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Mike se pone loco de contento.

—Pero ¿qué hacía en Clayton's?

Su curiosidad rezuma por el teléfono. Estoy al fondo del almacén e intento que mi voz suene despreocupada.

—Pasaba por aquí.

—Me parece demasiada casualidad, Andrés. ¿No crees que ha ido a verte?

El corazón me da un brinco al planteármelo, pero la alegría dura poco. La triste y decepcionante realidad es que había venido por trabajo.

—Ha venido a visitar el departamento de agricultura de la universidad. Financia una investigación —murmuro.

—Sí, sí. Ha concedido al departamento una subvención de dos millones y medio de euros.

Uau.

—¿Cómo lo sabes?

—Andrés, soy periodista y he escrito un artículo sobre este tipo. Mi obligación es saberlo.

—Vale, Carla Bernstein, no te sulfures. Bueno, ¿quieres esas fotos?

—Pues claro. El problema es quién va a hacerlas y dónde.

—Podríamos preguntarle a él dónde. Ha dicho que se quedaría por la zona.

—¿Puedes contactar con él?

—Tengo su móvil.

Mike pega un grito.

—¿El soltero más rico, más escurridizo y más enigmático de todo Madrid te ha dado su número de móvil?

—Bueno... sí.

—¡Andrés! Le gustas. No tengo la menor duda —afirma categóricamente.

—Mike, solo pretende ser amable.

Pero incluso mientras lo digo sé que no es verdad. Ari Coronel no es amable. Es educado, quizá. Y una vocecita me susurra: Tal vez Mike tiene razón. Se me eriza el vello solo de pensar que quizá, solo quizá, podría gustarle. Después de todo, es cierto que me ha dicho que se alegraba de que Mike no le hubiera hecho la entrevista. Me abrazo a mí mismo con silenciosa alegría y giro a derecha e izquierda considerando la posibilidad de que por un instante pueda gustarle. Mike me devuelve al presente.

—No sé cómo podremos hacer la sesión. Levi, nuestro fotógrafo habitual, no puede. Ha ido a Mallorca a pasar el fin de semana con su familia. Se mosqueará cuando sepa que ha perdido la ocasión de fotografiar a uno de los empresarios más importantes del país.

—Mmm... ¿Y Musik?

—¡Buena idea! Pídeselo tú. Haría cualquier cosa por ti. Luego llamas a Coronel y le preguntas dónde quiere que vayamos.

Mike es insufriblemente desdeñoso con Musik.

—Creo que deberías llamarlo tú.

—¿A quién? ¿A Musik? —me pregunta en tono de burla.

—No, a Coronel.

—Andrés, eres tú el que tiene trato con él.

—¿Trato? —exclamo subiendo el tono varias octavas—. Apenas conozco a ese tipo.

—Al menos has hablado con él —dice implacable—. Y parece que quiere conocerte mejor. Andrés, llámalo y punto.

Y me cuelga. A veces es muy autoritario. Frunzo el ceño y le saco la lengua al teléfono.

Estoy dejándole un mensaje a Musik cuando Paul entra en el almacén a buscar papel de lija.

—Andrés, tenemos trabajo ahí fuera —me dice sin acritud.

Cincuenta Sombras De Coronel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora