Capítulo 2

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- Sombras del Pasado -


Pueblo Vindvær, Noruega

El viento soplaba con una melodía persistente, entrelazándose con el murmullo ocasional de los autos que pasaban. Era una sinfonía urbana que se alzaba sobre el frío penetrante de octubre. Las hojas secas danzaban en remolinos caprichosos, pintando el pavimento con tonos ocres y rojizos. A pesar de la brisa helada que se colaba por las rendijas de su abrigo, Alexander sentía su peso como una carga adicional, sumándose al lastre de sus pensamientos.

—Les puedo asegurar que cada hijo de esa señora no son trigo limpio —comentó una señora de mediana edad, su voz impregnada de una certeza inquebrantable—. Los he visto salir con sus coches de lujo a altas horas de la noche. No me sorprendería que la chica esa acabara así, viendo cómo se las gastan sus hermanos capas y ella era peor. Ya se sabe, desconfía de quien parece un santo —concluyó, con un brillo de orgullo en su mirada que desafiaba el gris del cielo.

Alexander revisó su libreta; la lista de casas por visitar parecía interminable. Cada encuentro era una tarea monótona que le obligaba a interactuar más de lo que le gustaría, una faceta de su trabajo que detestaba. La prepotencia de algunos le resultaba insoportable.

—Gracias por su tiempo, señora —dijo su subordinado con cortesía—. Jefe, iremos a esa casa de allí —indicó, señalando hacia una vivienda que destacaba por su color azul entre la paleta de grises y blancos.

Alexander asintió de manera inerte; el frío intensificaba su dolor de cabeza hasta hacerlo casi insoportable. Sus pasos resonaban en la acera, marcando el compás de su fatiga acumulada.

—Buenas tardes, señora. Como sabrá, estamos investigando el asesinato de la joven...

—Claro que sí, pregunten lo que gusten, estaré encantada de ayudar en lo que pueda —la interrupción de la mujer fue tan entusiasta como inesperada.

—Muy bien, ¿vio a alguien entrar a la mansión entre las 10 y las 12 de la noche?

—A esa mansión entran muchas personas, especialmente los viernes. Tengo entendido que realizan apuestas, pero esa noche en particular no recuerdo haber visto ningún coche subir. Como ve, si alguien hubiera pasado, mi casa se habría iluminado por completo con los faros —añade señalando la curva que está en frente de su casa.

—Dice que los viernes realizan apuestas, ¿cómo sabe lo de las apuestas? ¿Sabe algo más que pueda decirnos?

—Bueno, cuando se mudaron, hubo un tiempo en el que invitaban a todos los lugareños. Dicen que también a gente de más afuera —hizo una pausa, como si midiera sus palabras—. Como verá, las mujeres, si no estamos trabajando estamos en casa. Casi nadie fue, sin embargo, la señora de la casa 43 estuvo yendo por varios días —miró hacia atrás, su nerviosismo era palpable.

Una llamada interrumpió a Alexander, quien se disculpó para atenderla, dejando a su compañero al frente del interrogatorio.

—No estoy segura, pero creo que después de las 12, cierran la mansión y realizan subastas. Me contaron que una vez subastaron a una chica.

—¿A una chica?

—Eso no es todo, esa familia tiene conexiones muy fuertes. Es una pena lo de la joven, pero no dudo que encuentren al culpable.

—Ya veo. ¿Ha notado algo que considere extraño por aquí?

—Aparte del asesinato, nada fuera de lo común.

El Fantasma: Rastros de un CrimenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora