Entrecruzamiento de datos

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Terminó el congreso. Nos despedimos de las autoridades formalmente y un poco también de nuestros compañeros senior y casi graduados, entre ellos Francisco.

Sabíamos que para la mayoría toda esa maravillosa etapa había culminado y cumplido su ciclo.

Salí del salón de conferencias habiendo olvidado que Lucía se encontraba allí hasta que deliberadamente salió a mi encuentro.

La saludé amablemente pero no tenía interés en permanecer mucho tiempo allí. Había quedado con Anya y Mar en ir a festejar con alguna bebida de por medio a algún bar cercano.

—Me enteré de que ibas a estar en este congreso y te vine a buscar. Me siento muy orgullosa de todo lo que has logrado y de la persona en la que te has convertido. He estado pensando mucho y... Me gustaría que podamos conversar más seguido. Pasame tu número

Me interrumpió aquella voz conocida. Por mi parte no sentía que tuviera mucho más que decir. Para mí todo estaba concluido.

Quería irme lo antes posible con mis amigas así que accedí y me despedí apresuradamente dejándola atrás una vez más.

Todos los temas de conversación más incómodos para mi fueron surgiendo en aquel bar.

Ante la mirada atenta de Anya y con una seriedad que le era ajena, me empezaron a interrogar sobre Lucía. Nuevamente no tenía mucho que decir.

—¿Cómo es eso de que tenemos datos sobre enamoramientos y arrepentimientos sin procesar?.
Dijo Anya sin poder dejarlo pasar

—Permiso, voy al baño.
Me disculpé y salí de la situación.

Al regresar noté que hablaban sobre organizar una despedida para nuestros compañeros. No sabía si Mar no aguantó y le contó lo que solo nosotras sabíamos durante mi ausencia. Ninguna lo volvió a mencionar.

Ya estaba llegando el año a su fin. Cursamos una última semana llena de exámenes y entregas de trabajos pendientes. Ningún universitario duerme en esas épocas ni tampoco tiene tiempo de hacer sociales.

Con Anya apenas podíamos hablar por mensajes y solamente para actualizar como nos iba yendo en nuestras respectivas carreras; si estábamos mal o bien y un intercambio de buenos deseos.

Este periodo de tiempo me hizo entender que verdaderamente la echaba de menos. Mediante mensajes no podía escuchar su voz y eso me estaba desvelando día tras día. Quería invitarla a hacer cualquier cosa aleatoria solo con la excusa de verla pero tampoco quería interferir en su ajetreada agenda.

No sabía además si decirle que la extrañaba. Probablemente podría sonar extraño. Éramos cercanas pero no habíamos confesado tal cosa en otra ocasión.

Por otro lado también respondía mensajes con Lucía en plan cordial.

Me mencionaba que nuestros amigos en común estaban interesados en saber de mi. Que podíamos volver a reunirnos con ellos pronto. Mencionaba mis exámenes a menudo como pretexto, pero seguía insistiendo.

Sabía que uno de ellos cumplía años el día que terminaban las clases y pensé que podría ser una buena ocasión para volverlos a ver.
Lucía se ofreció a pasar por mí.

Todos ya estaban esperándome.
Bajo por el ascensor y alguien lo detiene en el piso siguiente, donde está nuestro laboratorio. Era Anya.

—Te busqué por todos lados. ¿Recién te desocupas?

Mi corazón dio un salto de alegría. Me sentía realmente conmovida y entusiasmada por verla. Ni siquiera era su universidad, tampoco teníamos pendientes con el proyecto.

Supuse que estaría allí solo por mi. Lo que más me motivaba a alegrarme por su presencia.

—Te extrañé. No quiero volver a estudiar si tengo que resignar verte—Lo dije totalmente sin pensarlo pero con toda la sinceridad posible.

Realmente quería verla. La extrañaba con locura. Pensaba tanto en ella y ahora estaba ahí. Ya no me importó que fuera a pensar

—Yo también te extrañé. Por eso vine.

De pronto me llega un mensaje de Lucía avisándome que estaba esperando ya a una cuadra. Por un momento lo había olvidado. Ya tenía compromisos, para nada atractivos en comparación.

Tenía ganas de declinar la oferta pero estaba en una encrucijada. Pasé el tiempo que nos quedaba de ascensor pensando en cómo excusarme para no ir a la fiesta.

A mi me molestaría mucho si me cancelan cuando ya estoy esperando. No quería faltar el respeto. Pero quería irme con Anya. Tanto que casi comienzo a llorar.

Salimos y Anya me detiene en un borde casi oculto.

—Ya no quiero dar más vueltas. Tengo ganas de besarte

¡Así tan pronto y sin anestesia! Casi me desmayo allí mismo.

Varias veces conversando íbamos acotando el espacio entre nosotras y terminábamos muy cerca. Muchas veces había sucedido pero ninguna había tenido el valor de avanzar más que eso. No hubo ninguna declaración antes y ninguna de las dos quería quedar desubicada.

En ese momento lo supe. Mar le pudo haber mencionado que tenía mis dudas, no se podría explicar sino porque ese cambio repentino y pérdida de toda timidez.

Por supuesto que quería besarla. Había navegado en aquellas fantasías muchas veces pero preferí tomar distancia. Pensaba que quizás ella no estaría preparada para comenzar algo conmigo y yo si buscaba una relación seria para ese entonces. Tenía miedo de que la historia se volviera a repetir.

Pero igual la quería besar, el resto ya no importaba.
Mi respiración se entrecortaba, mi corazón latía a mil. Me empezaba a acercar mientras le expresaba que sí quería. Me iba encogiendo de a poco sumida totalmente en esa burbuja.

De pronto se escuchó una bocina de auto. Lucía había decidido hacer aparición en el momento menos esperado.

Me disculpé y tuve que irme. Ya conocía sus intenciones y le declaré abiertamente las mías... ¿Por qué justo había decidido ir a ese cumpleaños?

Estaba muy arrepentida. No tenía energías para retomar ese pasado. Quería avanzar a saltos alocados hacia algo nuevo.

Estímulo y Respuesta (GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora