Cap 6 La subasta

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El sol salía y aunque era mediados de semana un chico murciélago llamado Max estaba disfrutando de su plácida hora de sueño, las sábanas de seda importada le insisten en que aún tenía que cumplir con sus respectivas ocho horas de sueño.

Habría durado un poco más pero el timbre de su puerta comenzó a sonar realmente insistente y muy molesto de la misma manera su teléfono que no dejaba de vibrar.

— Vamos, solo cinco minutos más — Max se quejaba pero ante la insistencia no tuvo más opción que levantarse.

Si se trataba de su mayordomo, él tenía órdenes estrictas de llevarlo a como fuera posible a las subastas, tal fue su insistencia que en un momento tuvo que forzar la puerta y con la ayuda de varias mucamas estaban terminando de arreglar al flojo chico murcielago.

— Señor, el tiempo corre y la subasta comenzará en breve,tendrá que desayunar en el camino, así que sugiero realice sus necesidades en menos de quince minutos si deseamos cumplir con los horarios — Comentó el mayordomo.

— Vamos relájate, llegaremos a tiempo — Comentó entre bostezos Max.

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Efectivamente llego tarde

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La casa de subastas estaba en las afueras de la ciudad en lo que podríamos llamar una vieja mansión colonial.

Max tenía varios objetivos en mente, el primero mover el capital a bienes más perpetuos, pequeñas inversiones cuyo valor con el tiempo solo podrían aumentar, y alejarlo un poco de las autoridades fiscales ya que es más fácil disimular una pintura cara que grandes cantidades de dinero en cuentas extranjeras.

Y el otro objetivo es generar contactos, mujeres solas, ancianas amantes de las artes, alguna dama rica que necesite un poco de atención.

— Señor, la puja principal a terminado pero al colección colonial que están subastando tiene un aire único — El mayordomo sugirio.

— Entiendo — Max entró a la sala donde la subasta estaba terminando asi que solo levanto la mano.

— Tenemos un interesado, dos, dos a la una dos a las.. —

— tres mil — Comento una chica Erizo.

— veinte mil — Máx comento sin gracia.

— Treinta mil — Erizo señaló.

— Cien — Max comentó.

— Doscientos — Erizo comentó algo molesta.

— Medio millón — Max sostuvo.

Una chica al lado de la mujer Erizo la detuvo y solo salieron del lugar de la subasta.

— quinientos mil a la una, a las dos... vendido al caballero —

— y que compre? — Comentó Max a su mayordomo.

— Un sombrero puntiagudo — El mayordomo comentó — posiblemente un disfraz del dia de brujas y uno usado —

— Ho.. vaya — Max miró un poco consternado y le susurro al mayordomo — podemos retractarnos? —

— Lo lamento señor sería su ruina social, además esta subasta en beneficencia para los huérfanos de la ciudad con la donación que ha realizado usted ya es un héroe —

— Odio tu lógica — Max mencionó.

Efectivamente el resto del día fue la comidilla de los presentes y de alguna manera su gesto fue interpretado como un acto altruista.

Por esa sonrrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora