Fiel a mi estilo, desde que comencé la universidad fui una estudiante destacada. No sólo estaba becada sino que también promovía proyectos de investigación y de intercambio con otras universidades.
Me convertí en una especie de embajadora de la Universidad de Ciencias del Comportamiento participando de grandes conferencias y jornadas científicas. Me sentía en mi hábitat, me sentía importante. Muchas personas conocían mi nombre y mis trabajos sin que yo les hubiera visto alguna vez.
Aunque quiera negarlo, en esa etapa de mi vida aún podía reconocer rezagos de lo que fue mi relación con Lucía. Mucho tiempo atrás tuve varios interrogantes cuando leía su viejo guión sobre robots y emociones humanas. ¿Qué las hacía tan complejas? ¿Por qué frente a ciertas situaciones podemos sentir lo mismo? ¿Qué parte de la ecuación nos hacía distintos entonces?
Desde etapas muy tempranas de mi vida me sentí atraída hacia la exploración de la conducta humana y en ese momento empezaba a tener el conocimiento necesario y ciertas herramientas para indagar al respecto.
Desarrollé diversos proyectos a lo largo de mi carrera, principalmente en el periodo en el que las situaciones amorosas no ocupaban lugar.
Mediante esta práctica pude ampliar mis horizontes hacia la interdisciplina, y cada vez me interesé más en el desarrollo de dispositivos electrónicos que pudieran ayudarme a complementar mis métodos.
El más ambicioso fue quizás un software que nos permitiera detectar emociones a través de microgestos y otro tipo de conductas apenas detectables para el ojo humano.
Eventualmente se formó un equipo de trabajo con estudiantes de la Universidad de Ingeniería, lo que me permitía explorar mis interrogantes desde otros ángulos.
Del lado de las Ciencias psicológicas yo lideraba mi pelotón conformado por 3 de los mejores en el área, incluyendo a mi mejor amiga Mar.
Por otro lado el líder de ingenieros fue Francisco, un estudiante de Ingeniería Biomédica, quien convocó a otros 3 hábiles en el diseño, desarrollo y testeo de software.
Entre los 8 del equipo, además de Mar y yo, solo había una chica más, Anya.
Durante la primera etapa de desarrollo del dispositivo, Anya y Francisco se ofrecían para someterse a distintas pruebas. Pensábamos armar nuestra base de datos pensando en las diferencias a las reacciones emocionales comparadas por género. Les dejamos expuestos a diferentes estímulos y registramos a través del dispositivo su reacción.
Nos habíamos inspirado en un polígrafo, por lo que teníamos una cantidad enorme de datos tanto de frecuencia cardíaca, micro gestos ordenados por unidades de acción, respuesta galvánica de la piel y dirección de la mirada.
Funcionaba pero aún no podíamos descifrar cómo organizarlo de modo estadístico.
Dediqué muchas horas a ello hasta que empecé a generar ciertos patrones de registro. Fue así que comencé a notar respuestas inusuales en las lecturas de datos de Anya.
Había un factor que influía en sus reacciones y que hacía disparar los valores de modos muy abruptos y extremos.
Decidí complementar con evaluaciones de la ansiedad, entrevistas diagnósticas y médicas que pudieran dar explicación a ese fenómeno.
Tenía horas de registro en donde nada extraño sucedía y de pronto su corazón latía tan rápido y fuerte, su respiración levemente se iba agitando, la respuesta galvánica de la piel registraba gráficos altos como el mismo Everest. Era algo sin explicación.
Llegaron los resultados y nada era llamativo. Me molestaba no encontrar respuestas.
Empecé a revisar cautelosamente las horas y horas de grabación de los experimentos sin encontrar nada que coincidiera con lo acontecido.
De este modo ya había pasado varios días revisando. Era tarde aquella noche. Me fregaba los ojos cada 2 segundos, el café ya casi no me hacía efecto.
Estaba a punto de terminar cuando noté algo particular en mi monitor. ¿Será aquello? Pero... ¿Por qué?
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Estímulo y Respuesta (GL)
RomanceLa autora plantea la necesidad de contar historias de amor entre mujeres. Amores bonitos y apasionados. De aquellos que te dejan sin aliento y que demuestran, ni más ni menos, que el amor no tiene género en absoluto, solo se trata de sentir. Ariana...