Sorry, no me pude resistir.
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Seiseki se había enterado de muchas cosas gracias a sus amigos, como el juego de captura la bandera, realmente no le había gustado mucho el porque lo habían hecho, tampoco le gustó el desarrollo de la historia pero lo alivio el final.
Había tenido el presentimiento que ese tal Xavier volvería de alguna forma, y con el hecho de que Omar le había contado a Maya sobre el cubo tenía varias sospechas.
Las cuales se intensificaron cuando le dijeron que alguien con un poncho rojo les había robado una pieza del cubo, o bueno, no la pieza, si no la oportunidad de tenerla.
Hicieron una especie de lista de sospechosos, descartando a todos por culpa de las evidencias a favor de ellos.
–Bueno, ¿Que hacemos? Ya descartamos a todos los sospechosos– dijo Omar, Craig empezando a hacer caras raras y verse un tanto nervioso, algo que logro que Seiseki enarcada una ceja y se levantara.
Camino hacia él para ver la piazarra, haciendo una mueca cuando pudo entenderlo.
–¿Que?– pregunto el morocho cuando su primo lo miro de reojo, incómodandose un poco.
–¿Por qué Maya?– Omar abrió la ojos de par en par a pesar de que la pregunta no fue dirigida a él, Craig tragando un poco.
–No me gustaría que fuera ella, pero es la única chica en el arroyo que parece ser capaz de ser el Poncho Rojo– Omar estaba por reclamar, pero Seiseki se adelantó.
–No lo sé, he hablado con ella un poco y la he visto en acción... Tengo mis dudas– todos lo miraron sorprendidos.
–¿La conoses?– pregunto Kelsey.
–Un poco, va a práctica esta tarde y-...–
–Eso es, les demostraré que no es el poncho rojo– sonrió Omar, sin dejar que Seiseki terminara de contar.
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–¡Auch! Algunas veces desearía no tener una cabeza tan larga– se quejo J.P. cuando su cabeza choco contra la banca de arriba, inclinándose hacia un costado para no cometer el mismo error.
–¿Y Seiseki?– pregunto Omar al no verlo.
–Dijo que tenía práctica, no sé de qué– respondio Kelsey.
–Miren– señaló Craig, Maya estaba entrando al campo de juego y haciéndole un poco de burla al entrenador.
Gruño enojada cuando la segunda pelota volvió a no ser golpeada por su bate, pero miro a su costado cuando llamaron su atención, notando como el de la última bace le hacía señas, explicándole algo por lo visto.
Ella sonrió, y en la tercera pelota logro golpearla y salir corriendo a gran velocidad, pasando casi todas las baces en tiempo recor.
Cuando el último de la base, el cual le había hecho señas, intento quemarla ella salto y dió vueltas en el aire, pero él también era bueno y dió un salto, logrando tocarla.