VIII

176 16 2
                                    

Sergio estaba en la oficina principal de la fundación, revisando algunos documentos. Aún no podía sacarse de la cabeza la generosa donación de Max y cómo había decidido quedarse unos días más para ayudar. No solo eso, sino que la actitud de Max había cambiado, se estaba mostrando más abierto y colaborativo con todos.

De repente, su teléfono sonó. Era su hermana Paola.

Hola, Paola. ¿Cómo van las cosas? -. Preguntó Sergio con un tono de voz más optimista.

Hola, Checo. Las cosas van mejor gracias a la donación. Pero aún necesitamos más apoyo a largo plazo. ¿Cómo va todo por allá? -.

Sergio suspiró. - Max ha sido de gran ayuda. Nunca pensé que lo vería así, tan comprometido -.

Mientras hablaba, Max entró en la oficina, trayendo consigo un par de carpetas. Sus miradas se cruzaron y Sergio sintió un calor en su pecho.

Paola, te dejo. Tengo que atender algo aquí. Hablamos luego -. Colgó el teléfono y sonrió a Max.

¿Qué necesitas, Max? -. Preguntó Sergio, tratando de mantener la compostura.

Solo traje algunos documentos para que los revises. También, los niños quieren hacer una actividad especial hoy. Pensé que podríamos hacer algo divertido, algo que les permita olvidar sus problemas por un rato -. Max se sentó frente a él, sonriendo.

Sergio no pudo evitar sentirse conmovido por la actitud de Max. - Eso suena genial. ¿Qué tenías en mente? -.

Más tarde, ese mismo día, Max y Sergio organizaron una serie de juegos y actividades para los niños. Pintaron murales, jugaron al fútbol y compartieron risas. Max, que siempre había mostrado una faceta más fría y distante, se dejaba ver en toda su humanidad, riendo y divirtiéndose con los niños.

Max corría por el patio con un grupo de niños, su risa resonaba en todo el lugar. Sergio, observando desde un lado, no podía evitar sentirse encantado. La sonrisa de Max era genuina, y verlo tan feliz y despreocupado le llenaba de una extraña calidez.

Cuando la tarde empezó a caer, los niños se retiraron cansados pero felices. Max se acercó a Sergio, sudando y con una gran sonrisa en el rostro.

Ha sido un día increíble, Sergio. Nunca pensé que me divertiría tanto -. Max se dejó caer en una silla, respirando hondo.

Me alegra que lo hayas disfrutado. Los niños realmente te adoran, Max. Y para ser honesto, verte así, tan feliz, ha sido una sorpresa agradable -. Sergio se sentó a su lado, notando lo cerca que estaban.

Max se giró para mirarlo, sus ojos azules brillando con una intensidad que Sergio no había visto antes. - Gracias por dejarme formar parte de esto. Realmente lo necesitaba -.

Sergio sonrió. - Gracias a ti por estar aquí. Realmente has hecho una gran diferencia -.

 Realmente has hecho una gran diferencia -

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Enemies to LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora