𝐉𝐮𝐬𝐭 𝐟𝐨𝐫 𝐎𝐧𝐜𝐞 - Byeon Woo Seok

CAPÍTULO 11

<<Cuando acabamos de practicar salí por la puerta sin decir nada, y corrí hasta afuera del edificio. Afuera solo habían un par de personas caminando. Se veía a la lejanía las luces del anfiteatro y se escuchaba con claridad la música.
Si estaba en el anfiteatro, sería imposible encontrarla entre miles de personas, y si llamaba la atención metiéndome en un lugar tan lleno de personas podría tener problemas con el equipo de organización del festival y mi manager.

Caminé por el campo que se extendía alrededor del anfiteatro, y cuando había perdido la esperanza de encontrarla la vi, en medio de una gran extensión de campo. Tenía los brazos alrededor de su menuda figura, y el pelo lacio le caía por sus espaldas como un abrigo. Cuando estaba a un par de pasos, la llamé.
–¿Jiwon?.

Giró la cabeza, y por un momento pensé que se me había parado el corazón. Estaba llorando, y parecía un ángel. Sus claros ojos estaban rojos, sus mejillas húmedas y los labios rojos de mordérselos. Viéndola llorar sentí una presión en el pecho, un dolor inexplicable. Era algo que nunca más quería volver a ver, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera para evitar que aquella chica volviera a estar triste>>.

Estaba caminando directo hacia mí, su ceño fruncido y apariencia preocupada.
–¿Jiwon?–repitió, esta vez su voz más suave y baja, íntima; dirigida solo a mí.
–hola–dije, sonriendo como pude. Se arrodilló a mi lado, su cara a un palmo de la mía.

–¿estás bien?–preguntó. Levantó las manos hacia mi rostro inconscientemente, y cuando bajé mi mirada a ellas las bajó hasta sus rodillas.–perdón, supongo que es uns pregunta tonta.

–no pasa nada–dije secándome las lágrimas con el dorso del brazo. Volví a abrazar con fuerza mi cuerpo, el vello de mis brazos levantándose con el frío. Los dientes me castañeteaban ligeramente, y tenía la mirada fija en mis zapatos. Me daba miedo que si le miraba a él me volviera a poner a llorar.

Sentí el peso de su chaqueta encima de mis hombros, y la aguantó hasta que pasé los brazos por dentro de las mangas. La cazadora era pesada y cálida, y sorprendentemente grande. Mis manos quedaban escondidas dentro de las mangas, y el largo de la chaqueta cubría mis piernas, que tenía dobladas contra mi pecho.
Por un momento, sus dedos rozaron mis hombros a través de la tela de la chaqueta, y sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo.

–gracias–dije, mi voz un pequeño susurro. Se sentó a mi lado, su presencia a mi lado grande y fuerte, como una ancla que me estiraba hacia el suelo. Ambos nos quedamos en silencio, mi mirada aún en mis zapatos y la suya perdida en el cielo. Sólo se escuchaba la distante música del anfiteatro y nuestras respiraciones, la mía entrecortada y pesada de tanto llorar, la suya rápida.

–estabas en la sala de música–afirmó. Suspiré, levantando mis ojos hasta los suyos.

–esperaba que no te hubieras dado cuenta de que era yo.

Su mirada viajó por mi rostro lentamente, siguiendo el camino de mis lágrimas detenidamente.
–vi tus ojos. No me hace falta nada más para reconocerte en cualquier lugar–él apartó la mirada, inspeccionando su alrededor. Al fondo, aún se escuchaba la música del mismo grupo, ahogada por las voces y ruidos de las casetas cercanas–¿porqué te fuiste?

Levanté los hombros y los dejé caer, sin saber qué responder.
–no lo sé. No sabía que vendrías al festival. Mi primera facción fue huir cuando me di cuenta de que me habías visto. No quería molestarte.

–no me molestabas. No me molestas–dijo, las últimas palabras en voz más baja–me invitaron a que hiciera una actuación especial para el festival, y acepté. Por eso estoy aquí.

Asentí, tragando fuerte. El aire era algo tenso. Sentada a su lado, su presencia a un palmo de la mía, sentía como si me hubiera transportado a mi drama coreano favorito, teniéndolo tan cerca.
Pero ahora que estaba a mi lado sentía que estaba mucho más lejos de mi que cuando lo veía a través de la pantalla.