Capítulo 6

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Después del incidente, me vi en la necesidad de revisar el fallo que ocurrió en las entregas. A pesar de contar con un gran personal trabajando en diferentes áreas, la cantidad de pedidos para enviar y recibir era abrumadora.

Me dirigí al área de informes, donde se revisan los detalles de los productos y se verifica que lleguen correctamente a su destino, ya sea dentro de la empresa o a clientes externos.

Al entrar al área, observé a todos ocupados hablando o revisando productos en sus computadoras o teléfonos. Juan, el encargado, estaba en su puesto realizando las mismas tareas que los demás, además de revisar los registros para asegurarse de que no hubiera errores y ofrecer ayuda si alguien la necesitaba.

Al percatarse de mi presencia, todos dejaron lo que estaban haciendo y se levantaron de sus asientos, salvo aquellos que estaban atendiendo llamadas telefónicas.

—Buenas tardes —dije con seriedad mientras me acercaba a Juan, quien aparentaba estar nervioso por alguna razón desconocida— ¿Cómo van las cosas? —pregunté sin rodeos.

—Estábamos haciendo un buen trabajo, Licenciada. Hemos incrementado nuestros envíos tres veces gracias a la ayuda del señor Zoilo —mencionó el encargado. Zoilo, quien no aparentaba tener más de 30 años, mostraba indignación en su rostro.

—Envíame un informe detallado sobre el trabajo y verifica lo que has mencionado —le indiqué al encargado.

Permanecí un momento para conversar con Zoilo o simplemente para contemplarlo un poco más. Sentía la necesidad de hacerlo.

Así que pasé de Juan a Zoilo. Estaba tan... Lucía una vestimenta formal: una camisa negra elegante con el primer botón desabrochado, lo que permitía ver su piel lisa y blanca; pantalones negros lisos, zapatos formales y un reloj cuyo modelo no pude distinguir.

Se veía casual pero elegante al mismo tiempo. Me di cuenta de que luciría increíble en cualquier situación, ya sea informal o formal.

Eileen, cálmate.

Disculpa, pero es difícil resistirse.

Simplemente le dije: —Has hecho un excelente trabajo para ser nuevo. Espero que sigas así —y me dirigí a la oficina.

La tarde transcurrió tranquila y fresca, con lluvia.

Adoro este tipo de días; me hacen sentir bien y pensar que estoy inmersa en un mundo donde la imaginación puede volverse realidad. Me recuerdan a Alicia en el país de las maravillas y me invitan a disfrutar cada momento como si fuera único, como tomar café en la oficina mientras escucho música de fondo y siento que todo está perfectamente bien.

—————

Finalizando el día de trabajo, el encargado llega con los detalles que solicitaba.

—Aquí tiene el informe que pedía, señorita —dijo el encargado.

"No me gusta que me llame así", pensó para sí misma. "Me hace sentir como si aún estuviera trabajando para llegar a donde estoy. Puede que suene un poco engreída, pero en este mundo, sin esa mentalidad, no tendrás éxito."

—Gracias, puedes retirarte —respondió ella, tomando el informe y colocándolo en el escritorio.

—Permiso —dijo el encargado mientras se dirigía rápidamente hacia la puerta para irse, pero en ese momento ella  lo llamó de nuevo.

—Juan, llama a Zoilo —pensó para sí misma: "Tengo ganas de verlo otra vez".

Desde que lo vio por primera vez, no había dejado de pensar en él. Cada oportunidad para verlo o hablarle sería aprovechada al máximo.

—Bueno, ¿hay algo más que pueda hacer? —preguntó el encargado.

—No, ya puedes retirarte —respondió ella.

Una vez se hubo marchado, ella esperó pacientemente a que llegara Zoilo. "¿Qué le diré?", se preguntaba a sí misma.

Piensa, Eileen. Iniciativa, eso me gusta, pero ahora no tengo ninguna idea clara.

"Dile que está haciendo un buen trabajo", reflexionó.

Eureka. "Eso le diré", decidió mientras seguía pensando. De repente tocaron la puerta y entró Zoilo. Ella se sintió sorprendida y solo agarró lo que tenía más cercano: el informe.

Tratando de disimular su sorpresa, dejó el informe en el escritorio y dijo: —He notado tu potencial para trabajar y me agrada. He recibido buenos comentarios sobre ti y debo admitir que no me equivoqué al elegirte.

Zoilo sonrió con elegancia y dulzura, con un toque de picardía. Era perfecto. Sin darse cuenta, ella también sonrió. Él la miró por un momento y ambos se quedaron mirándose. ¿Era este un sentimiento nuevo?

Nunca se había enamorado, pero viendo a Zoilo era diferente. Sus ojos perfectos brillaban y su sonrisa perfecta lo hacía todo aún más especial. "Todos tenemos defectos que nos hacen perfectos", reflexionó para sí misma.

—Agradezco mucho sus palabras —respondió Zoilo con dulzura.

—Eso no significa que no debas esforzarte más. Quiero que continúes así y des lo mejor de ti —enfatizó ella.

—No se preocupe, seguiré esforzándome y daré lo mejor de mí —aseguró él.

—Bien, ahora puedes retirarte —dijo ella sin más.

Zoilo se dirigió hacia la puerta para irse y al verlo, ella sintió felicidad. Nunca había sentido algo así antes y no quería que desapareciera.

Convertido en obsesión (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora