La tristeza

538 77 8
                                    


Cuando volvió a su casa, Regina estaba desestabilizada: ya había sido testigo de accesos de cólera y de rabia por parte de Emma, sobre todo cuando la vida de Henry estaba en peligro o cuando había sido la Dark One.

Se miró en el espejo y constató un pequeño corte de algunos centímetros sobre la mejilla derecha. Durante un breve instante, pensó en hacerla desaparecer con un movimiento de la mano, pero se echó para atrás en el momento en que alguien llamó a la puerta. Cuando abrió, tuvo la agradable sorpresa de encontrarse a...

‒ ¡Henry!

‒ ¡Hey, mamá!

Sin esperar, entró y estrechó a su madre en sus brazos. Ella estrechó el agarre, aliviada de tener finalmente a una persona en la que podía apoyarse un momento.

‒ ¿Cómo estás? ¿Estás herida?‒ dijo al ver la marca

‒ ¿Qué? Oh, no, no. Solo...Una tontería. Estoy feliz de que estés aquí.

‒ ¿Cómo está ella? David me ha dicho que ha tenido que reconocer el cuerpo.

‒ Sí, lo ha hecho. Ya la conoces, no necesita a nadie, no quiere ayuda de nadie.

‒ ¿Eso es lo que debemos hacer? ¿Dejarla sola?

‒ De momento, pienso que es lo mejor que hay que hacer. Es necesario que se enfrente a la realidad, que se dé cuenta. Pero no dejar que se encierre en su soledad es primordial. De aquí a unos días, tendrá que afrontar otra prueba...

‒ ...El entierro‒ suspiró Henry ‒ Lo sé. ¿Crees que debería ir a verla?

‒ No, no por el momento...‒ dio un paso hacia atrás y miró tras su hijo ‒ ¿Ella y Lucy no están?

‒ No. He pensado que no no era bueno para Lucy, en cuanto a Ella, me gustaría que pase serenamente el final del embarazo.

‒ Comprendo y ha sido una buena decisión. ¿Cuánto te quedas?

‒ Algunos días, si me quieres aquí‒ sonrió

‒ ¡Cómo no lo iba a querer! ¡Entra!

Por supuesto, no le habló del altercado que había tenido con Emma, ni la turbación en la que había encontrado a la joven para no inquietarlo más. Pasaron la tarde y la noche charlando al lado del fuego de las novedades de Nueva York entre otras cosas.

‒ Entonces...¿Cómo va tu reino, Su Majestad?

‒ Déjate de esas superficialidades...

‒ He escuchado decir que las cosas han mejorado mucho para todos: nuevas escuelas, nuevos hogares...

‒ Sí, los habitantes de los reinos circundantes tienen deseos de más allá. Se sienten atraídos por la modernidad que puede ofrecer Storybrooke. Hay que realojar también a los niños perdidos de Nunca Jamás...

‒ Parece que estás haciendo un gran trabajo, jamás lo puse en duda.

‒ ...

‒ Mamá, ¿todo bien?

‒ ¿Hm? Sí, lo siento... Yo...Estaba pensando.

‒ Ya‒ rió‒ Es extraño, eh, cómo las cosas pasan a veces

‒ ¿De qué hablas?

‒ De tu relación con Emma

‒ ¿Mi relación?

‒ Hace 10 años erais la némesis la una de la otra, os amenazabais de muerte sin cesar. Después os acercasteis para salvarme, las cosas han cambiado, para vosotras, para todo el mundo. Tú has comenzado tu redención, con dificultad, pero recuerdo que Emma siempre ha sido la que creyó en ti, que diferenciaba entre la Reina Malvada y Regina. Y hoy, puedo ver que sois amigas cercanas. Puedo ver que nada tiene que ver con el deceso de Killian, pero Emma...Todo esto te afecta porque estás apegada a ella.

Step by stepDonde viven las historias. Descúbrelo ahora