En Estados Unidos solíamos ir de vacaciones a la costa oeste; hoteles de todo incluido, con piscinas llenas de niños en flotadores y largas colas en los buffets. Ocasionalmente habíamos ido a México, cuando encontrábamos una oferta en algún resort de Cancún.
Pero nunca había estado en un lugar tan elegante como aquel.Los techos oscuros tenían diseños intrincados, de los cuales colgaban lámparas de lágrimas. Los suelos de mármol reluciente tenían alfombras de pieles distribuidos por las sala, y habían sillones distribuidos estratégicamente. Me sentía como un pez fuera del agua; una intrusa en un mundo de exuberancia.
Un empleado trajeado se acercó a nosotros, y con una larga inclinación saludó primero a Tae, y luego a mí.
–señor Hwan, sígame, porfavor–nos indicó con las manos el camino, y lo seguimos por un largo pasillo lleno de esculturas y cuadros, hasta dos grandes puertas de madera maciza.El empleado abre las puertas, y se aparta para dejarnos pasar dentro del bar.
Sorprendentemente, habían bastantes personas en la sala. Era igual de lujosa que las demás partes del hotel, pero el ambiente en esta era más oscuro. Habían luces individuales en medio de cada mesa, y al fondo de la sala, junto a una gran ventana de cristal, un dúo de un hombre y una mujer tocando el piano y el violín, respectivamente.Las conversaciones eran animadas, y se escuchaba el sonido de las copas al chocar y las suaves risas de unas mujeres que charlaban en la barra del bar, escuchando atentamente a una anécdota del barista.
Otro empleado nos indicó una mesa, la cual tenía bastante buenas vistas de la entrada. Miré a mi alrededor, pero el director no estaba en ningún lugar, y tampoco Byeon Woo Seok.–¡Hwan Tae! ¿Eres tú?–una señora de mediana edad se acercó a nuestra mesa, y Hwan se levantó para hacer una pronunciada reverencia ante la señora, mientras asentía. La señora tenía el pelo recogido en un elegante recogido, e iba adornada de grandes joyas–¡qué mayor estás! ¿Te acuerdas de mí? Yo te había cambiado el pañal cuando eras así de pequeño–dijo, señalado con sus manos el tamaño del tronco de Tae.
–si, claro...¡cuánto tiempo!–respondió Tae, mientras me miraba nerviosamente de reojo. Claramente no se acordaba de quién era aquella mujer.
–¡chicas, venir! ¡Mirar quien está aquí, Hwan Tae, hijo de Hwan Bin!–llamó a unas mujeres que estaban teniendo una conversación animada cerca de los músicos. Cuando escucharon a la señora, vinieron todas caminando rápidamente, como una pequeña tropa militar. Al verlas venir, me levanté y agarré del brazo a Tae. Cuando las ajummas se juntaban en grupos de más de cinco personas, se dedicaban a hacer interrogatorios interminables, con intención de sonsacar información para luego tener algún rumor que ir divulgando.
–he escuchado que estudias en Yonsei, ¿es eso verdad?–preguntó una mujer de labios rojos y un peinado extravagante.
–si, estoy en mi penúltimo año.
–¡Dios mío!
-¡había escuchado que todos los Hwan han estudiado en Yonsei, y el más pequeño de todos no podía ser menos!–dijo otra mujer, de peinado aún más extravagante que la anterior.
–mi hija es profesora en la facultad de Teología, se llama Kim Minji, ¿le suena?–preguntó otra de ellas, una mujer muy pequeña con una blusa extravagante, llena de volantes y flores.
–no, desafortunadamente no. No estudio teología–Tae seguía respondiendo a las preguntas de las señoras, que habían envuelto la mesa y hablaban tan fuerte que era imposible escuchar cualquier otra conversación. Gran parte de las vistas que teníamos de la puerta habían sido bloqueadas. Mé aparté un poco de Tae para tener mejor visibilidad de la puerta. ¿Podía ser que Byeon o el director hubieran entrado en aquellos minutos de desconcentración, cuando las ajummas habían atacado?
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𝐉𝐮𝐬𝐭 𝐟𝐨𝐫 𝐎𝐧𝐜𝐞 - Byeon Woo Seok
RomansJiwon se ha mudado a Corea con su madre después de que sus padres se separaran , y se ha transferido a la Universidad de Yonsei, para seguir con sus estudios en cinema. Ahora vive en Seúl con su abuela, su madre y su hermano, y se ha propuesto segu...