Capítulo 08

335 50 36
                                    

Hagan sus apuestas sobre el género de los bebés, porque se vino el momento 👀

Pequeña aclaración, este capitulo transcurre durante el final de la primera temporada ☝🏼

[ . . . ]

     Las pisadas de Splinter hicieron eco entre las cerradas paredes del alcantarillado; esa había sido, en definitiva, una noche llena de emociones. Habían pasado años desde la última vez que salió de las alcantarillas, no estaba en sus planes que lo primero en hacer al volver a la superficie fuera enfrentarse luego de quince años al que una vez fue su hermano.

O ver a la hija que daba por muerta.

Había pasado mucho tiempo desde que sintió emociones de tal magnitud. Todo había sido demasiado rápido para él, y se sentía viejo.

Suspiró, recargándose por un momento en una de las paredes. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero estaba seguro de que el amanecer estaba por llegar, y por lo que él creía, sus hijos aun debían estar afuera, definiendo el destino del mundo.

Sabía que sus muchachos eran capaces, que Leonardo iba a ser capaz de liderarlos y-... Un momento... ¡Leonardo! ¡Los huevos! Gritó su subconsciente, recordándole por qué había estado corriendo con tanta prisa.

Los huevos, sus nietos, estaban solos en la guardia. Porque si, en el momento que el señor O'Neil le dio el mensaje de Destructor, y antes de salir de las alcantarillas, entro en un pequeño dilema; sabía que sería ciertamente irresponsable de su parte dejar a los huevos solos, teniendo en cuenta de que podían eclosionar en cualquier momento, pero también, si se los llevaba consigo, sería peor y demasiado imprudente de su parte.

Así que hecho suerte, y rezo a los cielos para que no les pasara nada malo o el señor O'Neil no los descubriera, porque era obvio que ese hombre no estaba del todo bien.

Apresuró su paso, con solo la idea de llegar a la guardia y revisar que los huevos estuvieran bien y a salvo. Cuando entró, ignoró su entorno y su único instinto fue deslizarse hacia las habitaciones de sus hijos.

Casi tira la puerta de la habitación de Leonardo, con la respiración agitada y llevando rápidamente su mirada hacia los huevos. Suspiró, aliviado, dándose un momento para calmarse.

Ahí estaban sus pequeños, en su nido, el uno juntito al otro. Splinter sonrió, acercándose a ellos, y fue entonces que lo notó cierto movimiento en los huevos, y al mirar de cerca lo vio.

Sus ojos se abrieron de golpe y nuevamente se llenó de pánico. Los huevos empezaban a agrietarse... ¡Los huevos estaban agrietándose! 

[ . . . ]

El timbre de llamada del t-phone de Donatello sacó a todos de su celebración por haber detenido la invasión del mundo.

Abril arqueó una ceja, haciéndose hacia atrás cuando las tortugas dejaron de abrazarse entre sí. El de bandana morada frunció levemente el ceño, sacando el aparato y leyendo quien lo llamaba.

—¿Splinter? —dijo con clara confusión, compartiendo miradas con sus hermanos. Era muy raro que su padre usara el Quesofono que él le había creado, y más si era para llamarlos a ellos.

No dudó y contestó, asegurándose de colocar la llamada en altavoz, en caso de que fuera algo importante. Del otro lado, se escuchaba la respiración agitada de Splinter y era obvio que el hombre rata parecía estar en pánico.

—¡Donatello! —la voz de Splinter se quebró un poco. —¡Al fin, uno de ustedes contesta!

—Sensei, ¿Qué pa-? —iba a preguntar, pero sus palabras se vieron interrumpidas cuando su padre gritó desde la otra línea.

Parpadearon, confundidos.

¿Qué?

—¿Sensei?

—¡Vengan a la guardia! ¡Ahora! —Splinter demandó. —¡Apúrense, sobretodo Leonardo! ¡Los huevos ya están eclosionando!

Y colgó.

La respiración de todos, sobre todo la de Leonardo, se cortó.

"Los huevos ya están eclosionando" las palabras se Splinter hicieron eco en la cabeza de los adolescentes. Leonardo gritó, llevándose las manos a su cabeza, empezando a entrar en pánico y con un solo pensamiento en mente.

Llegar a la guardia.

[ . . . ]

Las cuatro tortugas y la humana chocaron entre si al llegar a la puerta de la habitación de Leonardo. El de bandana azul los empujó, entrando de primeras y dirigiendo su mirada hacia el nido.

Splinter estaba arrodillado frente a este, con dos mantas en mano, una azul celeste y la otra amarilla. Leonardo se acercó, apresurado.

—Leonardo —las orejas de Splinter se levantaron al ver a su hijo mayor. Ambos compartieron miradas. —Oh, gracias a Dios que llegaste.

—¿De qué me perdí? —el joven líder y futuro padre preguntó, extendiendo sus manos y tomando una de las mantas que su padre tenía.

—Aún no salen —murmuró la vieja rata, volviendo toda su atención hacia los huevos.

Los otros se acercaron igualmente, inclinándose hacia adelante y mirando con atención el milagro de la naturaleza. De los dos huevos, había uno el cual estaba más agrietado y se movía más que el otro, ya había pequeños agujeros, y de las grietas una sustancia de un verde muy oscuro y pegajosa brotaba.

Leonardo parpadeó, reteniendo el aliento y con las manos extendidas, con la manta preparada, esperando a que uno de sus pequeños finalmente saliera. Había leído que el proceso era lento, pero a él no le importaba, esperaría lo necesario para finalmente conocer a sus bebes.

—Se están tardando, ¿No podemos ayudarlos? —el de bandana naranja preguntó con impaciencia y ansiedad, mirando con atención como sus sobrinos batallaban por salir del cascaron.

—No, Mikey —Donatello negó. —Es algo que tienen que hacer por su cuenta.

Para todos, parecía una eternidad, menos para Leonardo. El esperaba, paciente, con la mirada fija en los huevos y casi sin parpadear.

Entonces, un pequeño hocico se hizo visible, y cuando menos se lo esperaron el cascaron se abrió finalmente. Una pequeña y humanoide cría de tortuga cayó sobre las mantas del nido, extendiendo sus bracitos y empezando a hacer leves sonidos de tortuga.

Todos sonrieron y Leonardo lo tomó con cuidado, envolviéndolo en la manta. Donatello se inclinó y colocó su barbilla sobre el hombro de su hermano mayor.

—Límpialo, y revísalo —indicó, por un momento queriendo tomar el mismo a su sobrino y examinarlo por su cuenta, pero sabía que Leonardo se iba a negar.

La mirada de todos por un momento se desvió del huevo restante y fue sobre el que ya había nacido. El de bandana azul arrulló al bebé, acunándolo contra su pecho y con los ojos llenos de lágrimas.

—Ya soy papá —chilló, alargando la a y mirando a sus hermanos, padre y amiga humana con alegría.

—¿Qué es? ¿Niña, niño? —Abril preguntó a la par de Rafael.

El joven padre se tomó un momento para revisar, una sonrisa boba y de alegría se dibujó en sus labios. —Una niña —dijo en un tono agudo, abrazando a la bebé contra su plastrón.

Todos arrullaron y Splinter extendió sus manos, queriendo sostener a su nieta.

Exactamente, una hora después, el otro huevo finalmente se abrió, y Abril gritó de emoción al saber que era otra niña.

—Stella y Andrómeda —fue el veredicto de Leonardo, mientras sostenía a ambas niñas en sus brazos y las acunaba con cariño. —Mis pequeñas.

𝐓𝐰𝐨 𝐥𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐓𝐮𝐫𝐭𝐥𝐞𝐬 | TMNTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora