Tenemos que hablar (pt. 4)

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Un golpe contra su rostro lo despertó al día siguiente. Retiró la almohada que había sido utilizada en su contra y estiró su cuello, topándose con un rubio que caminaba de un lado a otro por la habitación, quejándose de algo que su cerebro adormilado aún no lograba comprender.

— Ya ponte de pie, alga perezosa, ¿ya viste la hora? Es poco más de medio día, mi hermosa Nami nos dijo que nos quería en el Sunny para el anochecer y aún no hemos hecho las compras.

Lucia recién bañado, pequeñas gotitas aún se deslizaban de su rubia cabellera, salpicando cada vez que hacía un movimiento brusco al pasearse por el lugar.

— Báñate, yo iré a conseguir algo para comer y nos vamos — caminó deprisa a la entrada, terminando de ajustar su corbata, pero se giró al no escuchar respuesta — ¡muévete! — y con eso, salió dando un portazo.

Qué manera de empezar el día.

Una vez frescos y almorzados, salieron a hacer los pendientes que tenían en esa isla. Las cosas no parecían haber cambiado entre ellos. No habían hablado del tema, pero tampoco se podía sentir tensión alguna. Quizá ya habría tiempo de hablarlo, igual que lo hablaron todo desde un inicio... uhm.

Llegaron a la hora acordada al barco y a la mañana siguiente partieron del lugar.

Sanji se encontraba terminando la comida de ese día. La puerta abierta de la cocina dejaba entrar la fresca brisa. La música de Brook junto con las risas de Chopper, Usopp y Luffy acompañaban el sonar del agua hirviendo. Todo sería muy pacífico, sino fueran por unos fuertes ronquidos que hacían disonancia en aquel momento.

Después de haber ayudado con los trastes sucios del desayuno y luego de una muy merecida botella de sake solo para él, Zoro había caído rendido en una de las sillas del comedor, con sus brazos cruzados sobre su pecho y su cabeza echada hacia atrás en el respaldo.

Sanji apagó las parrillas de la estufa y se dirigió hacia Zoro. Jamás comprendería como le hacía para quedarse dormido donde sea y cuando sea. En este punto ya no sabía si podía ser considerado un don.

Se recargó contra la mesa y admiro mejor el rostro del espadachín. Ciertamente era alguien muy guapo, pero eso jamás se lo diría... al menos no por el momento. Mordió el cigarro que tenía entre sus labios y con un último vistazo hacia la puerta asegurándose que no hubiera moros en la costa, le dio un suave beso.

El contacto despertó al peliverde y se habría sorprendido, pero el conocido olor a cigarro delataba quien era la persona frente a él.
El beso, que en realidad fue más un simple roce, terminó pronto, con Sanji alejando su rostro y volviendo a colocar el cigarro en su boca.

— Llama a los demás, ¿quieres? La comida ya va a ser servida.

Ambos mantenían un rostro serio, siendo solo ellos capaces de notar como su mirada parecía sonreírle al otro, una mirada que solo ellos comprendían.

— Lo que pidas.

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Esto fue más que nada para darle un cierre a la historia y no dejarla a medias
Espero se haya entendido la ironía del titulo jaja
Gracias por haber leído💜 tengan un bonito ombliguito de semana y nos leemos en futuras historias y/o en los comentarios muamua🫶🏻

Balada de Cigarros y Espadas [ZoSan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora