Capítulo 22

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—Adiós, mi amor.

— ¡Pero, yo no me quiero ir!

—Pues debes, si no quieres que tu hermano te mandé al otro lado de Asia y te esconda donde no pueda encontrarte.

Jimin hizo un puchero adorable a los ojos de Jungkook, que no se resistió a besar.

Ambos habían empezado una relación formal e increíblemente, con la aprobación de Namjoon, quien al principio se mostró recio, pero, al ver la felicidad en los ojos de su hermano, no le quedo de otra que aceptar al azabache de pircing.

Claro, con la condición de que cuidara a su hermanito y que si lo lastimaba, se las iba a tener que lidiar con él, haciendo que Jungkook tragara grueso.

Y a Namjoon casi le da un shock anafiláctico, al ver que Jimin se la pasaba más en casa de Jungkook que en la propia, incluso se quedaba a dormir. Era demasiado para el corazón sobreprotector de Namjoon, así que les puso de condición que Jimin, no podía quedarse más de las diez de la mañana los domingos y tendría que quedarse el resto del día en su casa, sin ver a Jungkook.

Al alfa menor le parecía algo exagerado, pero, ciertamente lo comprendía, pues él también era hermano mayor. Y aunque sabía que si Namjoon permitía aquello era porque lo aceptaba como cuñado, no quería abusar de eso, así que por los momentos, tendría que respetar sus reglas.

—Pues sé qué harás hasta lo imposible por encontrarme—Jimin se colgó del cuello de Jungkook provocativamente—. Vamos, Kookie, no seas malo.

—Jimin, no sabes cuánto me encantaría encerrarme contigo y pasar el resto del domingo, pero, debes respetar a tu hermano y la confianza que ha depositado en nosotros.

— ¡Namjoon exagera!, Ya no soy un bebé omega, tengo veinticinco años, por el amor a la luna, ¿Hasta cuándo va a mantenerme bajo su brazo?

—Entiéndelo, solo se preocupa, quiere lo mejor para ti.

—Ya lo sé, solo que es muy sobreprotector.

—Vamos, cariño. Igual, nos veremos mañana en la oficina—Jimin siguió con su puchero, de brazos cruzados.

Jungkook besó la punta de su nariz, sonriéndole—. No seas caprichoso, amor.

— ¡Bien! —exclamó el boldo, rindiéndose—, Pero, tendrás que ir a recogerme—el azabache asintió.

—No será un problema para mí.

Jimin depositó un último beso en los labios de su alfa, para así, marcharse con rumbo a su auto. Jungkook iba a cerrar la puerta, pero, una mano se interpuso, haciendo que el alfa volviera a abrirla, encontrándose con la figura de su progenitora.

Abrió los ojos, impactado por la visita de su madre—. ¿Qué haces aquí?

— ¿Así es como recibes a tu madre? —el azabache se encogió de hombros, permitiéndole el paso a la mujer que le dio la vida.

Esta entró con aires de grandeza, caminando hasta el pequeño sillón de la sala, sentándose con una pierna encima de la otra, mientras pasaba enlazaba sus manos encima de su rodilla.

Jungkook movió un taburete de plástico que tenía guardado, sentándose frente a Soyeon.

— ¿Qué te trae por aquí, madre? En lo que a mi concierne, estos no son tus lugares favoritos.

— ¿Acaso no puedo venir a visitar a mi hijo? Es cierto el dicho que dice, cría cuervos, que luego te sacaran los ojos.

—No seas tan dramática, solo me tomaste desprevenido. Pudiste avisarme.

Matrioshka - VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora