Capítulo 3

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Despabiló lentamente de su reciente desmayo, sintiendo que la cabeza le daba vueltas, pero, poco a poco su visión se definió, no pudiendo reconocer el vehículo en el cual se encontraba y eso lo alarmó.

Se repuso en el asiento trasero del auto, llevando una mano a su cabeza, mientras con su codo contrario apoyaba su cuerpo del sillón, pues se encontraba acostado boca arriba.

Un aroma potente lo hizo espabilar y a la vez, su omega se permitió deleitarse. Era una combinación algo rara de mar y arena, pero, que lo seducía de una manera espectacular.

Aunque, no debía dejarse llevar por su omega ni por su celo, los alfas eran bruscos, sobre todo frente a un omega en celo. Debía prepararse para lo peor, no podía permitirse que un alfa que ni siquiera conocía lo tomara y luego, lo dejara preñado para posterior, desecharlo como si fuese basura.

—Veo que ya despertaste—habló por primera vez el alfa frente al volante, en cambio, se dio cuenta que el auto no estaba en movimiento.

Su voz grave le erizó la piel, por el contrario, se mantendría firme, no cedería a los deseos de su omega, que chillaba en desesperación—. Es peligroso andar por las calles en celo, en particular sin una marca en tu cuello—dijo mientras exhalaba el humo de su cigarro por la ventanilla, que se encontraba abierta.

— ¿Qué es lo que busca?, ¿acaso abusará de mi hasta saciarse? —cuestionó sintiendo un nudo en su estómago, preparándose para lo peor.

—Si ese fuera mi objetivo, créame que ya lo hubiese hecho. No me interesas en lo más mínimo—observó al joven omega a través de sus gafas por el retrovisor.

—Entonces, ¿Por qué estoy en su auto?

—Hace demasiadas preguntas. Era eso o dejarle tirado en media acera, permitiendo que cualquier alfa que pasara por su lado, le violara sin importarle nada—explicó rápidamente—. Creo que sus opciones eran reducidas.

—Igual, no tenía por qué ayudarme—aun desconfiaba de aquel alfa de cabellera azabache.

—Qué malagradecido, mocoso. Pude haberle dejado a su suerte.

— ¿Por qué no lo hizo entonces? —reclamó con hastío.

—Porque eso me pesaría en mi consciencia—<<Y Jimin me mataría>> pensó. Su primo era delicado en cuanto a esos temas.

—Pobrecito de usted—rodó los ojos con sarcasmo—. Como sea, me largo—abrió la puerta con intenciones de salir.

—Espere—se detuvo al escucharlo—. ¿En serio va a salir sin supresores?, ¡Qué descuido!

—Puedo comprar—su presencia lo ponía nervioso, solo quería irse lejos.

— ¿Y se va a exponer con su celo?, ¿Llamando la atención de los alfas?

—Sé cuidarme—aunque sabía que el alfa tenía razón.

—De verdad es impertinente—salió del auto, asegurándolo antes—. Iré por usted, después de todo, también necesito comprar algo en la farmacia.

—No es necesario—lo miró por la ventana que se encontraba abajo.

—No sea terco, solo acepte mi amabilidad.

No esperó respuesta y se marchó, con destino a la farmacia de la siguiente cuadra.

El castaño pudo verlo cruzar la calle y solo pudo pensar, en lo peculiar que era ese alfa, además de que parecía que su celo no le había surgido efecto. Muy interesante.

 Muy interesante

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