{Cuando los petalos florecen...}

206 23 7
                                    

La gardenia, una flor cuya belleza etérea parece irreal, sus pétalos, de un blanco inmaculado, parecen tallados en marfil que si se ven a lo lejos contra el brillo del sol da la impresión de brillar en un plateado, curvándose con una gracia casi celestial. Cada pétalo una obra maestra de la naturaleza que despliega su belleza con una elegancia serena y atemporal.

El aroma de la gardenia es su sello distintivo, un perfume dulce y embriagador que se despliega lentamente, envolviendo el entorno en una fragancia que evoca recuerdos y despierta emociones profundas, transporta a tiempos pasados, a noches de verano bajo las estrellas llenos de momentos de ternura y revelación compartida. Inhalar el perfume de una gardenia es como recibir una caricia invisible que toca el alma que envuelve el corazón, sus hojas verdes crean un contraste perfecto destacando la pureza de los pétalos como un marco que resalta una obra de arte. Brillan por si solas, como una luz lunar, que es recibida con los brazos abiertos pero que no ciega.

Contemplarlo es detener el tiempo, en su esencia y en su belleza, la gardenia susurra historias de pasión y de ternura, de promesas susurradas al oído y de corazones que laten al unísono.

Si te atreves a tocar su tallo te veras lastimado por sus traicioneras espinas haciendo que el paisaje se vuelva hostil y toques con cuidado, como caminar en un fino hielo que te obliga a caminar con cuidado, pero si eres cuidadoso podrás quitar esas espinas que hacen el ambiente hostil y lo transformaras a pura belleza.

La gardenia si eres conocedor y un buen interprete podrás decir que es pureza y dulzura, un emblema de los sentimientos más puros y sinceros.

Con su simplicidad encontraras la belleza en su naturaleza, encontraras una pureza escondida, pero si llegas a descuidarlo volverá a su paisaje hostil, pero si de corazón buscas volver a tenerlo, entonces, no te lo prohibirá pero sera mas difícil.

Es curioso, porque ya no estoy hablando de la flor.

Comparar a un hombre con una flor en si es absurdo, porque este hombre esta en el Top de los mas fuertes del reino, es poderoso, inteligente, sofisticado, elegante, entre muchas otras cualidades que podrías ver al ojo, pero hay cualidades las cuales no podrías ver, cualidades que nadie llegaría a ver excepto el estoico hombre que pudo llegar a tocar la refinada alma.

Es el hombre, si sabes a lo que me refiero.

Es contradictorio, demasiado, en muchos aspectos, ¿eso importa ahora?, no, por supuesto que no, ¿que perdería si estas a punto de perderlo todo para siempre?, no tendría nada que perder, prefiere invertir su tiempo en volver a tenerlo antes que sea demasiado tarde, ¿invertir?, si, invertir, porque cada momento compartido con el Silva mayor no es ninguna "perdida", esta muy lejos de serlo.

Acostado bajo el gran árbol de campanula que se movía en coordinación cada que el viento soplaba, suspiro contento.

-Entonces, ¿este fue tu gran idea?.

La voz profunda y altiva hizo un direccionamiento de sus ojos a la figura apoyada del gran árbol que miraba un pétalo celeste, cortesía de las campanulas.

-Se podría decir que si, metafóricamente. - respondió vacilante sintiendo mas el césped en su espalda.

-¿Metafóricamente?.- repitió con una ceja elevada.

-Bueno, yo no tenia planeado que tuviéramos una misión juntos.

Nozel Silva carraspeo y miro desde arriba.

-Tu forma de reconquistarme es nefasta.- dio esa delicada observación poniéndose firme.

Terminaron en un campo, templado, en plena tarde donde el viento baila de aquí a allá acaparando con todos los espacios, no hacia calor, no hacia frió, era perfecto, primeramente llegaron a aquel lugar por una misión del Rey Mago.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 05 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Volver a tenerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora