era tan puro como el agua en la que el caía.

Un olor ligero a licor llegó a su nariz. Y en vez de espantarse como todos, sonrío a donde estaba el olor. Le levantó y corrio, la mariposa de alas azules se alejó de el cuando llegó a los brazos del peli-rosa y ambos cayeron fuertemente al suelo.

—Sukuna-sama. ¡Has llegado!—Le movió feliz, sus ojos verdes esmeralda lo recibieron con mucha vida.—¡Estaba muy preocupado por ti!

—Estoy bien pequeño.—Le explico a su pequeño angel mientras tocaba su cabello.—¿No te aburriste?

—¿En este campo abierto? ¡Si es hermoso! Pero ahora que estás. Estaré aún mejor.

Sukuna sonrió y sostuvo su rostro entre ambas manos, ambos se miraron con anhelo, sus ojos se cerraron, dispuesto a tocar sus labios.

Cuando el peli-rosa estuvo apunto de hacerlo. Su pequeño se detuvo.

—Dejame ir. Sukuna.

Al abrir sus ojos noto como la sangre se desprendia de su pecho. Cayó a la grama. Sukuna se despero. Sus ojos comenzaron a moverse muy rápido. De la boca de su amado comenzaron a salir mariposas llenas de sangre.

No no no no.

Su suave mano toco su mejilla. Sukuna pestañeo. Las lágrimas en sus ojos le hicieron darse cuenta de que no estaba en ningún campo, estaba en la guerra. Y su pequeño estaba sin vida en sus brazos.

—Al fin, ¡acabamos con la debilidad del tirano!

Todos aplaudieron. Ese imbecil del Clan Gojo, levantaba su espada hacia arriba mientras todos aplaudian. Pues el monstruo que tanto odiaban. Había perdido al amor de su vida.

Su pequeño angel.

Su único amor.

El primero.

Y el último.

—En otras vida. Cariño...búscame...

Y alli, su último aliento. Y se desvaneció.

Los aplausos cada vez se sentía más pesados en sus odios. Algo en sus ojos se comenzó a encender. Una llamas que prometían quemar todo a su paso.

Si el no era feliz.

Nadie lo sería.

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El rey de las maldiciones nunca fue un monstruo, sin embargo ahora lo era. Aunque no quiso olvidar la promesa de su primer amor. El tiempo comenzó a pasar, y las esperanzas de verle de nuevo, se iban de alguna forma con el.

Cuando el mocoso se comió sus dedos. Las cosas se arruinaron, pues ahora estaba atrapado en un cuerpo adolescente.

Entonces, lo vio.

Su cabello negro y ojos verdes. Solo un choque de miradas fue suficiente para tocar su corazón. Algo ardió demasiado fuerte como para apagarse.

Y las cosas solo empeoraron cuando sus lágrimas comenzaron a salir.

Ahora lo recordaba. Estaba al frente de el. Se había quitado el corazón de Itadori, y el estaba desecho, perderia a su mejor amigo, y por lo que veían. Al alfa que amaba.

Pero ahora. No había desinterés en su mirada al verlo. Si no, una confusión inmensa.

¿Por que lo recuerdo ahora?

Sus manos estaban temblorosas y no sabía que hacer. Pues él era el causante de su dolor. Le miró en silencio, esperando el segundo perfecto.

Vamos. Mírame. Una vez.

Y casi como si le escuchara, levantó su mirada. Recuerdos fugaces llegaron a su mente. Dejando latir su propio corazón.

El mocoso también había sentido el olor dulce del Omega sufriendo y si. Estaba volviendo en si. De forma rápida. Así que. Suspiro antes de intentar mantenerlo.

En lugar de eso.

—¿Como te llamas. Mocoso?

Este tembló por el tono de voz usada. Levantó la mirada nuevamente. Teniendo responder, estaba frío por la lluvia. Pero aún podía sentir ese dulce olor.

—Megumi Fushiguro...

Megumi.

Tres sílabas. 6 letras. Muy simples pero profundas. Si el chico supiera tan solo lo que hizo con esas palabras.

Por que ahora Sukuna haría lo que quería para tener a Megumi para el.

Aunque tuviera que ver el mundo arder.

Aunque tuviera que arder con el.

Megumi Fushiguro sería suyo.

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In other lives. [Sukufushi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora