EL PODER DE BUDA.

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Como santos dorados, debían estar por encima de sentimentalismos, el dorado de virgo lo sabía a la perfección siendo uno de los doce que podía mantener bajo control ciertas emociones y no sucumbir a ellas, pero como humanos que eran había circunstancias que podrían llegar a sobrepasarlos y aunque superaran las vicisitudes de la vida cotidiana había hechos que superaba cualquier situación mundana por así decirlo y una violación era una de ellas. Claro que no estaban llorando por los rincones, pero la agresión los había desestabilizado de alguna manera y a pesar de demostrar ante el resto y a ellos mismos que aquello no debiera representar un causal de debilidad, en el fondo si había conseguido hacerles bajar un poco la guardia.

Shaka miraba el lienzo blanco que era su libreta, no había hecho ningún apunte que pudiera considerar relevante, dado que ya tenía registrado las incidencias y no había notado en esta ocasión algo inusual a lo que sus compañeros le refirieron anteriormente. Respeto al aguador, era conocido que el santo era tanto o más reservados que el, además de hermético cuando se lo proponía, tenía que tomar en cuenta que era el último en haber sido atacado y que ese recuerdo estaba muy fresco en su mente, aun así, Camus era por mucho uno de los más analíticos en la orden, esperaba que esta cualidad les abriera nuevas teorías.

Los minutos se habían distendido un poco, nadie mencionaba nada, fue que el anfitrión se incorporó para retirarse momentáneamente y regresar luego con una bandeja con panes y bocadillos que los demás agradecieron en silencio.

Gracias Aphrodite _rompió el silencio el virgo _ te agradecería más si volvieras a llenar mi taza _le extendió su taza, la cual el doceavo custodio sin hacerse de rogar lleno, repitiendo la acción con los otros presentes.

Otra vez se instaló el silencio, más que nada para otorgarle el tiempo que el sexto custodio necesitase para iniciar su relato. Tras beber el ultimo sorbo a su bebida Shaka dejo con delicadeza la taza sobre la mesa y con el semblante sereno paseo su azulina mirada por sus camaradas recibiendo un asentimiento de parte de ellos, empezó con su relato.

No era de inmiscuirse en la vida de nadie, pero dado su entrenamiento más espiritual que físico, había ocasiones en que estaba más receptivo con su entorno logrando percibir cambios en el cosmos de sus compañeros, cualidad que le sirvió para percibir un ligero cambio en el cosmos de un camarada al momento en que cruzaba su templo.

Su intuición no podía fallarle, algo realmente serio estaba ocurriendo en la orden. Él no se creía para nada el argumento de cáncer para dar por cancelado su compromiso y próxima boda, así que espero el momento adecuado para abordar al otro novio y el momento se presentó cuando este atravesaba su templo.

Estaba enfundado en su resplandeciente armadura cuando piscis cruzo su templo, no eran amigos, pero sabía que existía un respeto y por ese mismo respeto el mayor no le haría una grosería. Shaka no es de las personas que se anden con rodeos, él prefería las confrontaciones directas, aunque no se esperó nunca lo que Aphrodite le revelo, pero el santo también el expreso aquello que lo mantenía inquieto, sus temores de que no solo él estaba siendo agredido, el sospechaba algo, había notado también un abrupto cambio en el carnero y ahora que conocía ciertos detalles, suponía que el primer guardián estaba siendo víctima de un hecho doloso también.

Aphrodite se había ganado un poco de la confianza del carnero, pero tras su rompimiento se encontraba algo deprimido y eso lo hacía vulnerable y una víctima fácil. Había transcurrido poco más de tres semanas del rompimiento de cáncer y piscis. A la distancia había estado observando a Aries, este seguía haciendo su misma rutina, aparentemente todo iba con normalidad.

Ese día Aphrodite regresaba de una guardia, aunque era aún temprano decidió visitar a virgo, así entre platica y platica termino quedándose a dormir en virgo, se sentía más seguro ahí que en su templo el regente no objeto nada, más cuando al regresar de sus aposentos por unos sellos encontró al mayor roncando en su futon, soltando un suspiro le cubrió con una manta.

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