Onigiris para ti (pt. 1)

111 8 4
                                    

— ¡Date prisa, Zorooo! — apresuraba Luffy, arrastrando del brazo a un adormilado peliverde.

— Suéltame, idiota, a penas me diste tiempo de cambiarme y de verdad quiero irme a dormir — quería poner resistencia, pero sabía que cuando se le metía algo en la cabeza a su terco amigo, no había poder en el mundo que lo hiciera cambiar de opinión.

Era un viernes por la tarde, el sol comenzaba a ocultarse, tiñendo el cielo de hermoso colores rojizos y naranjas. Luffy y Zoro habían acabado su jornada del día, siendo bombero y policía, respectivamente.

El peliverde se estaba terminando de cambiar su uniforme por prendas más cómodas cuando, cual bala de cañón, apareció Luffy y lo sacó a rastras, parloteando acerca de un lugar que encontró con Ace, donde habían probado los mejores fideos que jamás hayan probado. Para que un par de glotones como lo eran aquel par, ese era todo un alago, sin embargo, Zoro realmente lo único que quería hacer era regresar a su casa y dormir tanto como fuese posible, al fin y al cabo, al día siguiente era su día de descanso.

— Te va a encantar, te lo prometo.

— Como sea — cuanto antes lleguen, más pronto podría irse.

Un par de cuadras más y el joven bombero se detuvo en un pequeño y bonito local de color azul marino. All Blue rezaba el cartel de la entrada. Sin esperar un momento más, Luffy abrió las puertas de par en par, los olores llegaron a su nariz de golpe y su estómago rugió sin poder evitarlo. Que bien olía, quizá no fue tan malo el haber sido arrastrado hasta ahí.

El lugar por dentro era tan bonito como por fuera, con las paredes también de un color azul, solo que unas tonalidades más claras, mesitas de madera estratégicamente repartidas por el lugar y al fondo se encontraba una barra con varios comensales sentados, que separaba la cocina del resto del local. El lugar estaba bastante lleno, las personas eran atendidas por un par de chicas bastante sonrientes, una rubia y una peliazul.

Del otro lado del mostrador había un joven que se movía habilidosamente entre los fogones y ollas, picando, friendo y cociendo, sin parar de entregar ordenes que salían y salían. De cuando en cuando se detenía a cruzar palabras con las personas sentadas en la barra. Afortunadamente para ellos, había un par de banquitos libres en dicha barra, así que el entusiasta bombero se apresuró casi corriendo, con la excusa que podían ganarles los lugares.

— ¡Sanji, hola! — saludó Luffy alegremente, mientras se acomodaba en su asiento.

— Volviste — se escuchó la voz del cocinero quien les daba la espalda, atendiendo la comida que tenía en la estufa.

— No pude evitarlo, tu comida de verdad es deliciosa.

— Me siento halagado, en un momento te atendiendo — giró un poco su cuerpo para ver al pelinegro — los atiendo — corrigió con una leve sonrisa, percatándose de la presencia de Zoro.

El peliverde aprovechó que su amigo estaba distraído viendo el menú que se encontraba sobre la barra para poder observar mejor al cocinero. Vestía una filipina blanca, propia de un chef y unos pantalones negros, encima llevaba un mandil rosa. El joven sirvió lo que parecía ser ramen y se giró para entregarlos a la chica peliazul que aguardaba cerca.

Una vez desocupado, el cocinero se encaminó a ellos, permitiendo que Zoro lo viese de frente. Su mandil tenía un simpático y ridículo panda estampado, lo que casi lo hace sonreír, pero se vio distraído por el bonito rostro del joven. Una cofia color negro cubría sus cabellos rubios, despejando por completo su cara y dejando a la vista sus cejas arremolinadas, jamás había visto algo como eso, sin embargo, lo que se robó totalmente su atención fue ese par de ojos azules. Grandes y ligeramente caídos, tan cristalinos como el mar mismo. Zoro sintió que dejó de respirar por un segundo y su estómago se contrajo. Carajo, el cocinero sí que tenía su encanto.

Balada de Cigarros y Espadas [ZoSan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora