Capítulo 77: Instinto

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Guarida del primer mal de la isla de Silk Heart.

Cinco ratas gigantes de color pardo se pararon en la entrada de la guarida y mostraron sus colmillos ante el intruso de nombre Park Moon.

Al divisar que solo se trataba de un simple humano, estas no dudaron en atacar por instinto.

Como seres poco racionales, era lo único que sabían hacer. No hubo ni un poco de vacilación en su embestida hacia Park Moon quien se había acercado a su guarida.

Parecía que estaban dispuestas a usar garras y colmillos para devorarlo de varios mordiscos.

Aunque estas ratas eran físicamente débiles en comparación a la persona que tenían frente a ellos, no se les podía subestimar.

En sus cuerpos florecieron todo tipo de patógenos y toxinas que podían poner en riesgo la vida de cualquier humano promedio que fuera expuesto a ellos.

'Una sola mordida o un solo rasguño podía ser fatal para un humano promedio'.

A solo unos metros de Park Moon, las ratas gigantes todavía conservaban esa idea en sus cabezas.

Pero antes de que pudieran acercarse a un poco menos de tres metros de Park Moon, ellas se detuvieron por instinto al percibir como el humano frente a ellos empezaba a desprender un aura resplandeciente, cruel y violenta que los hacía temblar hasta sus entrañas y huesos.

Casi podían sentir como sus cuerpos se destrozaban por dentro.

Algunas de ellas incluso empezaron a sentir el sabor de su propia sangre en sus bocas, por ello temblaron como nunca de miedo.

El intruso frente a ellos había pasado a convertirse de un simple humano a la encarnación de la misma muerte. Los miraba desde lejos y se acercaba sigilosamente a ellos para tomar sus vidas según su divino capricho.

Solo podían quedarse paralizadas del miedo, con la sola idea grabada en sus mentes de que la persona frente a ellos era el ángel de la muerte que solo vez al final de tu vida.

Su comportamiento anormal no pasó por alto frente a los ojos de este ángel de la muerte, y este último se las quedó mirando fijamente, preguntándose qué es lo que les pasaba.

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Park Moon se quedó mirando fijamente a las ratas gigantes que habían retrocedido de su ataque directo y se habían quedado paralizadas a pocos metros de su persona.

Hasta donde es sabido, ellas no deberían haber retrocedido en su ataque, y es más ya deberían estar abalanzándose sobre él en este momento

Aunque tenía esa clase de incógnitas en su mente, Park Moon no bajó la guardia y se mantuvo en la misma posición, esperando que comenzaran su ataque.

No sabe que es lo que les pasaba exactamente a estas ratas, pero ahora eso era lo menos que le importaba, tenía que estar atento a cuando se dictara el mandato de su líder.

Incluso si estas ratas gigantes retrocedían a la idea de atacarlo, eso solo sería por un momento ya que en cuanto escucharan el mandato de su líder, volverían a atacarlo.

En cuanto a cuál era la razón por la que retrocedieron de atacarlo, Park Moon optó buscar una respuesta a ello después de acabar con su líder.

Hoy planeaba terminar con sus vidas para así pasar directamente a acabar con el centro del problema que se escondía dentro de esa guarida.

Estaba seguro de que estas ratas gigantes debieron matar a uno que otro humano desprevenido que pasó por esta zona.

Teniendo eso en cuenta...

Matarlas con sus propias manos, es algo con lo que puede vivir tranquilo.

Park Moon dio un pequeño respiro antes de blandir su arma contra estas ratas gigantes.

Es solo que le causa algo de repulsión manchar su ropa con su sangre. Es sangre de ratas gigantes después de todo.

Con su mirada de desprecio, Park Moon miró fijamente a las ratas gigantes, a la espera de que lo atacaran.

Era mejor acabar con su líder de la forma más silenciosa y rápida.

Así las ratas gigantes se mantienen quietas a un poco menos de 3 metros de Park Moon.

Solo un poco más antes de optar por la retirada. 'No querían enfrentar a lo que parecía ser la misma muerte'.

Pero antes de poder dar la vuelta y empezar con su huida, una voz empezó a resonar en sus cabezas.

[Incluso si es la muerte misma, deberás dar tu vida como tributo hacia ella para que yo pueda sobrevivir.]

Al escuchar el mandato del primer mal de esta isla, las ratas gigantes entraron en un estado de trance y se sometieron a sus órdenes.

Cualquier rastro del poco sentido de autopreservación que alguna vez tuvieron, fueron borrados con ese simple mandato y se abalanzaron de nuevo contra Park Moon.

Aunque sintieran que sus órganos internos se destrozaban y sus huesos crujieran hasta agrietarse, continuaron con su ataque soportando a regañadientes todo el dolor que implicaba avanzar hacia Park Moon y el aura asesina que emanaba su cuerpo.

Nada de eso podía hacerlos romper el mandato de su líder, a quien por instinto siguen y están dispuestos a entregar sus propias vidas.

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Mientras sus subordinados caminan hacia una muerte segura, el primer mal de esta isla descansa pacíficamente en su guarida a la espera de su nacimiento.

También había percibido un poco del aura asesina del intruso Park Moon. Esto lo inquieto brevemente al punto que sintió un poco de miedo cuando los pensamientos de sus subordinados indicaban que optaron por la huida.

Pero nada que una simple orden de su parte para recordarles quien mandaba entre ellos.

Ante este nuevo escenario, el primer mal de esta isla contempló que tal vez necesitaría sacrificar a varios subordinados más para poder alejar al nuevo depredador superior que había aparecido cerca de su guarida.

Así que le ordenó a una docena de subordinados que salieran de la guarida y atacaran al intruso de inmediato.

Todos estaban bajo trance y dispuestos a entregar su propia vida para poder alejar a este intruso o en el mejor de los casos incluso llegar a matarlo.

Con eso en mente, el primer mal de esta isla retoma su sueño profundo para así juntar las fuerzas suficientes para adelantar su nacimiento y poder comenzar con su reinado de terror en esta isla, como lo hizo su predecesor hace más de cien años.

Tiene la seguridad de que el intruso se habrá ido cuando despierte, por lo que se mantiene tranquilo y sereno ante la amenaza que ahora se encuentra matando a sus subordinados que se atrevieron a pensar en desertar de su dominio.

Mientras el primer mal permanece en un sueño profundo, afuera bajo su mandato absoluto, los subordinados que mandó recién van camino a una muerte segura sin que él lo sepa.

Tampoco sabía que el intruso buscaba su cabeza más que nada en este momento, y que estaba dispuesto a matar a todas las ratas gigantes que se le interpusieran en su camino de ser necesario.

Su surgimiento en este mundo era algo que nunca iba pasar a consecuencia de una sola persona, y muy pronto tendría que resignarse a morir antes de siquiera poder llegar a nacer.

Nunca podría alcanzar la gloria que su predecesor alcanzó hace más de cien años en esta misma isla.

Transmigración al mundo de Zombie Land Return. Versión ReDonde viven las historias. Descúbrelo ahora