Cap 3 La noche del sacrificio

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Los preparativos de la noche estaban listos y cada ciudadano de este pequeño pueblo costero tomó su lugar, más que una ceremonia era un tributo una forma de no olvidar el sacrificio que hicieron los mayores y más fuertes por los más débiles, una oportunidad de vivir a pesar de las terribles circunstancias que cubre su misma existencia.

Y todo empieza al caer el sol Betsy quien es la representante de las brujas sale de su casa en las orillas del pueblo y lleva una linterna en un viejo bastón hasta el centro del poblado donde está esperando un pequeño caldero, todo el camino esperan los habitantes y seres mágicos que ahí habitan, al llegar a su destino usando una rama empapada en aceite propaga el fuego al pequeño recipiente y solo se retira.

Poco a poco varios de los presentes llevan su veladora y la encienden con ese fuego posterior a regresar con sus familias quienes los esperan en sus mesas para el gran banquete.

Cuando el último participante pasa y lleva su veladora encendida a su mesa Betsy toma la linterna que portaba y con un suave soplido apaga la frágil llama dejando solo la vista de la cantidad de veladoras que iluminan la oscuridad de la noche.

A los pocos segundos las luces se encienden dejan ver a todos los presentes, la musica inicia y un jubileo resuena por todos lados.

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Betsy y su aprendiz Erizo llevan una ropa oscura y en su mesa son acompañados por algunos conocidos pero la más llamativa es Barb quien estaba realmente contenta.

— Vaya suerte los nuevos niños serán elfos — Barb brindó nuevamente.

— Eso debió entristecer a los demás grupos — Erizo señalo.

— Cierto aun así estamos conscientes que necesitamos arriesgarnos en algunas ocasiones — Barb señalo.

— Los elfos son fáciles de acomodar y son los que menos necesitan para subsistir — Barb señalo.

— Me entristecen los yetis — Erizo señaló con la mirada caída — Son el grupo más unido y que más se enfoca en la familia pero no han tenido ningún nuevo miembro en años —

— Estoy conciente de eso — Barb susurro — Ya nos organizamos para que el próximo año serán solo yetis, los demas no lo tomaran tan bien pero debemos mantener cierto equilibrio entre los grupos —

En poco tiempo uno de los meseros había traído el platillo para el festejo, entre la música y los murmullos las horas pasaron incluso un postre, una rebanada de pastel alcanzaron todos.

Erizo había terminado su plato con su postre pero noto que su maestra no lo había tocado, al contrario se veía afligida, al percatarse que su alumna la había volteado a ver esta se limpio las lagrimas.

— Sabes era su favorito — Betsy señaló, levantándose de su lugar y llevándose su postre — Necesito un momento a solas —

Erizo quiso acompañarla pero su maestra lo negó nuevamente, a los pocos minutos Erizo se retiró rumbo a su casa, la noche estaba fresca y se podía escuchar la combinación de la música con el golpeteo del mar en la costa.

— La noche del gran sacrificio — Erizo comentó en un tono apagado — recuerdo cuando le exigió a todos que ese dia era de festejo, si esa gata era todo un lío —

Erizo noto que su maestra aún no estaba en casa así que solo decidió regresar a su cuarto, ella se deshizo de su ropa y tomó una toalla, su camino al baño fue lento y perezoso.

Llegó a la tina y abrió el agua caliente y en unos pocos minutos disfrutar de ese agradable calor que la envolvió, era realmente reconfortante.

— Este lugar es realmente solitario — Erizo comentó decaída mientras miraba su mano — comparado con el ruidoso festival es un contraste enorme, odiaba tener que fingir tanto —

— Todo sea por las migajas —Erizo en un suspiro miró sus uñas, esas garras afiladas que los de su especie tienen — No las he cortado en mucho tiempo —

Erizo llevó su mano a su muñeca y con el dedo índice comenzó a presionar su uña contra su piel, ella solo podía arrugar la cara por el dolor.

Un pequeño hilo de sangre comenzó a escurrir de su mano Erizo solo miraba expectante como este se mezclaba con el agua de su tina.

— Esto podría ser un desastre — Erizo susurro.

No era suficiente a su vista así que enterró sus uñas con presión en su brazo, era doloroso muy molesto mientras más presiona poco a poco su piel estaba cediendo ante sus afiladas garras y en un momento comenzó a brotar de esas pequeñas heridas.

Está solo bajo el brazo hasta que lo cubriera el agua y cerró los ojos.

Hasta que una fuerte picazón empezó a sentirla en su piel lastimada — Odio esta parte —

Erizo sacó su mano lastimada del agua, la cual ahora estaba manchada de sangre diluyendo entre el agua caliente.

Un poco de sangre escurría aun de su brazo pero algo empezó a pasar, su sangre regresaba a su cuerpo, incluso aquella que estaba disuelta en el agua de la tina se volvía a juntar en su lastimado extremidad.

— Esto es asqueroso — Erizo sonrió ante el espectáculo.

Cuando las últimas gotas regresaron, las heridas se cerraron a su vista — Por eso odio la magia —

Solo bajo el brazo y se dejó tapar por el agua, esperando la calidez de la misma le ayude a despejar su mente, estos días han sido complicados y a pesar de haberlos repetido en varias ocasiones no puede acostumbrarse.

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La mañana siguiente el sol estaba obligando a la pobre chica para que abandonara su cama, esos rayos de luz se filtraban directo a su rostro y sin más opciones se levantó para seguir su nuevo día.

Tomo unas ropas muy parecidas, una playera negra unos tenis negros y su pantalon desgastado, su pelo desalineado fie facil de controlar y una enjuagada en la cara fue suficiente para despejar su mente.

Cuando llego al comedor varios elfos que ya tenían permitido volver a la mansión como asistentes de las brujas estaban apurados haciendo limpieza y ordenando.

— Oye has visto a Betsy — Erizo preguntó a uno de ellos que pasaba con algunas sabanas.

— Ella no se ha presentado, su habitación sigue intacta — El pequeño elfo comentó.

Erizo agradeció y tomó camino al poblado con paso lento observaba el lugar, lo activo y habido que era, cuando algún residente la saludaba está preguntaba por su maestra pero nadie sabía responderle, hasta que un joven yeti le comento que estaba en la clínica.

Fueron pocos minutos de caminar cuando llegó a su destino, preguntó a una de las trabajadoras y de inmediato la guiaron donde estaba Betsy quien tenía un suero intravenoso y la cara aun ruborizada.

Una enfermera algo molesta con Betsy, parece que la conocía y aún seguía regañandola.

— No te vas a ir de esta clínica hasta que la fiebre baje — La enfermera amenazó —

— estoy bien solo fue un leve resfriado — Betsy comentó tranquila.

— Pediré un par de inyecciones para dentro de un par de horas— La enfermera se retiró al ver a su aprendiz — y tu cuida más de tu maestra —

Tras unos momentos Betsy estaba más nerviosa sabía que su alumna tenia su caracter — estoy bien solo es un leve resfriado me quede dormida en la playa, no pasa nada —

Erizo se sentó a lado de su maestra y se recargo en la camilla del hospital — no quiero que que hagas tonterias, no me quiero quedar sola —

Betsy no dijo más solo acarició el cabello de su alumna.

Por esa sonrrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora