VII

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Temporada 2022

Gran Premio de Hungría

Sergio estaba en el Energy Station, revisando los números de la fundación con una expresión preocupada en su rostro mientras hablaba por teléfono. La situación financiera no era buena y estaba luchando por encontrar formas de mantener los programas en marcha y ayudar a las comunidades necesitadas.

Hola, Paola. ¿Todo bien? -. Preguntó Sergio, tratando de sonar optimista.

Hola, Checo --. Respondió Paola con un suspiro. - Tenemos un problema. Los números de la fundación no se ven bien. Estamos en números rojos y no sé cuánto tiempo más podremos mantenernos a flote sin una inyección de fondos -.

Sergio sintió un nudo en el estómago. Había temido esta llamada. - ¿Tan mal está? -.

Sí -. Confirmó Paola. - Las donaciones han disminuido y los costos operativos siguen subiendo. Necesitamos encontrar una solución pronto, o tendremos que empezar a cortar programas -.

Sergio pasó una mano por su cabello, preocupado. - ¿Cuánto necesitamos para estabilizar las cosas? -.

Al menos cien mil dólares para cubrir los gastos inmediatos y luego buscar una estrategia a largo plazo para mantenernos sostenibles -. Explicó Paola.

Sergio se quedó en silencio, pensando en las opciones. No quería que los niños y las familias que dependían de la fundación sufrieran por esto. - Voy a ver qué puedo hacer. Tal vez pueda conseguir algunas donaciones adicionales o encontrar un patrocinador. No te preocupes, Paola. Lo resolveremos -.

Paola suspiró aliviada. - Gracias, hermano. Sé que esto es mucho, pero confío en ti -.

Sergio colgó el teléfono y se quedó mirando la pantalla, sumido en sus pensamientos, tanto que no se dio cuenta de que no estaba solo, Max estaba parado cerca, lo suficiente para haber escuchado toda la conversación.

En ese momento, Max se acercó a Sergio con un rostro serio y determinado.

¿Qué haces aquí, Max? -. Preguntó Sergio, sorprendido por la visita inesperada.

Max se acercó a Sergio y se sentó frente a él, su actitud fría y distante.

Escuché lo que hablabas por teléfono acerca de tu fundación, también lo escuché mientras hablabas con Horner, sobre que tienes problemas con el dinero para la fundación -. Dijo Max, sin rodeos.

Sergio asintió, sintiendo el peso del estrés en sus hombros.

Sí, las cosas están difíciles en este momento. Estoy tratando de encontrar soluciones, pero no es fácil, aun dando todo mi sueldo se lograrían las metas que tenemos -. Respondió, preocupado.

Max se cruzó de brazos, su expresión inexpresiva.

Bueno, he venido a ofrecerte mi ayuda -. Dijo seriamente y saco su chequera firmando un cheque en blanco. - Ponle la cantidad que quieras -.

Sergio se quedó sin palabras, sorprendido por la oferta de Max y su actitud brusca.

Max, eso es... increíblemente generoso de tu parte. Gracias -. Dijo Sergio, tratando de ocultar su emoción.

Max simplemente asintió, sin decir una palabra más y se levantó.

Max, espera -. Tomó su mano. - Quisiera que nos visitaras, que fueras voluntario por un día, me gustaría que vieras en que gastamos las donaciones -.

Max quitó su mano y asintió.

Bien -. Dijo viéndolo.

Gracias, te envió los datos, puedes irte en mi jet conmigo -. Dijo guardando el cheque.

Puedo llegar yo solo -. Dijo viéndolo. - Adiós -.

Max estaba rodeado de un grupo de niños en la fundación de Sergio, riendo y jugando como si fuera uno de ellos

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Max estaba rodeado de un grupo de niños en la fundación de Sergio, riendo y jugando como si fuera uno de ellos. Estaba completamente inmerso en el momento, su rostro iluminado por una sonrisa genuina que irradiaba felicidad, aunque no hablaba al cien el español, lo intentaba, era fácilmente entendido por los niños.

¡Vamos chicos, más rápido! -. Gritaba Max, corriendo junto a los niños en un juego de relevos improvisado.

Los niños gritaban de emoción mientras Max los alentaba y los animaba a dar lo mejor de sí mismos. Su energía contagiosa llenaba la sala y pronto todos estaban riendo y divirtiéndose juntos.

Sergio observaba desde la distancia, admirando la manera en que Max interactuaba con los niños. Había algo especial en la forma en que se entregaba por completo al momento, sin preocuparse por nada más que hacer sonreír a los niños.

Cada vez que Max reía, Sergio sentía un cálido cosquilleo en el pecho. Le encantaba ver a Max tan feliz, y deseaba poder pasar más tiempo a su lado, compartiendo momentos como este.

Max se detuvo un momento para tomar aliento, su rostro sonrojado por el esfuerzo, pero aun brillando con alegría.

¡Eso estuvo genial, chicos! -. Exclamó, recibiendo aplausos y risas de los niños.

Sergio se acercó a Max con una sonrisa en el rostro.

Eres increíble con los niños, Max. Se nota que disfrutas mucho pasar tiempo con ellos -. Dijo, su voz llena de admiración.

Max le devolvió la sonrisa, sus ojos brillando con gratitud, cualquier pizca de enojo hacia Sergio se había ido, su aroma era tan delicioso, Sergio cerro los ojos mientras olía a Max, emanando un delicioso aroma para Max, se complementaban, y eso no pasó desapercibido para varias personas.

Gracias, Sergio. Es difícil no divertirse cuando estás rodeado de tanta alegría y energía -. Respondió, su voz llena de sinceridad.

Sergio asintió, sintiéndose afortunado de tener a Max a su lado, compartiendo momentos tan especiales juntos.

Max disfrutaba de unos días en México, hospedándose en casa de los papás de Checo, aunque él tenía su propio departamento, los papás de Sergio habían insistido en que se quedarán ahí. La atmósfera cálida y acogedora de la casa de los Pérez lo hacía sentir como en su propio hogar. Los padres y hermanos de Sergio lo recibieron con los brazos abiertos, tratándolo como a uno más de la familia.

Durante el día, Max se sumergía en el trabajo en la fundación de Sergio, compartiendo momentos de alegría y diversión con los niños. Por las noches, regresaba a la casa de Sergio, donde la cena se convertía en una celebración familiar. Los aromas de la comida mexicana llenaban la cocina, mientras todos compartían anécdotas y risas alrededor de la mesa.

Los padres de Sergio lo trataban como a un hijo, asegurándose de que se sintiera cómodo y bienvenido en su hogar. Los hermanos de Sergio también lo acogieron con cariño, compartiendo historias y mostrándole los lugares favoritos de la ciudad.

En ese ambiente hogareño y amoroso, Max se sentía más relajado y feliz que nunca. La calidez de la familia de Sergio lo reconfortaba, haciendo que se olvidara de sus preocupaciones y disfrutara del momento presente.

Sergio observaba con ternura cómo Max se integraba perfectamente a su familia, compartiendo risas y bromas como si los conociera de toda la vida. Se sentía agradecido por tener a Max a su lado, compartiendo momentos tan especiales juntos y formando recuerdos que atesorarían para siempre.

Enemies to LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora