In other lives. [Sukufushi]

Besos que saben a sangre.

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Capitulo 6:

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Te amo, te odió, mi corazón late como si fuera a salirse. Pero no porque quieras ir a tu lado. Si no porque quiere marcharse.

Mi mente y mi corazón son dos y no puedo explicarlos. La línea entre lo bueno y lo malo ya no se ve y estoy con los ojos vendados. Sin saber dónde pisar.

Pero eso no importa, porque al final estaré en tus brazos de nuevo, aunque no lo desee. Aunque el sabor metálico de la sangre llene mi alma.

Porque voy a pertenecerte.

Para siempre.

»»——⍟——««

El sonido hueco de gotas cayendo con insistencia en una cerámica fría. El líquido rojo se desprendía por los dedos del hechicero, el cual arremetía sin piedad sobre su propio objetivo.

Cejado por su propia rabia, y con sus ojos oscuros y brillantes, ignoraba los sonidos suplicantes, ahogados. Que le rogaban que se detuviera. Aunque fuera un segundo. Que dolía tanto que era insoportable. Pero este no veía consideraciones escritas en ninguna parte.

La rabia acumulada en sus tendones hicieron apretar el cuerpo debajo suyo. Los gemidos raspados y dolorosos chocaban contra la almohada. Siendo la mezcla más agonioza de ambos sufrímientos.

—¡P-Por favor!

Megumi era un desastre de sollozos y lágrimas. Odiaba ver su propia sangre manchar las sábanas pulcras. Odiaba el olor que quedaba en su piel. Y no lo había entendido hasta ahora.

Lo mucho que dolía ser amado por el mayor.

Los golpes siquieron. Con fuerza en su interior. Sin tener consideración alguna. Golpeó y cabeza aún más a la sábana mientras rodeaba su cuello. Asegurandolo en su lugar. Se ahogó en sus propias lágrimas cuando comenzó a tocar su vientre destrozado. Grito, lloro y lo empujó. Golpeó y arruño sus hombros pero no sirvió de nada. El adulto solo se enfurecía más con cada acción.

Aún recordaba las sonrisas. Las salidas de la mano, cuando fueron a la escuela por primera vez. Incluso cuando se mudaron.

Todas las palabras a medias que habían sido totalmente falsas. Todo se reducía al dolor que su corazón estaba sintiendo. Porque no era solo su cuerpo el que dolía.

Se sentía tan traicionado.

Y la vez...tan maltratado. Que podía simplemente cerrar los ojos y esperar que la tortura terminara. Porque todo tenía un fin en esta vida.

Pero en esta ocasión se le hizo imposible escuchar las palabras del mayor.

—¿A quien mierda se supone que le perteneces, eh?—Megumi tapó su boca con manos temblorosas. Mientras cerraba los ojos asustado.—¡Responde, joder!

El sonido sordo de su puño clavarse al lado de su cabeza lo hizo temblar, pues el lo sabía. Era su culpa, todo era su culpa.

—A-a ti, yo...solo a ti.—Sollozo cuando agarró su cabello.—Lo siento, ¡no se qué hice mal!