— Cuidado con las piernas.
— Realmente tenemos que hacer esto.
— Lamento que siempre se tengan que llevar la peor parte — Murmuré mientras vigilaba la entrada.
— Descuida, esto no es nada — Amane tenía sujeto a Kisaki de los brazos trabajando de sostenerlo mientras Marian le quita la camisa blanca al hombre inconsciente — Es lo que siempre hacemos.
— Hasta cierto punto es divertido — Saya, quién estaba a mi lado, seguía jugando con los lentes de Kisaki poniéndolo en su rostro y luego volteando a todos lados.
— Pero un día nos descubrirán, si eso llega a pasar será mejor que se alejen de mí — las tres me miraron sorprendidas — No quiero que ustedes sufran las consecuencias, prefiero ser yo quién reciba los golpes.
— ¿Que dices? Porsupuesto que no, ni lo menciones — Marian sonrió con nostalgia, al ser la mayor nos había visto crecer a las tres más jóvenes — Te conozco desde que eras una niña pequeña, ni siquiera eras capaz de mantenerte en pie.
— Y ahora eres más alta que nosotras — Amane se ríe, por un descuido casi termina soltando los brazos de Kisaki pero pudo sostenerlo a tiempo. Marian la miró con molestia — Lo siento.
— No lo sueltes o se despierta por el golpe.
— ¿Han pasado tantos años? — Murmuré.
— Muchos — respondió Marian, mirándome con seriedad — y diez años desde que prometió volver.
«No de nuevo» pensé con cansancio.
— Y cada día de esos diez años he esperado pacientemente — respondí, tratando de mantener el ánimo — ¿Ya puedes dejar el tema?
— Es una perdida de tiempo.
— ¡Que no! — cubrí mis labios cuando me dí cuenta que estaba levantando la voz — el amor verdadero siempre encuentra su camino de regreso.
Bien, eso sonó muy cursi.
Ellas tres solo suspiraron.
— Dejémoslo así — Murmuró Saya.
— Como me gustaría que alguien llegue y termine de una vez con ese estúpido luto suyo — susurró Amane.
— Es simplemente estúpido — afirmó Marian — ese bastardo ya se olvidó de tí.
— ¿¡QUÉ DIJISTE!? — mi voz salió más alta de lo que pretendía, y la tensión en la habitación se hizo palpable. Marian me miró desafiante, y Saya y Amane intercambiaron miradas nerviosas.
Antes de que pudiera responder, el sonido de pasos apresurados se escuchó fuera de la habitación. El ruido había atraído a los hombres de Kisaki.
La puerta se abrió de golpe, y varios hombres con expresiones severas entraron, mirando la escena con incredulidad.
«Finalmente mi mayor temor se cumplió» pensé al ver a esos hombres.
— ¿Qué está pasando aquí? — uno de ellos, preguntó con voz autoritaria. Su mirada se posó en Kisaki, inconsciente en la cama, y luego en nosotras.
Tres de nosotras no deberían estar aquí.
— No es lo que parece — traté de explicar pero no me dieron oportunidad. Mi nerviosismo me delató — se durmió.
— ¿Me crees estúpido?
— N-no
El hombre hizo una señal y antes de que pudiera reaccionar un hombre me sujetó del cabello y terminé de rodillas en el suelo. Fué algo doloroso, pero lo que más me dolía era ver cómo trataban a mis damas.
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Alba || Manjiro Sano
RomanceUna Oiran y un mafioso, ambos con ambiciones diferentes sumergidos en el mismo mundo. «¿Quieres comprarme?» «Te doy mi alma si me lo pides, solo dime qué vendrás conmigo» «Tu alma es oscura, siniestra... no lo deseo»