Capítulo 2

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— Cuidado con las piernas.

— Realmente tenemos que hacer esto.

— Lamento que siempre se tengan que llevar la peor parte — Murmuré mientras vigilaba la entrada.

— Descuida, esto no es nada — Amane tenía sujeto a Kisaki de los brazos trabajando de sostenerlo mientras Marian le quita la camisa blanca al hombre inconsciente — Es lo que siempre hacemos.

— Hasta cierto punto es divertido — Saya, quién estaba a mi lado, seguía jugando con los lentes de Kisaki poniéndolo en su rostro y luego volteando a todos lados.

— Pero un día nos descubrirán, si eso llega a pasar será mejor que se alejen de mí — las tres me miraron sorprendidas — No quiero que ustedes sufran las consecuencias, prefiero ser yo quién reciba los golpes.

— ¿Que dices? Porsupuesto que no, ni lo menciones — Marian sonrió con nostalgia, al ser la mayor nos había visto crecer a las tres más jóvenes — Te conozco desde que eras una niña pequeña, ni siquiera eras capaz de mantenerte en pie.

— Y ahora eres más alta que nosotras — Amane se ríe, por un descuido casi termina soltando los brazos de Kisaki pero pudo sostenerlo a tiempo. Marian la miró con molestia — Lo siento.

— No lo sueltes o se despierta por el golpe.

— ¿Han pasado tantos años? — Murmuré.

— Muchos — respondió Marian, mirándome con seriedad — y diez años desde que prometió volver.

«No de nuevo» pensé con cansancio.

— Y cada día de esos diez años he esperado pacientemente — respondí, tratando de mantener el ánimo — ¿Ya puedes dejar el tema?

— Es una perdida de tiempo.

— ¡Que no! — cubrí mis labios cuando me dí cuenta que estaba levantando la voz — el amor verdadero siempre encuentra su camino de regreso.

Bien, eso sonó muy cursi.

Ellas tres solo suspiraron.

— Dejémoslo así — Murmuró Saya.

— Como me gustaría que alguien llegue y termine de una vez con ese estúpido luto suyo — susurró Amane.

— Es simplemente estúpido — afirmó Marian — ese bastardo ya se olvidó de tí.

— ¿¡QUÉ DIJISTE!? — mi voz salió más alta de lo que pretendía, y la tensión en la habitación se hizo palpable. Marian me miró desafiante, y Saya y Amane intercambiaron miradas nerviosas.

Antes de que pudiera responder, el sonido de pasos apresurados se escuchó fuera de la habitación. El ruido había atraído a los hombres de Kisaki.

La puerta se abrió de golpe, y varios hombres con expresiones severas entraron, mirando la escena con incredulidad.

«Finalmente mi mayor temor se cumplió» pensé al ver a esos hombres.

— ¿Qué está pasando aquí? — uno de ellos, preguntó con voz autoritaria. Su mirada se posó en Kisaki, inconsciente en la cama, y luego en nosotras.

Tres de nosotras no deberían estar aquí.

— No es lo que parece — traté de explicar pero no me dieron oportunidad. Mi nerviosismo me delató — se durmió.

— ¿Me crees estúpido?

— N-no

El hombre hizo una señal y antes de que pudiera reaccionar un hombre me sujetó del cabello y terminé de rodillas en el suelo. Fué algo doloroso, pero lo que más me dolía era ver cómo trataban a mis damas.

Alba || Manjiro Sano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora