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Fueron tomados del brazo, y dejados con gentileza al suelo.
– ¿Qué? ¿Por que están haciendo esto? – preguntó Tanjiro confundido.
Los clones no hicieron nada mas. Mientras una protegía el cuello, la otra tenía sujetados a Tanjiro e Inosuke.
– ¡Sueltame! ¡¿Que les pasa?! ¡Tengo que matar a ese demonio! – Inosuke comenzó a removerse demasiado, mientras gritaba enojado.
– Calmate, mi vida – el Omega con cabeza de jabalí volteó rápidamente a todos lados, hasta que pudo ver a la Alfa no muy lejos de ahí.
– ¡Oye! ¡Dile a esta cosa que me deje ir! – exigió Inosuke.
– ______, ¿que vas a hacer? – preguntó Tanjiro.
– Proteger a mis Omegas – sonrió. – Sólo... No le digan a Kyojuro que me escape – dicho eso, se acercó a donde estaba el cuello de Enmu. – Tengo que ir a sacarlo de ahí – murmuró. – Ahora regreso, iré por Enmu – no esperó respuesta, un portal se abrió frente a ella, y entró.
– ¿Que demonios... Acaba de pasar? – Inosuke estaba confundido.
Pasaron un par de minutos, cuando otro portal se abrió. Inosuke y Tanjiro veían atentamente todo.
Del portal salió ______, cargando a Enmu, quien estaba aferrado a ella, sollozando.
Tanjiro se dió cuenta que Enmu no tenía ropa, sólo estaba cubierto por una manta. Cosa que le disgusto por completo.
– Ya, ya. Deja de llorar, precioso – ______ trataba de consolar a Enmu.
– ¡No! ¡Es absurdo! No pude mostrar todo mi poder. No fuí capaz de comer ni a un solo humano. Aunque me fusioné con el tren, ¡mi plan para disfrutar mi delicioso festín se arruinó por completo! – lloró más fuerte. – Al final invertí tanto tiempo y esfuerzo para nada –
– Pero trataste, precioso... – se dió cuenta de lo que dijo, y miró a Tanjiro quien desaprobó. – Digo, esta mal comer humanos. Aun así, no fue tu culpa –
– ¡Es mentira! ¡Ese demonio tiene toda la culpa! – Inosuke siguió gritando.
– Tienes razón, Alfa... ¡Él tuvo la culpa – refiriéndose a Kyojuro. – No es justo. A pesar de tener 200 humanos en mi poder, él fue capaz de detenerme, y hacerme retroceder –
Un fuerte movimiento del tren interrumpió a todos.
– Oh, carajo, olvidé este pequeño detalle – se regañó mentalmente por eso.
