Capítulo 2: Vida en Rocafonda: 4. Refugio en la Música

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En su hogar, donde el dinero apenas alcanzaba para lo esencial, Lamine encontraba consuelo en la música. En las noches, escribía letras que expresaban sus sueños y frustraciones, cantándolas en voz baja para no despertar a sus padres.

 En las noches, escribía letras que expresaban sus sueños y frustraciones, cantándolas en voz baja para no despertar a sus padres

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Escena: En su Habitación

Era una noche tranquila en Rocafonda, el bullicio del día había dado paso a un silencio calmado que solo era roto por el susurro del viento. En su pequeña habitación, Lamine se sentaba en su cama con una libreta y un lápiz en mano, su refugio en las noches solitarias.

La luz tenue de una lámpara iluminaba apenas lo suficiente para que pudiera escribir. Sus padres ya dormían en la habitación contigua, agotados por el trabajo y las preocupaciones del día a día. Lamine, sin embargo, encontraba en esos momentos de quietud una oportunidad para conectar con sus pensamientos más profundos.

Comenzó a tararear una melodía, dejando que las palabras fluyeran desde su corazón. Con cada verso que escribía, sentía que un peso se aligeraba en su pecho.


Lamine: (Escribiendo en la libreta):

"En las calles de Rocafonda, juego bajo el sol,

Con el balón a mis pies, siento que soy yo.

Pero cuando cae la noche, y el silencio es mi voz,

Canto al viento mis sueños, buscando algo mejor."

Repasó las líneas, murmurando la canción en voz baja, casi como un susurro. La música era su escape, su forma de expresar lo que a veces las palabras no podían. En esas letras, Lamine vertía sus esperanzas, sus miedos y sus deseos.


Lamine: (Susurrando mientras escribe más):

"El día trae lucha, el sudor y el amor,

Pero en la noche, la esperanza es un faro.

Con cada nota, dibujo un futuro,

Donde el balón y la vida, encuentran su curso."


Cada palabra resonaba en la pequeña habitación, creando una atmósfera de intimidad y reflexión. Las paredes parecían absorber sus susurros, guardando sus secretos y aspiraciones.

Lamine cerró los ojos por un momento, imaginando un futuro diferente, uno en el que sus sueños se hicieran realidad. Visualizaba grandes estadios, aplausos ensordecedores y la sensación de haber logrado algo significativo. Pero también veía a su familia feliz, sin preocupaciones, viviendo una vida digna.


Con una sonrisa tímida, volvió a mirar su libreta. Sabía que cada letra y cada melodía que creaba eran pasos hacia ese futuro que tanto anhelaba. La música le daba una voz en momentos de silencio, una manera de procesar todo lo que vivía en las calles de Rocafonda.


Lamine: (Cantando en voz baja)

"Las luces de la ciudad, se apagan y vuelven a brillar,

Pero en mi corazón, la llama sigue viva.

Canto mis sueños, mi lucha y mi fe,

Porque sé que algún día, todo esto valdrá la pena."


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Guardó la libreta debajo de su almohada, un lugar seguro para sus sueños nocturnos. Apagó la lámpara y se acomodó en su cama, dejando que las melodías se conviertan en su arrullo. Mientras sus ojos se cerraban, sus pensamientos seguían danzando al ritmo de su música.


En el silencio de la noche, en su pequeño refugio, Lamine se prometió a sí mismo que nunca dejaría de soñar, ni de luchar por esos sueños. Porque sabía que en cada letra y en cada nota, se encontraba el poder de transformar su realidad, y quizás algún día, la de muchos otros.

Lamine Yamal: Sueños De BarrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora