Capítulo 2

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Estacionaron frente a las empresas Kim, bautizadas como "Slow", donde se encargaban de transportar y repartir mercancía agropecuaria, hacia distintas empresas famosas de alimentación y nutrición, para su comercio.

Kim Taehyung se bajó de su deportivo, dándole las llaves al asistente del parquímetro para que se encargara de estacionar adecuadamente su vehículo.

Las puertas automáticas se abrieron, permitiéndole el paso. Caminaba hacía el elevador de paredes de cristal, seguido por el rubio menor, quien lo alcanzó a los segundos.

Ambos tomaron el ascensor sin cruzar palabra alguna, hasta que llegaron a su destino, el quinto piso. Taehyung bajo allí, en cambio su primo, siguió de largo hasta el séptimo, donde se encontraba su oficina.

El azabache soltó un suspiro cansino, preparándose para lo que venía; la reprimenda de su madre. Y efectivamente, al abrir la puerta la encontró sentada en su escritorio con las piernas cruzadas, apoyando su mentón en sus dos manos que se hallaban entrelazadas, mientras sus codos se apoyaban de la mesa.

— ¿Qué son estas horas de llegar, Taehyung? —cuestionó la mujer de hebras azabaches al igual que su único hijo.

—Solo fue un pequeño retraso, madre. No es para armar tanto escándalo, no es como si la empresa se fuera a la quiebra por cinco minutos que llegue tarde.

—Una hora en realidad—corrigió, manteniendo su semblante duro—. Y más respeto, recuerda quien te dio la vida y se encargó de tu crianza—el menor se limitó a rodar sus ojos, era mejor no refutar al respecto.

—Está bien, mamá. Supongo que, si estás aquí, es porque tienes algo importante para decirme—se acercó al escritorio, a la vez, que su madre se levantaba y le permitía el paso.

—En dos semanas será la reunión donde conocerás a tu prometido—informó mientras caminaba hacia el gran ventanal con vista a la ciudad, manteniendo sus manos unidas tras su espalda.

La mujer era muy elegante y atractiva, vestía una falda de formal recta de color negro, acompañado de una camisa de botones blanca con rayas delgadas de color rojo en forma vertical; encima de sus hombros, cargaba un saco de color negro y tacones de punta baja del mismo color.

—Se habían tardado—contestó con sarcasmo, fijando su vista en el computador.

—Necesito que te comportes con él, ya que es una gran oportunidad para que dejes de hacer estragos con tu miserable vida de libertad extremista—giró sobre su eje, mirándolo con una sonrisa dulzona—. Es un omega de lo más apuesto y creo que será perfecto para que empieces a sentar cabeza.

—Lo que digas—la ignoró, ni siquiera le dirigió la mirada.

Odiaba cuando su madre le imponía cosas y cuestionaba sus decisiones. Quería tenerlo todo controlado, pero, eso no funcionaba con él y era la principal razón de sus disputas. Qué debía conseguir el omega perfecto, que era el deseo de su difunto padre, que debía dejar de desperdiciar su vida con cosas banales y más porquerías como esa.

Él es quien debía decidir qué hacer o no con su vida, debía tener la potestad de elegir con quien casarse, independientemente de su género. Pero, tenía que soportar los caprichos de su madre si quería el mando de la empresa, solo de ese modo podría alcanzar sus objetivos, por más ridículo que sonase.

Un simple omega no sería impedimento en sus planes y fuera quien fuese su prometido, le daba exactamente igual; si era apuesto, o perfecto, o lo que sea. Solo lo usaría para su beneficio y después, se encargaría del divorcio y cada quién por su lado.

Todos ganaban, bueno, en realidad, él ganaba, pero mejor, ni creyese ese omega que se quedaría con la fortuna de los Kim, porque seguramente, ese era su objetivo, el de todos en realidad.

Matrioshka - VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora