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Charlotte se había quedado dormida profundamente, el cansancio del día anterior la había vencido, pero cuando sonó su alarma por la mañana, se levantó rápidamente y se preparó con su habitual perfección. Después de ducharse y vestirse con el uniforme, se secó y alisó el pelo, dejándolo liso y perfecto. Completó su look con un toque de maquillaje sutil y tomó su bolso Longchamp que combinaba perfectamente con el uniforme.

El chofer la llevó a la escuela y, a pesar de la prisa, llegó a tiempo para su primera clase. Al entrar al aula, vio a Lydia y se sentó a su lado. Ella le sonrió, feliz de ver que Charlotte había llegado puntual.

Unos minutos después, la puerta se abrió y entró una mujer con paso firme. El sonido de sus tacones resonaba contra el suelo de piedra, atrayendo la atención de todos. La mujer se presentó como Philippa Winfield, la nueva profesora.

-Buenos días a todos- comenzó, mirando a los alumnos con una mirada penetrante. -Soy Philippa Winfield. Cuando me estaba preparando para postularme a Oxford, descubrí que una de las herramientas más útiles era debatir con mis compañeros. Por eso, eso es lo que vamos a hacer-

Los estudiantes intercambiaron miradas curiosas y un poco nerviosas. Philippa continuó, explicando la importancia del debate para desarrollar habilidades críticas y de comunicación, fundamentales no solo para sus estudios, sino también para la vida.

-Si puede nombrar motivos para sus acciones, ¿significa que estas son racionales?- leyó Keshav.

-Los sentimientos pueden motivar una acción, ¿Cuántas decisiones tomamos basándonos en las emociones?- dijo Lin.

-Es curioso que se haga una distinción tan tajante entre racionalidad y emocionalidad, como si cabeza y emoción fueran excluyentes- ahora era Allister quien respondía.

-Si actúo según unos principios que considero racionales, pero sufro, ¿mis actos son racionales?- respondió Lydia. La profesora sonreía, ya que las respuestas empezaban a salir.

-Se ve claramente los principios tan distintos que tenemos cada uno. Yo no consideraría racional un acto que me hiciera sufrir a mi o a otra persona- dijo Ruby.

Cuando Ruby terminó de hablar, Charlotte sintió que era su momento de intervenir. Se acomodó en su asiento y miró a Ruby con una expresión pensativa antes de comenzar a hablar.

-Creo que es interesante cómo estamos abordando la cuestión desde diferentes ángulos- comenzó Charlotte, manteniendo su voz firme y calmada -Pero me gustaría profundizar en la distinción que Ruby ha hecho sobre las acciones racionales y el sufrimiento-

Hizo una pausa breve, permitiendo que sus palabras resonaran en la sala antes de continuar.

-Ruby ha mencionado que no considera racional un acto que cause sufrimiento a uno mismo o a otra persona. Sin embargo, me gustaría plantear una pregunta: ¿es posible que a veces nuestras acciones racionales puedan involucrar cierto grado de sufrimiento, ya sea propio o ajeno, si el objetivo final es lograr un bien mayor o evitar un mal mayor?-

Los ojos de la profesora Winfield brillaron con interés mientras Charlotte continuaba.

-Por ejemplo, pensemos en situaciones en las que tenemos que tomar decisiones difíciles, como decirle a alguien una verdad dolorosa. Aunque sabemos que nuestra acción causará sufrimiento inmediato, puede ser necesaria para evitar un daño mayor a largo plazo. En estos casos, el sufrimiento no necesariamente invalida la racionalidad de la acción. De hecho, podríamos argumentar que la verdadera racionalidad reside en nuestra capacidad de evaluar las consecuencias a largo plazo y tomar decisiones basadas en un bien mayor, incluso si implica sacrificios temporales.-

Maxton Hall - James BeaufortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora