AL ACECHO

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El lugar era las ruinas de un antiguo templo dedicado a una deidad olvidada tanto por los hombres como por los mismos dioses, su nombre Earth, quien tras haber permanecido por milenios dejado al olvido una fluctuación en el universo y el cosmos lo regreso a la vida, pero no completamente, era un ente sin cuerpo físico, por lo tanto, debía de buscar un cuerpo que pudiera soportar su poder.

Había desistido de encontrar un cuerpo que reuniera las características que requería para subsistir, y tampoco contaba con el tiempo para hacerlo, por eso y tras haber tomado conocimiento que la diosa Athena, a quien consideraba usurpadora de su dominio, había regresado a la vida a su antigua tropa guerrea, pensó en derrocarla, pero esos hombres eran fieros y leales a ella, destronarla no sería tarea sencilla debía de encontrar la estrategia para hacerse con el poder frente a sus ojos sin levantar la menor sospecha.

Él no contaba ni con ejército, ni con servidores leales y no podía permitirse un desperdicio de su poder, mas sin embargo debía de conseguirse quién le sirviera sin objetarle nada, lamentablemente adhirió a su causa a resentidos y ambiciosos hombres, no le importaba los usaría mientras les sean útiles, sin embargo, solo hubo uno de entre todos esos hombres que parecía tener más neuronas que el resto y este era un monje que, aparentemente conocía mucho de la orden ateniense.

Earth, escuchaba a este hombre, que hablaba poco y se movía con total sigilo, era este quien le dio toda la información que necesitaba, pero para sus propósitos no servían, sin embargo, si hubo algo que capto por completo su atención, una característica particular otorgada solo a ciertos santos de la más alta jerarquía, en esa característica en los santos, encontró el dios una oportunidad para perpetuarse, pero no podía dilatar tanto el tiempo.

Earth sabía que, aunque lo intentara, su poder no estaba completo y no podría hacerles frente a los más poderosos guerreros de la diosa, pero ese don otorgado a los santos, eso sí podía serle beneficioso, si no podía hacerse con el cuerpo de un humano, podría nacer como uno, conservando su conciencia y poder.

La oportunidad era propicia, solo tendría que preñar a uno de esos hombres que tenga determinada características, y para ello recluto a algunos sirvientes, manipulando sus débiles mentes e infiltrándose en el santuario.

Su plan estaba milimétricamente trazado y solo tenía que encontrar el momento preciso y consumar su objetivo, con cualquiera de aquellos hombres, pero había algo que no había considerado, cada día se debilitaba y los cuerpos que usurpaba se deterioraban con mayor rapidez, encendiendo las alertas de que si no conseguía nacer pronto sus esfuerzos se irían al traste.

—Volvió tan pronto señor.

Earth, ignoro el comentario pasando de largo para situarse en el derruido trono al centro de ese lugar, por segunda vez era interrumpido, y las reservas de lirios se agotaban apenas y quedaban unos cuatro cartuchos aun en capsulas si desperdiciaba alguno de ellos no tendría más oportunidades, al menos hasta que retoñasen nuevamente y eso podría tardar unos años, cabe aclarar que esos lirios no eran comunes eran la flor que se dedicaron en su honor hacía ya mucho tiempo y que al regresar a la vida una mata de esa planta surgió junto con él.

—Necesito de otro cuerpo.

—Un humano ordinario no soporta su esencia, su alma se destruye rápido y el cuerpo empieza a morir, le advertí de los riesgos que conllevaba usar humanos comunes.

—Por eso, requiero de otro cuerpo, uno que pueda contener mi poder

—Creo debiera cambiar de método, el que está empleando no está dando lo mejores resultados –el dios le insto a continuar —al parecer los santos de Athena están tomando ciertas previsiones, haciendo cada vez más complicado el objetivo de engendrar en uno de ellos.

LA FUERZA DE TU AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora