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Jason

—¡Estoy...! ¡harto...! ¡De esta puta mierda! —gruñí.

Jenn estaba sentada en el sofá de la sala, realmente entretenida mientras comía palomitas. Mi grito no la sorprendió, ya que llevaba alrededor de veinte minutos con lo mismo, la mano se empezaba a acalambrar.

—No sé para que lo intentas, deberías saber cómo se arreglan las cosas. Cómo siempre termina todo.

Rugí al aventar las prendas que lavaba, reuní todo y lo tiré en la basura, junto los envases de comida o la bolsa donde Jenn había preparado sus palomitas.

—Me gustaba —dije entre dientes.

—Al parecer no tanto para ser igual de precavido —replicó.

Suspiré y también arrojé el par de guantes en la bolsa, terminando por hacerle un nudo. Observé los tatuajes en mi mano, las pequeñas frases cortas que estaban alrededor de todo mi cuerpo como un recordatorio, aunque ya me las sabía de memoria necesitaba siempre tenerlas presentes. Tenerlas de ese modo me transmitían una calma que aún no lograba explicar, solo tenía la sensación de que todo estaba bajo control.

Llené mis pulmones de aire y traté de tranquilizarme.

—¿Cuándo es que se llevan la basura? —pregunté al ver la gran cantidad de residuos que teníamos.

—Mañana.

Jenn siempre era demasiado concisa, algo que a mí me faltaba por implementar. Asentí, aunque ella no pudiera verme y me pasé las manos por el cabello, intentando relajar todos mis músculos, que hace unos momentos, estaban tensos.

Al caminar un poco, encontré una pequeña mancha en el suelo, me agaché y la limpié con la punta del pulgar, deshaciéndola al frotar el líquido entre mis dedos una y otra vez.

—También tiraré los zapatos —concluí.

Obsesiones pelirrojas [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora