Capítulo 2:

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―¿¡QUÉ!? ―gritó Lisa.

―¡Síii!

―¿¡Como que unos millonarios te han contratado!?

―¡Qué síii!

―Que suerte Andrea, me alegro mucho por ti.

―Gracias Lisa.

―Pero prométeme dos cosas.

―Dime.

―Primero, cuando te hagas rica me tendrás que compartir un poco eh.

Empezamos a reírnos.

―Por supuesto que si, es más, te regalaré un bolso Louis Vuitton.

―Gracias. ―se rió―. Y segundo, me tienes que dejar a uno de esos hermanos guapísimos. 2pa2.

Seguimos riéndonos tan fuertemente que pensé que se me iban a salir los ojos.

***

Otra vez, estaba allí, enfrente de la mansión de los hermanos Harrison. El mayordomo nada más verme por el timbre me abrió la gran puerta y se dirigió hacia mí.

―Toma. ―dijo entregándome unas llaves―. Para que no tengas que estar tocando el timbre.

―Gracias.

No me acompañó, fui yo sola hasta la puerta. Cogí las llaves, que tenían nombres de puertas. Encontré la llave y abrí la puerta. Nada mas entrar subí las escaleras como si fuera mi propia casa. Al llegar al ultimo escalón levanté la mirada, y me encontré con Oliver que estaba sonriendo de brazos cruzados apoyado sobre la puerta de su habitación que estaba abierta. 

―¡Qué tal amiga!

―No soy tu amiga. ―se rió y yo entré a la habitación de Izan poniendo los ojos en blanco. No quería estar ni un segundo más con Oliver, ya me había caído mal.

―¡EEY! ―gritó Izan.

Me tapé la cara, que estaba roja de vergüenza. Por segunda vez, le había visto desnudo. Estuvimos como 20 segundos en silencio mientras escuchaba como se ponía ropa.

―Ya puedes mirar.

Se estaba abrochando el pantalón, logré verle el boxer Calvin Klein. No llevaba camisa, así que pude ver su abdomen. Izan era delgado, tenia un abdomen plano, con algunas definiciones. En cambio, Oliver tenia mas musculatura y pude notar un abdomen muy bien definido, pero preferí no pensar más en él.

―¿Qué miras? ―sonrió Izan y yo volví a la realidad.

―¿A que hora vamos a la fiesta? ―ignoré su pregunta.

―En 30 minutos. ―dijo poniéndose una camisa negra que se pegaba a su cuerpo.

―Tengo un poco de hambre, ¿puedo bajar a la cocina?

―Claro.

Al salir de la habitación me encontré otra vez a Oliver en el mismo lugar que cuando le conocí por primera vez.

―Ven. ―abrió la puerta de su habitación―. Entra.

Interiormente me pregunté si quería gastarme una de sus bromas. No sabía para qué quería que entrara a su habitación, se me hizo todo muy raro. Oliver se dio cuenta de que estaba dudando de si entrar o no, y se apresuró a explicar sus intenciones.

―Sé que probablemente te caiga un poco mal. ―me miró a los ojos, y por mi mirada supo que estaba en lo cierto, así que siguió hablando―. Hemos empezado con el pie izquierdo, y quiero intentar arreglar las cosas contigo.

Un Amor ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora