Capítulo 2

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El plan estaba en marcha. Lucius y Regulus se habían aliado para rescatar a Severus de la sombra de Sirius, y la Sala de los Menesteres era el escenario de su estrategia.

"Severus", comenzó Lucius, su voz firme pero compasiva, "sabemos que esto no será fácil. Pero juntos, podemos liberarte de la opresión de Sirius."

Severus asintió, su mirada reflejando una mezcla de gratitud y determinación. "Estoy listo para enfrentar a Sirius, con su ayuda. Ya no permitiré que me controle."

Regulus sonrió con orgullo, admirando la fortaleza en los ojos de Severus. "Entonces, es hora de actuar. Tenemos que confrontar a Sirius y poner fin a esta farsa de una vez por todas."

Con pasos decididos, los tres jóvenes salieron de la Sala de los Menesteres, sus corazones latiendo al unísono en anticipación de lo que estaba por venir. Se dirigieron hacia los dormitorios de Gryffindor, donde Sirius estaba seguro de estar esperando a Severus, ajeno al plan que se estaba desarrollando en su contra.

Al entrar en la sala común de Gryffindor, encontraron a Sirius sentado en uno de los sofás, su mirada desafiante cuando vio a Severus entrar con Lucius y Regulus a su lado.

"¿Qué están haciendo aquí?" gruñó Sirius, su tono lleno de hostilidad mientras se levantaba de su asiento.

Lucius se adelantó, su postura imponente mientras enfrentaba a Sirius. "Estamos aquí para poner fin a tu control sobre Severus. Ya es suficiente, Sirius. No permitiremos que continúes lastimándolo."

Sirius soltó una risa burlona, sus ojos chispeando con desdén. "¿Y quién se lo impedirá? ¿Tú, Lucius? ¿O tal vez tú, Regulus? Son solo un par de cobardes, incapaces de enfrentarme."

Pero antes de que Sirius pudiera continuar, Severus habló, su voz resonando con determinación y fuerza. "Ya no tienes poder sobre mí, Sirius. He encontrado amigos verdaderos en Lucius y Regulus, y juntos, nos enfrentaremos a ti y a tu crueldad."

El rostro de Sirius se torció en una máscara de furia, sus manos temblando de ira mientras se enfrentaba a la traición de Severus. "¡No puedes hacer esto! ¡Eres mío, Severus! ¡Yo decido tu destino!"

Pero Severus ya no escuchaba las palabras venenosas de Sirius. Había encontrado su voz y su valentía, y estaba decidido a liberarse del control tóxico de su antiguo amante.

Con la ayuda de Lucius y Regulus, Severus enfrentó a Sirius, desafiando su dominio y reclamando su propia libertad. Y mientras la noche se desvanecía en la aurora, los lazos entre estos jóvenes se fortalecieron aún más, unidos en su determinación de enfrentarse a las sombras del pasado y construir un futuro de esperanza y libertad.

La confrontación en la sala común de Gryffindor había llegado a su punto culminante. Sirius, furioso y desesperado por mantener su control sobre Severus, se enfrentaba a un trío determinado de oponentes decididos a liberar al omega de su influencia tóxica.

"¡No permitiré que me desafíes de esta manera, Severus!" rugió Sirius, su voz resonando en la sala mientras avanzaba hacia el omega con paso amenazador.

Pero Severus se mantuvo firme, su determinación inquebrantable mientras enfrentaba a su antiguo amante. "Ya no tienes poder sobre mí, Sirius. He encontrado amigos verdaderos en Lucius y Regulus, y juntos, nos enfrentaremos a ti y a tu crueldad."

Lucius y Regulus se mantuvieron al lado de Severus, su presencia imponente respaldando las palabras del omega. "Estás superado, Sirius", declaró Lucius con calma, su mirada fría y calculadora fija en el alfa. "Ya no puedes controlar a Severus ni manipularlo a tu antojo."

Regulus asintió con determinación, sus ojos oscuros brillando con una intensidad feroz. "Es hora de que te enfrentes a las consecuencias de tus acciones, Sirius. No permitiremos que sigas lastimando a Severus."

Sirius se detuvo abruptamente, su expresión un torbellino de emociones mientras luchaba por procesar la resistencia desafiante de Severus y la determinación inquebrantable de Lucius y Regulus. Por un momento, el alfa pareció titubear, la sombra de la duda cruzando su rostro.

Pero entonces, como un rayo de oscuridad, la ira ardiente volvió a encenderse en los ojos de Sirius. "¡No permitiré que me abandonen, Severus! ¡Eres mío, y no dejaré que nadie te aleje de mí!"

Con un grito de furia, Sirius se abalanzó hacia Severus, sus manos extendidas para agarrarlo. Pero antes de que pudiera alcanzar al omega, Lucius y Regulus intervinieron, bloqueando el camino de Sirius con una determinación feroz.

"¡Basta, Sirius!" exclamó Lucius, su voz resonando con autoridad mientras enfrentaba al alfa. "Ya es suficiente. Deja a Severus en paz."

Regulus se mantuvo firme junto a Lucius, su expresión dura y resuelta. "No permitiremos que sigas lastimando a Severus, Sirius. Es hora de que aceptes la realidad y dejes que encuentre la felicidad que se merece."

Sirius retrocedió, sus ojos llenos de rabia y frustración mientras miraba a los tres jóvenes con una mezcla de odio y desesperación. Por un momento, pareció que estaba a punto de lanzarse hacia adelante una vez más, pero entonces, algo en su mirada cambió.

Una chispa de reconocimiento brilló en los ojos de Sirius, una comprensión dolorosa que se filtró a través de su fachada de rabia y orgullo. Se dio cuenta de que ya no podía retener a Severus contra su voluntad, que sus días de control y manipulación habían llegado a su fin.

Con un suspiro derrotado, Sirius retrocedió, su postura cediendo ante la fuerza implacable de Lucius, Regulus y Severus. "Está bien", murmuró, su voz apenas un susurro en el silencio de la sala. "Te dejo ir, Severus. Pero nunca olvides que eres mío."

Y con esas palabras finales, Sirius se alejó, su figura desapareciendo en la oscuridad de los pasillos de Hogwarts. En su ausencia, un silencio tenso llenó la sala común, roto solo por el suspiro aliviado de Severus y el abrazo reconfortante de Lucius y Regulus.

En ese momento, los lazos entre estos cuatro jóvenes se habían redefinido, transformados por la fuerza de la amistad y la solidaridad. Y mientras miraban hacia el futuro incierto que les esperaba, sabían que, juntos, podrían enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

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