La cuna del Jardin Magnifico (part. 3 y final)

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Tres partes y finalizando, esta será un poco más corta que las anteriores, con mucho love para ustedes se las presento, después la acomodare para que no se distorsione la cronología del libro.

Besitos. 💋

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Si Athenea describiera la relación de los últimos años con su padre, nos encontraríamos con un enorme muro, uno que posiblemente empujando se derrumbase o creara fisuras donde podría observar la verdad.

Una pequeña que esperaba para peinar a sus muñecas con su padre, esperarlo en la puerta del invernadero para sembrar su nueva adquisición, o tal vez que llegase a consolarle cuando las tormentosas noches hicieran que no conciliara el sueño.

En cada uno de esos recuerdos estaba su madre, siempre estuvo para ella y en este momento se dirigían en un acompañante, se dirigían a realizar una vuelta donde toda la capitanía general sabría que la mujer que para muchos era la más respetada, para otros la más arrogante y encontrándonos con diferentes formas de describirla, todos esperaban que hasta fallecida continuara viéndose igual de gloriosa. Algunos se acercaban a dejarle una flor, otros acompañaban la carroza fúnebre y muchos otros pasaban de lado.

El mundo seguía corriendo, seguía avanzando pero Athenea se encontraba en un agujero el cual parecía no tener una pequeña raíz que le dejara salir, nada, solo infinita tierra que al tocarla la enterraba en el abismo de sentimientos que ahogaban de a poco su corazón.

Llegaron al lugar elegido, lo había comprado años atrás y construido en el un hermoso templo, su madre años antes de irse con su familia a su nuevo hogar pidió que construyeran una Laguna y también varios lugares, para que la propia familia tuviera un lugar privado donde podrían enterrar a sus familiares, un lugar hermoso y tranquilo, Perfecto para que su madre pudiera descansar.

Bajaron con el corazón ahogado, unos metros y su madre estaría dentro del agujero que desde la entrada pudo observar...

La ceremonia fue tranquila, las mujeres se mantuvieron alejada y solo los hombres incómodos con la situación estaban cerca por el respeto, ella y su hermano estaban cerca, ella abrazaba el feretro, sus lágrimas habían dejado un camino en sus sonrosadas mejillas y sus ojos estaban hinchados.

Su hermano le consolaba abrazándole, mantenía un rostro neutral y de vez en cuando se le escapaba una lágrima pero era recogida con disimulo. Los hombres tenían prohibido el demostrar algún sentimiento.

Ella se levanto, con un dolor en el pecho y el sentimiento creciente que no le permitía respirar, permitió que descendieran el féretro, no dejaba liberarse y se abrazó de su hermano mientras escuchaba cómo comenzaban a tapar el agujero, con ella dentro.

- Mi madre.... 

Fue lo último que dijo ese día, entró en un estado de mutismo, no quería hablar con nadie y su comunicación se basaba mayormente en gestos y señas, el médico que le había revisado había pedido no dejarla sola, presentaba síntomas de una fuerte tristeza, posible locura, le atribuyó a ser mujer y ser más sensible.

Su hermano no convivía con muchos, se la pasaba cuidando de su hermana, mantenía una distancia con sus otros hermanos y también intentaba no cruzar palabras con ninguna de las mujeres de la casa, la advertencia venía de su hermana, lo único que especificó es que cualquier cosa podía ser utilizada para conspirar en su contra.

Clara intentaba hacerle plática, el le ignoraba , esa tarde mientras se encontraba en la cocina, ella se le acerco.

- Te hablo y me ignoras ¿qué más debo para tener tu atención? - pregunto molesta -. Te tienen prohibido cruzar palabra conmigo acaso.

Aster, la leyenda. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora